Alfredo Jocelyn-Holt: “La reflexión que viene haciendo Lucy Oporto es valiosa”

Marcelo Soto

El historiador Alfredo Jocelyn-Holt se refiere a la polémica Joignant/Oporto y analiza el momento de las universidades chilenas, varias de ellas movilizadas por la causa palestina. “Es una excusa para movilizar al PC en un contexto de fracaso de la FECH”, dice.


-Hay una ola de protestas contra Israel en universidades de Europa y EE.UU., por el conflicto con Hamas, que ha llegado a Chile. Carpas de manifestantes se han instalado en la Casa Central de la U. de Chile ¿Cómo ves este movimiento?

-No me sorprendería si alguien en la Universidad de Chile dijera que esto es signo de “internacionalización” de la universidad. Son maestros en inventarse disimulos. Pero lo que delatan es lo contrario: cuán provincianos seguimos siendo incluso en un medio se supone sofisticado y cosmopolita como una universidad. Miméticos, admitimos ser pauteados por la academia gringa progresista. Viene sucediendo desde 1967 y la toma de la Casa Central de la Universidad Católica.

Las carpas sirven para disfrazarse de “víctimas”—tratándose de gente privilegiada que dispone de gratuidad, discriminaciones afirmativas a su favor, posible condonación del CAE, universidad cada vez menos exigente—, manifestando de esta manera ser “solidarios” con los pobres. Tengo entendido que donde primero se estrenaron estas rucas o rucos como protesta universitaria fue en la U. Católica días antes que en la U. de Chile. Allí como que les viene mejor.

Es muy de ellos irse a vivir a las poblaciones, armar un “Techo para Chile”, muy MAPU, onda cristianos por el socialismo, y jesuitismo casuístico. Pero como la U. de Chile se ha desnaturalizado, hace rato que viene “gremializando” su izquierdismo.

En cuanto a la intolerancia y sectarismo es evidente. Protestar así implica actos de fuerza, a empujones, entrar a los patios de Casa Central de la U. de Chile, lanzar consignas a todo coro con “una sola voz”, e impedir el funcionamiento normal donde llevan a cabo esta agitación. ¿Y lo de Gaza? Una excusa para movilizar al Partido Comunista en un contexto de fracaso de la FECH, una de sus parcelas de operaciones en la universidad, con que cuenta para “rodear al gobierno” del que son partes. Como diciéndole a Boric: bueno, veamos si vas a ser como Gabriel González o no, defínete de una vez por todas.

-Una de las peticiones de los estudiantes es cortar los convenios de las universidades chilenas con las israelíes, como la Hebrea de Jerusalén, la Ben Gurion y la de Tel Alviv. La Facultad de Filosofía, donde haces clases, decidió cortar su intercambio con la primera de ellas. ¿Te parece razonable?

-Está claro que con el convenio con la Universidad Hebrea de Jerusalén no se perdió nada. Nunca antes funcionó. Ese “convenio” ya sirvió para que la Facultad de Filosofía y Humanidades demostrara tener vínculos externos. En eso se han convertido las universidades del mundo en vías de desarrollo, como la U. de Chile: en ser instituciones “acreditadas” y reclutar estudiantes necesitados de “acreditación”.

Pasa mucho también en la U. Católica, especialmente con los postgrados (magísteres y doctorados). Los alumnos vienen de universidades privadas no muy buenas, o públicas de provincia, que necesitan “mejorar” sus credenciales para conseguir trabajo.

No es que estas universidades tradicionales sean un gran dínamo intelectual, creativo y de primer nivel. Aceptaron las lógicas neoliberales del mercado globalizado universitario para efectos de indexación, y se rindieron como entes autónomos a hacer propuestas originales que pudieran salirse del formateo típico con qué medir productividad “industrial científica”. Paradójicamente, el progresismo rechaza el neoliberalismo pero se siente a sus anchas con el cientificismo.

-¿Cómo evalúas el papel de la rectora Rosa Devés ante estos hechos?

