-Se cumplen cuatro años del estallido y según la encuesta Criteria, la visión negativa ha subido de 33% a 55%. Esto es bastante significativo. ¿Qué causas crees que tienen esta decepción o esta distancia de la gente?
– Por primera vez, es más la gente que considera que el estallido social fue negativo para el país que positivo. Después de cuatro años ninguna de las demandas que la ciudadanía salió a solicitar se ha cumplido. No ha habido salud para todos, no ha habido cambio en materia educacional, la economía está peor de lo que estaba hace cuatro años atrás. Entonces, a la vuelta de la esquina, la situación es más mala, estuvo lejos de mejorar.
-Las movilizaciones vistas como algo positivo han caído desde un 76% en 2020 a un 44% en 2023.
-Efectivamente, hoy día se ve una frustración y un desencanto con los resultados de las movilizaciones. Aunque subsiste la idea de la necesidad de manifestarse para conseguir logros sociales.
-¿Estas cifras están relacionadas con el proceso constituyente, que mucha gente visualiza como un fracaso?
-Sí. Hay rabia. La promesa de que una nueva Constitución se iba a hacer cargo de las demandas del estallido social no llegó a puerto. La respuesta de la clase política fue frustraste. Y eso la ciudadanía lo percibe.
-En el tema del uso de la violencia, el 62% está en contra de que pueda servir para ser escuchados. En 2020 la apoyaba un 51%. ¿Hay un quiebre de tendencia?
-Sí, pero al mismo tiempo empieza a crecer la idea de que la clase política no escucha. Esto puede encender un estallido social en algún momento. Queda la sensación de que se sigue abusando y ciertos sectores querrán ir a perseguir a todos los políticos, porque esta clase política no dio el ancho. Las asonadas populistas pueden tener un caldo de cultivo, porque va a tomar forma la idea de que la clase política no es capaz de hacerse cargo de las demandas de las personas.
-Ayer hubo una votación en el Congreso, pero el PC ni el Frente Amplio condenaron la violencia y de hecho Andrés Giordano, de RD, dijo que sin violencia no hay proceso constituyente. ¿Ahí hay una contradicción o falta de sintonía con la gente?
-La izquierda no logra entender que la ciudadanía lo que todavía valora del estallido fue la legítima demanda, no la violencia. Cuando la izquierda insiste en esta lógica, solo se va metiendo en el barro porque va generando un desacople total con la gente sobre la violencia. La gente lo que legitima es la movilización, no los destrozos. De ese modo, la izquierda se distancia de las subjetividades mayoritarias de la población.
-¿Te llama la atención el silencio del oficialismo?
-Me sorprende pero lo entiendo. Una vez que se instala como relato dominante en la sociedad que el estallido fue malo, quienes instigaron el estallido sin condenar nunca enérgicamente la violencia, están fuera de juego. No nos olvidemos que en febrero ardía Viña, y en marzo también estaba desatada la violencia. Y la izquierda seguía sin condenarla. Por lo tanto, quienes estuvieron de protagonistas y apoyaron la violencia no quieren aparecer hoy asociados con el estallido porque pagan más costos que beneficios.
El Gobierno, en este contexto, no quiere pisar el palito de asociarse con el estallido porque eso sí que le daría mucha carne a la campaña de la derecha de acusar al Frente Amplio y al PC de seguir valorando la violencia. Además de negarse a aprobar una nueva Constitución que fue escrita en democracia. Hay un cálculo político.
-¿Es conveniente para el presidente Boric que esté en China? ¿Eso le permite no meterse en una polémica sin beneficios para él?
-El presidente Boric junto a Camila Vallejo fueron dos protagonistas importantes del estallido. No nos olvidemos que Camila Vallejo pertenece a un partido que ni siquiera firmó el acuerdo del 15 de Noviembre. Boric lo firmó. Pero ninguno tuvo la fuerza ni el liderazgo para oponerse a las situaciones de violencia.
-Hablando en términos de marca, el estallido social ¿es una marca que está de capa caída, que está muerta, que perdió el atractivo que tenía antes y sobre todo, perdió significado? ¿Hay legado del estallido social?
-Hoy día el legado es visto como negativo. No obstante, es una marca que todavía logra convocar a sectores de la izquierda, que no son más que el 30%, que apoya al gobierno. Yo puedo decir, objetivamente, que esto ha sido más malo que bueno. Pero la población piensa que la culpa no es mía, sino de la clase política.
Yo tengo la impresión de que todavía hay una sensación de que esto no fue escuchado. La clase política no estuvo a la altura con una Constitución que generara un nuevo pacto social, avalado por la gran mayoría de los chilenos, ni por una Constitución que nos uniera a todos. No fue la casa común ni nada de eso.
-Va a quedar la sensación de que la izquierda va a preferir la Constitución de Pinochet. Si vota en contra, en el fondo está optando por lo que hay que tiene sus raíces en la dictadura.
-El Gobierno hoy día y el oficialismo probablemente se vayan en contra de la propuesta constitucional. Esto va a ser una pelea entre izquierdas y derechas. El mejor escenario para Republicanos. Si pierdo, me quedo con la Constitución del 80. Si gano, me quedo con una Constitución de derecha.
-¿Hubo algún punto de inflexión en esta caída de la valoración del estallido?
-De alguna manera la gente tienen un juicio crítico sobre este mundo político que avaló la violencia, el destrozo de la ciudad, que generó el temor de los inversionistas en volver a invertir en Chile. Como resultado del estallido estamos en una crisis económica, no hay inversión ni empleo y los sueldos no alcanzan. Todo eso cuestionó el estallido en su conjunto. Y por otro lado, cuestionan a la izquierda por no haber sido enfática en condenar la violencia, una actitud que tiene secuelas hasta hoy día.
-Incluyendo a a Boric, que era diputado.
-Incluyendo a toda la izquierda en ese minuto. Es como los costos de haber apoyado los retiros. La falta de mirada de largo plazo y preocupación por el país la va a pagar caro la izquierda. Una cosa es llegar al gobierno y otra cosa es poder sostenerse legítimamente y con credibilidad en La Moneda una vez que las acciones que tú emprendiste para poder llegar al poder empiezan a desacreditarse.
-Se volvió a vandalizar el café literario Providencia.
-Es muy mala señal. Y de alguna manera le repercute al mundo que no fue explícito en la condena de la violencia. Esto va a tener secuelas, posiblemente en el plebiscito de salida del 17 de diciembre.
-¿Qué piensas de la idea de golpe no tradicional que intento instalar Piñera?
-Es difícil tener una opinión, uno está embarazado o no. No hay matices.
-¿Tú crees que si gana el “en contra” se necesita un nuevo proceso?
-Si gana el contra, lo que prevalece es la constitución actual. No hay espacio para un plan B, desde el punto de vista de la gran mayoría de la población. Un nuevo proceso sería decirle a la gente que salga a la calle a manifestarse y a mandar a buena parte a todo el mundo político. Si gana el rechazo, quedaría un texto que la izquierda siempre quiso terminar o ponerle lápida.
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