Vodanovic, Boric y la crisis de seguridad: decir mucho y hacer nada. Por Kenneth Bunker

Ex-Ante

Con Vodanovic, y también otros alcaldes oficialistas a bordo del carro, La Moneda no podrá seguir empujando la idea de que no hay una crisis de seguridad ni la idea de que no se necesitan a los militares para resolverla. Si Boric sigue en su rumbo, como si nada ha pasado, se irá aislando cada vez un poco más. Quizás no perderá el apoyo de la base de extrema izquierda que, como él, se ha negado tajantemente a darle más poder a las Fuerzas Armadas, pero sí de la tajada socialdemócrata que entiende que no adoptar medidas más drásticas en este momento traerá tremendos costos políticos en el futuro.


Una de las noticias de la semana es, sin duda, el desesperado llamado del alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic, para que el gobierno, su gobierno, decidiera desplegar militares.

El asunto es llamativo por varias razones.

La primera tiene que ver con la forma. El hecho de que el alcalde haya decidido hacer su punto de prensa en La Moneda es una noticia en sí. Vodanovic no estaba obligado a hacerlo ahí, pero por algo lo hizo. En vez de llamar directamente al Presidente o a la Ministra del Interior por teléfono para manifestarles lo mismo, decidió hacerlo frente a decenas de cámaras y micrófonos. El hecho revela la dejación que existe en el gobierno con el asunto. El alcalde sabe que su mensaje no hubiese tenido el mismo impacto de haber sido entregado de otro modo.

Otra razón tiene que ver con el mensaje en sí, que sorprendió a todos, en tanto el alcalde viene de una coalición que se ha negado sistemáticamente a aceptar la crisis de seguridad. Por lo bajo, el llamado de Vodanovic desnuda la mera existencia de la crisis, y por lo alto, revela su magnitud. Si un alcalde de la coalición de gobierno que hasta hace poco negaba la crisis ahora se ve obligado a pedir la intervención de militares en su comuna, nada más y nada menos que desde los patios de La Moneda misma, es porque la cosa debe estar muy mala.

Finalmente, está la naturaleza del llamado, que, si bien tiene que ver con la forma y el fondo, no es lo mismo. La posición de Vodanovic a favor de la vía militar no es solo un alcalde pidiendo apoyo a un gobierno, es la demanda de un político que viene de un sector que contribuyó directamente a profundizar la crisis pidiendo dar un paso atrás. Si bien es raro que el alcalde pida la intervención de militares siendo que su propio gobierno ya ha negado la necesidad, es aún más raro que el alcalde lo pida siendo parte del sector que ceremonialmente ha pedido la desarticulación de las fuerzas armadas.

En esta luz, parece evidente que el llamado de Vodanovic se origina por la incapacidad del gobierno de actuar a tiempo y que no solo contribuye a constatar la gravedad de la crisis de seguridad, sino que también su extensión. Por su impacto, desde ahora en adelante será imposible ignorar el asunto.

Con Vodanovic, y también otros alcaldes oficialistas a bordo del carro, La Moneda no podrá seguir empujando la idea de que no hay una crisis de seguridad ni la idea de que no se necesitan a los militares para resolverla.

Si Boric sigue en su rumbo, como si nada ha pasado, se irá aislando cada vez un poco más. Quizás no perderá el apoyo de la base de extrema izquierda que, como él, se ha negado tajantemente a darle más poder a las Fuerzas Armadas, pero sí de la tajada socialdemócrata que entiende que no adoptar medidas más drásticas en este momento traerá tremendos costos políticos en el futuro.

Es obvio que Vodanovic no actúa desde la bondad, sino que por incentivos electorales. La crisis en Chile, como en Maipú, no comenzó este año, y por lo mismo la oportunidad de haber actuado antes siempre estuvo.

La única razón que explica que se haya catalizado la ola de llamados actuales (liderado por Vodanovic), es porque quienes hablan deben enfrentar una elección a fin de año. Si los alcaldes oficialistas que hoy piden intervención militar no tuvieran que ir a la reelección en octubre, probablemente seguirían igual de pusilánimes frente a la crisis.

Los alcaldes que no acepten la gravedad de la crisis de seguridad serán castigados en las urnas. No solo por no sintonizar con la demanda de los ciudadanos, sino que además por no hacerse materialmente cargo de la decadencia.

Simplemente no se explica que alcaldes que hace un año se andaban paseando públicamente con poleras del Perro Matapacos hoy estén pidiendo intervención militar.

Considerando el contexto electoral, es probable que la demanda seguirá incrementando. Cada vez más seguirán entrando más alcaldes oficialistas al ruedo, y con eso irá aumentando la presión para que el gobierno tomé cartas en el asunto.

Al menos el episodio de la semana le abre una puerta al gobierno. La demanda oficialista por más seguridad le permitirá al presidente justificar la potencial colaboración con las Fuerzas Armadas.

Si Boric decide avanzar con Vodanovic, y militarizar estratégicamente, podrá conseguir avances relevantes en lo que la mayoría de los chilenos consideran la crisis más grande del momento. A la larga, podrá decir que se hizo cargo del problema (a pesar de que todos sabrán que también habrá sido responsable de ella). Al menos resolver la crisis de seguridad, vía militarización, le permitirá optar por un legado que de otro modo no tendría.

Si decide ignorar a Vodanovic, y aliarse con el ala más extrema de su coalición, la crisis se seguirá profundizando. A esta altura es obvio que la estrategia que ha adoptado no solo no ha funcionado, sino que además está permitiendo su prolongación. No actuar no solo afectará la elección de los alcaldes que actúan estratégicamente (como Vodanovic), sino que también se la de todos los chilenos, en tanto el gobierno actual habrá dejado atrás una estela de violencia e inseguridad.

El tercer camino, que lamentablemente es el más probable, es el camino del medio, el callejón sin salida. Juzgando por la lentitud con que se ha movido el gobierno frente al asunto, por todas las complicaciones políticas que hay en la coalición oficialista, y el liderazgo blando y horizontal que ha mostrado el Presidente, lo más probable es que Boric evite tomar una decisión que irreversiblemente se haga cargo del asunto.

Si el gobierno cambia su narrativa y adopta la de Vodanovic tampoco significa que vendrán cambios de fondo. Boric puede aceptar que hay una sensación de inseguridad sin admitir que hay una crisis de seguridad, y puede admitir de que la inmigración irregular está creando sendos problemas en la Educación Pública y el acceso de Vivienda sin nunca tener que tomar acciones.

Podrá decir mucho y hacer nada, como ha sido la tónica hasta ahora.

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