-Le ha faltado criterio y autocrítica. Ha autorizado con el timbre de goma de Rectoría una modalidad de las tomas —los acampes— para sostener que no hay tomas, que son sólo maneras nuevas, aunque rústicas (convertir los campus en favelas, villas miserias o poblaciones callampas, insalubres, patético-folclóricas) para llamar la atención, promover causas de la larga agenda que manejan (hoy Gaza y si es en contra de Ucrania porque coinciden en el mismo momento, también, siendo este otro tema muy de gusto de socialdemócratas y liberales).

Crear, crear, conciencia popular. Si lo oye y le suena familiar, y de muy atrás, es porque el izquierdismo viene estando enfermo de sí mismo hace mucho rato, y sus adherentes sesentistas dirigen nuestras instituciones.

Es el caso de Rosa Devés, quien además de izquierda tiene una trayectoria muy particular. Quiso ser bailarina, luego bioquímica, para terminar siendo funcionaria universitaria durante 16 años –directora de postgrado y postítulo, prorrectora, vicerrectora, finalmente rectora— en el fondo, todos cargos burocráticos. Válido, por cierto, pero hay quienes en la misma institución queremos que nuestros mejores estudiantes tengan una trayectoria al revés de la que muestra la máxima jefatura institucional actual.

Que ellos se atengan a su primera vocación en lo posible, por eso es clave el pregrado, no cedan frente a otras alternativas, y, si quieren seguir la línea académica, no se conviertan en pernos, tuercas y rodajes de una máquina aceitada. Sean los más libres de pensamiento e inquietud intelectual y artística. No caigan en manos de lo que Hannah Arendt llama el “gobierno de nadie”, que eso son las burocracias kafkianas, incluso las académicas. Tampoco sean políticos frustrados que hagan de la universidad una trinchera y, como le escuché decir alguna vez a Tulio Halperín, ese gran historiador argentino, terminen por ahogarse épicamente en un vaso de agua.

-Escribiste un libro sobre la toma de la Escuela de Derecho en 2009, cuando presidía el Centro Alumnos Gabriel Boric. Estos días la Facultad volvió a ser tomada. ¿Crees que existen coincidencias entre ambos movimientos?

-Son parte de la misma historia, con la diferencia que en estas tomas de estos últimos días (Filosofía y Humanidades, Derecho y Casa Central) no se entiende qué quieren los manifestantes. En la toma de Derecho de 2009 Boric et al. estaban en contra del poder establecido. En 2011 en las calles de Chile, lo mismo.

Ahora, sin embargo, cuesta comprenderlos. ¿Para qué necesitan protestar si son gobierno y podrían canalizar su revolucionismo por esa vía, muy allendista por lo demás, no sólo conseguir pega en la administración pública? Y, si no se sienten partidarios del gobierno, ¿es porque son anarquistas, están más a la izquierda que el Frente Amplio, Partido Comunista, y el Socialismo Democrático?

Aunque, con el Partido Comunista nunca se sabe, son sibilinos, todo lo miden en términos estratégico y táctico. Presionan hacia dentro y fuera del gobierno del que dicen ser parte. En una de éstas, atornillan al revés.

-Hicieron ruido las críticas que hizo Alfredo Joignant a Lucy Oporto. ¿Cuál es tu valoración del trabajo de ella?

-La reflexión que viene haciendo Lucy Oporto es valiosa porque provee ángulos de análisis sobre fenómenos sociales y políticos marginales fuera de lógicas convencionales, desde luego elecciones, partidos, el Servicio Electoral, o incluso el activismo feminista que se ha convertido en referente orgánico. Por eso no debieran sorprender las objeciones de Alfredo Joignant o Javiera Arce, tampoco su academicismo.

Es que es bien posible que Lucy Oporto, en las antípodas del tipo de trabajo, lenguaje, referencias, que se practica y exige en nuestras universidades, desafía la manera de operar al interior de ellas. Y eso que tiene trasfondo filosófico e intelectual perfectamente reconocible y no menos riguroso.

