-¿Crees que ha habido un manejo errático de las autoridades?
-Sí, totalmente.
-¿Cuáles han sido los principales errores cometidos?
-Que no hemos tenido una política clara. Porque se toman decisiones inconsultas. Pero también hay una mala relación, a nivel de mandos medios, de Estadio Seguro con los gerentes de la ANFP.
-¿Y el rol de la delegada presidencial, Constanza Martínez?
-Los delegados presidenciales tienen mucha atribuciones y suspenden partidos, como el de la U. de Chile y Cobresal. Lo que pasó en Calama no tiene ningún sentido. La solución no es pedir y pedir guardias, por ejemplo. Están pidiendo un carabinero cada 40 espectadores. Es una cifra bastante alta. ¿Por allá será la solución? Quedan dudas.
-¿Qué te parece esta idea del registro de hinchas?
-Creo que el problema no son los hinchas. El problema son los violentos. Y los violentos siempre tienen formas de evitar este tipo de medidas, los grupos organizados. Los piños (grupos de personas que se reúnen espontáneamente) y las pandillas organizadas dentro de las barras, son el problema.
Suponer que todos los hinchas son delincuentes significa más carabineros, más rejas, más dificultades para acceder al estadio. La solución para mí está en sacar a los violentos del estadio.
-¿Cómo los sacas?
-Este lunes el senador Walker hablaba de una agencia nacional anti violencia en los estadios. Se le han presentado 14 reformas al proyecto de ley de violencia en los estadios y no ha prosperado ninguna.
Debería ser un grupo especial de la PDI, que en el fondo pueda identificarlos y detenerlos. Todavía es fácil porque se exhiben en redes sociales. Y sabemos dónde van a actuar.
-¿Cuántos son?
-No hay ninguna estimación, porque nadie la quiere hacer. Resulta sospechoso que estos gallos siempre tengan entradas, siempre estén en los estadios. Y entonces uno puede inferir que hay relación con los estamentos del fútbol y con los estamentos de la política.
-¿Como evalúas lo que ha hecho el presidente Boric? Él prometió un acento social en el tratamiento a las barras barras.
-Esa idea quedó descartada en la primera semana de gobierno. Quedó claro que no servía. Era una visión beata. Ingenua. Torpe. Que está fundamentada en cientistas sociales y algunos ex integrantes de barras bravas. Utilizando estudios muy dudosos, donde hacían caso omiso, por ejemplo, de las pandillas violentas.
Lo que pasa es que hay grupos de barras bravas más politizados, pero no mandan en el estadio. Los que mandan son los piños violentos.
-¿Cuál es el perfil del barrista violento?
-Son pequeños narco, bandas delictuales que se van a hacer fuertes al estadio. Van a demostrar poder, van a marcar territorio. Y los tienen identificados. Incluso yo he hablado con gente ex integrante de la Garra Blanca de otra época y saben quiénes son y los conocen bien. Sobre todo en Colo-Colo, donde actúan con mucha libertad.
-¿De qué manera se nota?
-Hicieron un funeral narco el año pasado. Esto nunca fue publicado, pero los descubrieron comiéndose un asado adentro del estadio. Ellos tienen como moneda de cambio la violencia, viven de la violencia y su industria del chantaje. Ellos chantajean permanentemente.
-¿Cómo chantajean? ¿A los dirigentes del fútbol, a los jugadores?
-Sí. Hay un ejemplo muy claro cuando Arturo Vidal en el partido de Colo Colo con Huachipato, tiene que ir a parlamentar con los garreros en la Supercopa. Y después dice: “tal vez hubiéramos jugado el partido entero, si le mostramos la Copa”. Es decir, si hacíamos lo que ellos decían, tal vez podíamos jugar. La barra brava te dice a qué hora jugar, cómo jugar y si a ellos les da la gana te interrumpen el partido. O sea, un chantaje permanente. Y a vista y paciencia de todo el mundo.
-¿Es cierta la conexión que se hacía entre la primera línea del estallido y grupos de barristas?
-Sí. Pero la primera línea es una fantasía. Eran un grupo de encapuchados. Es cierto que los grupos más radicalizados de la Garra Blanca aprovechaban el estallido social para ganar aceptación social, prestigio.
-Así como ha entrado un crimen organizado a Chile mucho más violento, ¿estas barras bravas son más agresivas ahora que hace unos cinco o diez años?
-Sí. Ahora definitivamente son bandas criminales. Lo más llamativo es que son delincuentes de baja o mediana estofa, generalmente muy jóvenes. En realidad existen todas las herramientas para identificarlos y sacarlos. Pero no hay ninguna voluntad política.
-¿Hay una disputa política entre Pamela Venegas de Estadio Seguro y la delegada presidencial de la RM, Constanza Martínez?
-Claro, pero el problema es que son dos personas que no saben nada de barras bravas.
-Has investigado este tema hace 20 años. ¿Ha cambiado mucho el fenómeno?
-Las barras pasaron de ser grupos jerárquicos organizados a grupos ultra atomizados, donde no hay liderazgos claros. Muchos grupos violentos utilizan el estadio como lugar de disputa para establecer quién es más poderoso.
-¿Crees que hay una solución?
-Sí. Totalmente. Primero, un endurecimiento de la ley. Al que entra a la cancha o provoca actos violentos importantes, como ocurre en Inglaterra, le dan tres meses de cárcel. Y prohibición de volver al estadio. Mira lo que pasó en Paraguay, en un partido entre Cerro Porteño que es un equipo como Colo Colo y el 2 de mayo, que es un equipo minúsculo. Dos facciones de la barra de Cerro Porteño provocaron incidentes como los de acá. Hubo algún herido. Y en 13 días el Tribunal de Penas de la Federación Paraguaya había castigado con diez años a las dos barras. 22 tipos por diez años no pueden entrar a cualquier espectáculo masivo. Los paraguayos lo pueden hacer y nosotros con toda la tecnología, no. Cuesta entender.
-¿Por qué los Panamericanos fueron tranquilos?
-Porque los violentos no vieron un negocio ahí. Y no les regalaron entradas. No hubo necesidad de rejas, ni de control biométrico. La gente hizo colas larguísimas. No hubo aglomeraciones. No hubo turbazo, como los del Estadio Monumental, cuando entran de a 100 sin pagar.
Hay una cosa muy beata en la manera en que el Gobierno aborda las barras bravas. Dicen que no quieren discriminación. Pero el fútbol tiene que discriminar. O sea, yo prefiero que se discrimine a ciertos hinchas violentos a que se trate a todo el público como ganado que va al matadero.
-¿Por qué los propios clubes no los expulsan?
-Analiza lo que dijo el presidente del club Social y Deportivo Colo Colo Matías Camacho: que se sacaba el sombrero ante la Garra Blanca. Lo dijo tres horas antes que la Garra Blanca dejara la escoba en el partido Colo Colo-Huachipato. Ahí vemos la raíz del asunto.
-¿Es un enfoque equivocado el del gobierno?
-Los piños pandillas no se van a tranquilizar ni van a ayudar. La barra brava no va a evolucionar a ser un ente socialmente proactivo. Es una ingenuidad. Ya lo entendió el Gobierno en un montón de aspectos. Pero en el estadio todavía no lo entienden.
Las pandillas van cometiendo delitos desde que salen de sus respectivos barrios. Van saqueando lugares, roban en todas partes. Hace dos años había unos sociólogos diciendo que las barras bravas tenían que ser parte del proceso constitucional. Así de delirantes estaban.
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