-En una carta que escribiste en El Mercurio dices que las grandes empresas no son las que pagan la reforma tributaria, sino que en el fondo, las personas comunes y corrientes. ¿Cuál es tu análisis al respecto?
-Es algo que ha sido estudiado por la economía. Sucede que si tienes una empresa, el impuesto significa un mayor costo y tratas de defender tus utilidades. Entonces subes los precios porque cuesta más producir.
Y eso, terminan pagándolo los consumidores. Por otro lado, como sube el precio, se vende un poco menos. Hay que producir menos y echar a algunos trabajadores. Eso pasa.
-Sube el desempleo y se encarece el costo de la vida.
-Claro. Hemos subido tanto los impuestos, pero después nos sorprendemos: “Oye, qué pasa que la vida está más cara”.
-¿Qué te parece la reforma tributaria que busca el Gobierno?
-Yo creo que aquí hay una cuestión tremenda: en Chile cada cierto tiempo hay una reforma tributaria, como le llamamos eufemísticamente.
Si sigues en esta dinámica, lo que vamos a tener es un país cada vez más chantado. Bueno, estamos viviendo eso. Este país hace tiempo que se chantó.
Ya en el gobierno de Aylwin, se empezaron a subir los impuestos. Después tuvimos menos crecimiento con Frei. Con Lagos, todavía. Lo mismo Bachelet. Cada gobierno fue bajando el crecimiento. En el primer gobierno de Piñera también subieron los impuestos y ahí pasaron cosas un poco raras. Subió un poco la tasa de crecimiento durante ese gobierno.
-¿Qué cosa rara hubo?
-Como el gobierno de Bachelet había crecido tan poco por la crisis del año 2008, hubo un poco de efecto rebote. Y además tuvo el terremoto del 2010. Esa recuperación con mucho gasto público, significó también un crecimiento, pero que no es sostenible.
Luego vino el segundo gobierno de Bachelet y fue peor que el primero. Porque ahí vino la reforma de Alberto Arenas, que fue muy mal hecha. Se le remecieron los cimientos al sistema tributario. Hicieron cosas súper ineficientes. Y ahí el crecimiento pasó a ser menor que el crecimiento de la población. Entonces empezamos a perder ingreso per cápita. Después vino el segundo gobierno de Piñera y con el cuento del estallido volvimos a tener un crecimiento prácticamente nulo. Posteriormente vino la pandemia.
-¿Vinculas el bajo crecimiento al aumento de impuestos? Aylwin creció mucho, y se hizo una reforma.
-Sí, pero nos estamos metiendo en una dinámica continua de subir impuestos. Y con esa dinámica, estamos produciendo este efecto que hace que las personas se perjudican. El crecimiento se para porque hay menos inversión, porque los inversionistas extranjeros ya se sienten menos atraídos por el país. Los mismos inversionistas nacionales, tampoco quieren invertir mucho en una cuestión que no se sabe cuántos impuestos va a terminar pagando. En el mensaje presidencial salieron un montón de expectativas nuevas de que se iba a pagar la deuda de los profesores y el CAE, cosa que todos sabemos que no hay cómo financiar.
-Los números no dan para pagar el CAE y la deuda, ¿no?
-No dan. Y con esa dinámica vas chantando la economía. La tenemos detenida. Ya la hemos chantado por mucho tiempo. Esto no es una cosa de este gobierno. Viene desde hace tiempo. Pero todos los gobiernos siguen en la misma. Y no sé en qué están pensando. Porque fíjate que Suecia, por ejemplo, en sus malos tiempos llegó a tener 85% del PIB en gasto público. Hasta que colapsó Suecia y tuvo la tremenda crisis a inicios de lo 90.
-¿Crees que Chile no necesita una reforma tributaria?
-Chile necesita bajar impuestos. Necesitamos bajar gasto público y bajar impuestos. Porque ahí se produce el efecto exactamente al revés. A las empresas se le reducen los costos, entonces empiezan a tratar de vender más porque está mejor el margen; con eso bajan los precios y al bajar los precios aumenta la producción, contratan más trabajadores. O sea, una dinámica positiva.
Cuando subes impuestos, no te resulta porque la recaudación no sube como tú esperabas, porque como baja la actividad y como los impuestos son en función de las utilidades de las empresas, baja el crecimiento. La gente dice: “fantástico que suban los impuestos”. Pero nadie le explica a la gente que eso va a significar que ellos van a tener menos pega, van a ganar menos, las cosas le van a costar más caras.
-Trabajaste mucho tiempo en Codelco. ¿Qué te parece esta idea de una compañía nacional del litio?
-Me parece re mala. A nosotros durante mucho tiempo nos fue muy bien en minería, con el código de minería que tenemos. A través de dar concesiones mineras a los que descubran minerales y a los que pagan las patentes. Se vino todo el mundo a Chile porque este era un sistema muy bueno. Se vinieron grandes inversionistas mineros, se pusieron a explorar.
Chile tuvo un boom minero impresionante. Ese sistema funcionó perfecto. Ahora, el gobierno militar, cometió un grave error cuando dejó fuera el litio del código.
Dejaron el litio como no concesible. Litio hay en muchas partes. Argentina tiene litio, Bolivia tiene litio.
-¿Debería ser concesionado?
-Por razones ideológicas, nadie le ha puesto el cascabel al gato. Hace años que se debía haber dicho: “cortémosla con esta lesera y hagámoslo concesible”. Y se habrían desarrollado todos los salares que están ahí a la espera de normas que les permitan explotar. Hay varias empresas que tienen proyectos, que no pueden partir.
La fórmula para tener un boom del litio impresionante en Chile sería hacerlo concesible, o sea, hacer igual que los demás minerales.
-¿La fórmula del gobierno es viable?
-Y ahora este gobierno llega con la teoría de que una empresa estatal explote el litio. Si esa cuestión se acabó cuando fue la caída del muro. Entonces estamos con este enredo. Chile era el primer productor mundial de litio. Ahora Australia nos pasó pero por lejos, o sea, está produciendo el doble que nosotros. Y tiene menos facilidades, porque Australia tiene casi puro litio de roca, que es más caro de producir.
-¿Pero tú trabajaste en Codelco, que es una empresa estatal?
-Fui presidente del Directorio. Pero cuando tú eres el Estado, no hay mejor negocio que privatizar las empresas. Y después tú participas en las utilidades gracias a los impuestos.
Yo creo que meterse en una aventura bastante loca estatal para el litio, cuando la solución sería súper simple: hacerlo concesible. Así nos llenaríamos de inversionistas por el entusiasmo que hay con el litio en este momento y con el precio que está muy alto. Pero ese boom se va a acabar. Hay que aprovecharlo ya. En vez de eso nos estamos metiendo en esta política en la que nadie cree. Fíjate que hablaron de que querían tener el 51% estatal. O sea, yo voy a llegar a invertir el 100%, pero tengo el 49%.
-¿Cómo ves el rol de SQM en ese escenario?
-El único proyecto que tiene el Gobierno en realidad es renovarle a SQM su contrato que vence el 2030. Y el costo para SQM es que tiene que asociarse con Codelco, que va a tener el 51%. Y SQM, entre perderlo todo y eso, se las arreglará, porque son muy buenos en lo que hacen. Lo único positivo ahí es que resolvieron el problema político que era negociar con SQM.
-André Sougarret oficializó su renuncia a la presidencia ejecutiva de Codelco este martes, pero se hará efectiva el 31 de agosto. ¿Cómo evalúas su gestión y qué te parece su salida?
-No tengo información sobre eso, así que no puedo opinar al respecto.
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