Yo mismo, en seminarios y cursos en Humanidades de la U. de Chile, en que indago sobre el fenómeno de estallidos y revoluciones desde una perspectiva histórica, la hago leer, en particular su ensayo potentísimo “El Cristo roto y el lumpenfascismo”, publicado en 2016, sobre el ataque a la imagen de un Cristo crucificado de la Gratitud Nacional por una horda de encapuchados. Es decir, una lúcida descripción analítica anticipatoria, ofrecida tres años antes de la asonada en grande que fue el 18-O.

No se tiene que estar de acuerdo con ella para apreciar sus alcances. Comparto con Lucy Oporto que nuestra educación superior está en decadencia y no le interese la academia y los papers. En efecto, van en contra de toda esa extraordinaria tradición de ocho siglos que ha hecho de las universidades magníficos espacios para pensar y publicar libros intelectualmente osados. Oporto merece ser contrariada pero en serio, no por redes sociales y con ninguneos. De lo contrario, le dan la razón cuando ella sostiene que insultos de ese orden no dignifican lo que pretenden defender.

-Al Gobierno llegó una generación que lideró el movimiento estudiantil. Sin embargo, los ministros de Educación han sido cuestionados. ¿Cómo analizas el actual momento?

-Lo único que diría de los ministros de Educación del gobierno es que quizás están bastante más bajo en competencia que incluso el resto de los ministros de esa cartera desde el gobierno de Aylwin hasta ahora, que era un estándar no muy alto que digamos. Lo otro que señalaría es que esta nueva generación que llegó hace poco a gobernar desde La Moneda, es sólo un estertor de una historia mucho más compleja que viene de bastante más atrás.

En efecto, la crisis de la educación en Chile y el mundo tiene que ver con su expansión, tanto con la masificación de la educación escolar, como con su promoción a favor de una clase media, en especial en la educación universitaria. De esta última surge la crítica y movilización política de los años 60 en Europa y en Norteamérica y Sudamérica que acompañara el fin de la Postguerra.

Por eso es tan convulsiva. Puso en cuestión nada menos que el modelo progresista hasta ese momento liberal-conservador altamente consensuado incluso con la socialdemocracia y el comunismo en Europa, dando origen a una Nueva Izquierda crítica del establishment y de la izquierda comunista. Esta heterodoxia, junto con la revolución cubana, es lo que, por su parte, terminó produciendo el quiebre institucional chileno en 1973 del que todavía no nos recuperamos.

Este es el contexto de nuestra actual situación todavía en crisis. De ahí que justamente mi libro, La Escuela Tomada: Historia / Memoria 2009-2011, al que le dediqué seis largos años de escritura (fue publicado en 2015), trate sobre la crisis de las universidades, su principal tema. Lo de la toma de la Escuela de Derecho de Pío Nono en 2009 y sus proyecciones cubre sólo la primera mitad del libro (unas 300 páginas) sirviendo de introducción e ilustración a lo que sigue y es lo clave.

Su segunda otra mitad se focaliza en la Universidad de Chile en su totalidad y actual ruina, en las otras universidades chilenas sean públicas o privadas, y por último en las universidades actuales en el resto del mundo, por ejemplo, Harvard, Oxford, Cambridge y otras que también conozco desde adentro (con 300 páginas adicionales).

-El Gobierno cumplió dos años y el Presidente se prepara para la cuenta pública. ¿Cuál es tu apreciación de administración de Boric?

-Las deudas son evidentes, pero dejemos que las señalen sus propios partidarios; son los más afectados. Ahora bien, desde una postura opuesta, esperemos que no se vuelva a abusar de la incontinencia verbal para proponer de nuevo lo que se ha demostrado hasta el cansancio que no pueden hacer. Pensar que Vicente Huidobro dijo alguna vez que todo lo bueno que se ha hecho en este país lo han hecho los jóvenes. Quizás sea eso lo que termine por sepultar este gobierno históricamente y su identificación con una generación nueva, la que se pensaba que vendría a renovar este país. Ironías de la historia. Terrible ironía.

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