-¿Está su sector incómodo con las reuniones que ha sostenido el gobierno con el mundo empresarial?
-Siempre es bueno que el gobierno converse con la sociedad civil, porque eso ayuda a ver la realidad que ha resultado ser tan esquiva para este gobierno. Sin embargo, esas conversaciones no reemplazan el debate en el Congreso. Quiero ser claro: si empresarios y gobierno acuerdan algo similar a lo que ya rechazamos, entonces la propuesta no será viable. La volveremos a rechazar.
-¿Qué cosa sería viable?
-Un cambio en el foco. Una mirada más amplia y de largo plazo. Habría que poner sobre la mesa una corrección a los infinitos errores de la reforma del ministro Arenas, una revisión del gasto del Estado, especialmente de los programas mal evaluados, un acuerdo en materia de Modernización del Estado, una priorización del destino de los recursos y un estatuto pro crecimiento y pro inversión.
-Y los gremios empresariales, ¿no han puesto esos temas sobre la mesa?
-No creo. Yo asumo que los empresarios buscan otras cosas, como cerrar rápido este tema para tener certezas. Habrá algunos también que están cómodos con menos competencia. Otros que no tienen la visión más amplia y más larga que requiere esta conversación. Además, del gobierno dependen permisos ambientales y administrativos. Y ya sabemos que a este gobierno le encanta el chantaje.
-¿En qué sentido chantaje?
-Chantaje número 1: el programa del gobierno no se puede cumplir sin aprobar la nueva constitución. Chantaje número 2: los problemas no se pueden solucionar sin reforma tributaria. Con un gobierno así, si yo fuera empresario también me siento a conversar con una sonrisa en la cara: no vaya a ser que después detengan todos los proyectos de inversión.
-¿Ustedes le han planteado estos temas al gobierno?
-No hemos tenido el espacio. En la primera reforma tributaria el gobierno nunca tuvo un verdadero diálogo con nosotros. Simplemente hacía valer sus mayorías en la comisión de Hacienda. En la mesa técnica, el ministro no estuvo nunca y nuestras expertas acusaron maltrato. En este segundo intento de reforma tributaria tampoco han querido conversar con nosotros. Se juntan con todo el mundo, pero no con Chile Vamos. En materia de pensiones no ha habido una sola conversación en serio y el gobierno anuncia que esto se empezará a votar en julio. La estrategia del gobierno es errada pero clara: no conversar con nosotros.
-¿Y qué explicaría esa estrategia del gobierno?
-Es una estrategia que responde a sus maximalismos. Conversar implica siempre ceder. Y este gobierno no quiere ceder.
-¿No teme que el gobierno les endose a ustedes el fracaso de la reforma y la consiguiente falta de recursos para resolver temas como el aumento en la PGU?
-Ese es el segundo chantaje del que hablaba recién. Y sería bueno recordarle al gobierno que estuvieron semanas endosándonos responsabilidad por el rechazo de la primera reforma tributaria, y un mes después sufrieron la peor derrota electoral de la historia. Los chilenos no son tontos, y nosotros no nos dejamos chantajear.
-Dicho lo anterior, en el caso de las 40 horas, al gobierno sí le funcionó esta estrategia. Primero se juntaron con la CPC y después se socializó con el parlamento donde fue aprobado el proyecto.
-La dupla Vallejo-Cariola presentó un proyecto de reducción de jornada laboral sin flexibilidad. El presidente Piñera reaccionó presentando un proyecto de reducción de jornada pero con flexibilidad. La Cámara aprobó el primero y rechazó el segundo, pero lo que finalmente salió del Congreso es mucho más parecido al proyecto de Piñera que al de las comunistas. Y eso se logró en el Senado, no afuera del Congreso.
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