Irina Karamanos ha explotado su faceta más controversial tras poner término a su relación sentimental con el Presidente Boric. Es decir, explotar un legado inexistente como ex “primera dama”, intentando construir una épica detrás de la fantasiosa idea de “usar el poder para desarmarlo”, apelando a lugares comunes y significantes vacíos, como diría Laclau.
Irina inunda páginas de papel cuché, publicará un libro y estrenará nuevos emprendimientos como una cafetería sastrería en el sector oriente de la capital.
¿Hay algún problema con eso? Veamos.
Una de las buenas definiciones de lo que son las políticas públicas la dio el politólogo Thomas R. Dye: “es todo lo que los gobiernos deciden hacer o no hacer”. El valor de esta definición, más allá de su simpleza es que pone sobre relieve que, no hacer algo, o dejar de hacer algo que se venía haciendo, es también una toma de decisión política.
Cuando Irina Karamanos comenzó a “habitar” el cargo de primera dama -más allá de lo cuestionable que fue esa denominación de un gabinete en términos unipersonales “Gabinete Irina Karamanos” -que ya advertía sobre su alto nivel de autoestima- Karamanos tomó una definición política; no continuar la línea histórica de trabajo de las primeras damas en Chile: promover políticas públicas con impacto en sectores vulnerables de la población.
Sonrisa de mujer fue una política pública impulsada por la ex Primera Dama Luisa Durán que permitió que miles de mujeres recuperaran la dignidad a través de algo tan simple y cotidiano, pero no por eso menos relevante: no sentir vergüenza a la hora sonreír por ausencia de piezas dentales.
El alto costo de los tratamientos odontológicos en nuestro país, sumado a la natural descalcificación de las mujeres producto de la maternidad, estaban provocando un problema no sólo de autoestima en un sector importante de la población femenina, sino que también de salud pública, que el programa de manera bastante pionera, fue capaz de identificar y abordar.
Desde un ángulo diferente, Elige Vivir Sano fue una política pública impulsada por la ex Primera Dama Cecilia Morel que se propuso fomentar un cambio de hábitos culturales asociados a la nutrición y la calidad de vida, especialmente asociado al sedentarismo de las familias chilenas.
Nuevamente, la obesidad y el sedentarismo están también correlacionados con el nivel de ingresos de una familia. Comer sano, o acceder a infraestructura deportiva, puede llegar a ser un privilegio, y el Estado puede cumplir un rol, no imponiendo ni controlando, sino que promoviendo y fomentando estilos de vida más compatibles con una vida sana.
Obsesión identitaria. Irina Karamanos apostó por dar un giro en el enfoque de las políticas públicas promovidas por las primeras damas, desplazando el foco, como ya es tónica dentro de la nueva izquierda, hacia grupos identitarios.
Irina promovió desde la Coordinación Sociocultural de la Presidencia un “enfoque interseccional, de derechos humanos y perspectiva de género, inicialmente con énfasis en pueblos indígenas, migración, género y diversidad sexo-genérica”.
El enfoque interseccional es una trasmutación de la vieja idea dialéctica marxista entre grupos opresores y oprimidos, con la salvedad de que, en esta reformulación, el grupo oprimido ya no es la vieja clase obrera, sino que diversas identidades, cuyos menoscabos y supuestas experiencias de dominación, se superponen entre sí, otorgándole más fuerza a la demanda por reconocimiento y activación de derechos especiales.
Por ejemplo, si alguien es indígena y pertenece a una minoría sexual, al mismo tiempo, en ese entrelazamiento, se produce una “interseccionalidad”. A la hora de indagar en el legado de Karamanos como “primera dama” uno se encuentra con cosas del tipo “instalación de una mesa de trabajo donde participan 16 organizaciones LGTBIQ+ para incorporar sus demandas y desarrollar políticas en materias de derechos trans con distintos ministerios”.
El problema con ese foco es que, al poner todo el énfasis de la acción y dirección política hacia estas identidades, hay grandes mayorías silenciosas que dejan de ser prioridad, o bien, pasan a ser invisibles a la hora de la definición de políticas. Por ejemplo, las mujeres, muchas de las cuales, aún se sienten incómodas a la hora de sonreír.
Irina emprende. Karamanos es ex alumna del Colegio Montessori Huelquén de La Dehesa, un colegio de enseñanza alternativa cuya matrícula anual asciende a 5 millones de pesos y una cuota de incorporación de 70 UF. Luego, continuó sus estudios en el Colegio Alemán de Santiago, institución de la que egresó. Un origen, por cierto, privilegiado.
Una de las cosas más llamativas de su perfil, es que, dependiendo del entrevistador, Irina adquiere una profesión distinta. Algunos la consideran Antropóloga, otros Socióloga, el resto Curadora de Arte, uno que otro Politóloga, y en más de algún perfil, se le considera Lingüista. Lo cierto es que Irina estudió durante 1 año Licenciatura en Arte en la U. de Chile y luego se fue a Heidelberg, Alemania, donde estudió Ciencias Sociales, algo así como una licenciatura general, que no le otorga ninguno de los títulos que se le asignan. Pero la cosa no va por ahí, porque la real profesión de Irina es el activismo.
Lo que Karamanos busca es ser diputada y, como el sistema electoral parlamentario vigente permite que con un puñado de votos tengas chance de acceder a un escaño en la Cámara, sus opciones son reales.
Quizás, el único requisito a cumplir es que Irina debe continuar al centro de la polémica, porque en el show business de la política es tremendamente cierto aquello de que no hay publicidad mala.
Consciente de lo anterior, Karamanos nos ha sorprendido a través de curiosas entrevistas performáticas, de que será autora de un libro durante el año 2024. También ha advertido de llamativas, pero quizás muy lucrativas, nuevas facetas, como la instalación de una sastrería café emplazada en el límite entre Ñuñoa y Providencia, algo así como la Franja de Gaza del wokismo nacional y una curatoría de arte en la comuna de Vitacura.
Tras “deshabitar” el cargo de Primera Dama, lo que ha quedado claro es que si algo habita en Irina, son todas las contradicciones y desconexiones, tan propias del Frente Amplio.
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