Lo quieren, lo justifican, lo defienden y lo perdonan. Son esa porción granítica en torno al 30% de la población que apoya la gestión del Presidente Boric. Habitan en una suerte de democracia de los afectos, aunque es mucho más complejo que una simple promesa de amor eterno hacia Gabriel. No es pura idolatría, equiparable a la que tienen las “swifties” hacia Taylor Swift o el ARMY de BTS, es también ideología.
El Panel Ciudadano de la Universidad del Desarrollo ha elaborado una serie de estudios que indagan en las diferencias entre electores “habituales” (quienes venían votando con voto voluntario) y electores “obligados” (quienes no votaban con voto voluntario, pero ahora sí lo hacen). La pregunta es: ¿hay diferencias en la aprobación presidencial entre votantes voluntarios y obligados? Sí, las hay. Mientras en los votantes habituales un 40% aprueba a Boric, sólo un 18% de los votantes obligados lo hace. En definitiva, no votan obligados, votan por convicción.
La frase se remonta a la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992. El principal estratega del candidato del Partido Demócrata debía enfrentar una campaña cuesta arriba frente a George Bush padre. El asesor descubrió que la clave estaba en relevar en la campaña los asuntos cotidianos de la gente, como el manejo de la economía y pegó un cartel con la frase “Es la economía, estúpido” en el comando de campaña. Clinton ganaría la elección y la frase se popularizaría, sintetizando la idea de que el principal determinante del voto es la economía.
Volviendo a Chile, de acuerdo con el propio Panel Ciudadano, la aprobación al Presidente Boric en el grupo entre 18 y 30 años llega a un 45%. Si uno complementa dicha cifra con datos provenientes de otras encuestadoras como Cadem, que arrojan que la mayoría de los aprobadores de Boric son personas correspondientes a los tramos medios o altos de la distribución socioeconómica, llegamos a la madre del cordero: universitarios.
Pero cuidado, que la universidad sea el principal recinto de socialización política progresista no es algo exclusivamente chileno.
En el libro Political Cleavages and Social Inequalities: A Study of Fifty Democracies, 1948–2020 de los autores Amory Ghetin, Clara Martínez-Toledano y Thomas Piketty, publicado en 2021, se testea empíricamente que mientras que en el pasado el voto de izquierda era fundamentalmente de bajos ingresos y pocos años de escolaridad en términos de acceso a educación superior, a contar de la década de los 80/90, la tendencia cambia, pasando a ser la variable educacional la más relevante a la hora de explicar el voto progresista, con un peak a contar del año 2010, en lógica de mayor acceso a educación superior, mayor apoyo a movimientos progresistas.
Esta tesis ha sido abordada desde otras perspectivas por autores como el profesor de la Universidad de Columbia, Mark Lilla, quien ha planteado que la izquierda progresista norteamericana abandonó súbitamente los sindicatos para refugiarse en los campus universitarios de la elite.
Glastonbury es el festival de música alternativa más importante del Reino Unido, un símil de Lollapalooza, pero británico. Jeremy Corbyn, el derrotado candidato a primer ministro del Partido Laborista en Reino Unido, generó una suerte de boom entre los jóvenes británicos. Para muchos, precisamente su apabullante derrota (la peor en 70 años para los laboristas) se explicó porque abandonó el discurso de clase trabajadora para concentrarse excesivamente en temáticas “progres”, hoy denominadas “woke”.
Fue tal el boom de Corbyn entre los jóvenes que en el año 2017, que el candidato se subió al escenario principal de Glastonbury a dar un discurso de campaña, como si fuera uno más del line up o lista de artistas confirmados (el video está en youtube). Su desempeño en Glastonbury fue descollante, su resultado en las urnas, desastroso.
En Chile, no tenemos Glastonbury, pero tenemos Lollapalooza. El vocalista de Jane’s Addiction, Perry Farrell, creador de la franquicia Lollapalooza se refirió en la última edición del festival en Chile al Presidente Gabriel Boric, en pleno escenario: “Oí que tienen un nuevo Presidente en Chile, que conecta con la gente (…) Un hombre del pueblo (…) Es un muy buen momento para estar vivo en Chile”. La reacción del público fue un estremecedor aplauso. Los jóvenes en Chile están viviendo una suerte de Boricpalooza.
Los aprobadores del Presidente son progresistas en altos decibeles. Nuevamente, el Panel Ciudadano de la UDD da algunas luces. Un 70% de los aprobadores a Boric piensa que el aborto debe ser libre, seguro y gratuito, sólo un 22% de los desaprobadores está de acuerdo con aquello.
Un 44% de los aprobadores a Boric cree que debe despenalizarse el porte de drogas como la marihuana, mientras que sólo un 20% de quienes lo desaprueban está de acuerdo con dicha afirmación y un 86% de los aprobadores está muy de acuerdo con el matrimonio homosexual, esa cifra dentro de los desaprobadores es de un 23%.
El Presidente Boric declaró: “Cuando alguien dice soy del 38% me genera orgullo y escozor”. Jorge Arrate, en La fuerza democrática de la idea socialista, señala que “las derrotas no son nunca completas salvo cuando los vencidos olvidan las razones por las que lucharon”. El 38% que votó por la opción Apruebo en el plebiscito de salida es un grupo minoritario en nuestra sociedad, que fue severamente derrotado ¿qué duda cabe? Pero no es cualquier minoría derrotada, es una minoría altamente cohesionada desde el punto de vista ideológico, programático y cultural; no ha olvidado las razones por las que votaron Apruebo, citando a Arrate.
Contra toda chambonada de los convencionales, Rojas Vade mediante, con todo el “plurichile” y por más deshonra a la bandera nacional, estuvieron ahí, votaron Apruebo. Algo parecido sucede con los adherentes a Boric. Sin ir más lejos, hay una altísima convergencia entre el Apruebo y Boric. De acuerdo con Cadem, en torno a un 70% de los aprobadores a Boric votaron Apruebo.
Como describe Alfredo Sepúlveda, autor de Los mil días de Salvador Allende y la vía chilena al socialismo, “La Unidad Popular no fue simplemente un gobierno, no fue simplemente una cuestión electoral. Fue una cultura”. Icónico resulta el cartel en medio de la debacle de la Unidad Popular que decía: “este es un Gobierno de mierda, pero es mi Gobierno”. Algo parecido pasa con Boric, ¿La diferencia? Quienes portaban esos carteles eran parte de la clase trabajadora: celebraban en peñas. Quienes hoy, pese a todo mantienen las chapitas de Boric en sus mochilas, son universitarios que celebran en Lollapalooza.
Chile enfrenta un estancamiento productivo de casi dos décadas, según el informe de la CNEP 2024. A pesar de un leve crecimiento económico, los salarios aumentan sin respaldo en productividad, agravando las holguras del mercado laboral. El consumo privado y la inversión siguen débiles, mientras el empleo formal muestra señales preocupantes.
Las afirmaciones de la diputada —de que no participó en el Caso Convenios— se empezaron a derrumbar tras conocerse chats de su celular, el que solo entregó a más de un año de que comenzara la investigación. Una pregunta clave es por qué no borró comprometedoras conversaciones, como las referidas a Miguel Crispi, con quien […]
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El ministro de Hacienda, Mario Marcel, detalló a la comisión de Hacienda del Senado los mecanismos de financiamiento, las proyecciones de impacto fiscal y las garantías de que el nuevo sistema mixto no comprometerá las finanzas públicas a largo plazo. Este miércoles se espera el informe del Consejo Fiscal Autónomo (CFA).