¿Fidel Castro? No, Fidel Espinoza. El senador socialista se ha transformado de manera involuntaria en el líder de la oposición a la hora de enfrentar el escándalo Democracia Viva. Espinoza ha hecho, de esta causa, una cruzada personal. Contra viento y marea, Fidel denuncia y fiscaliza. Muchos odian a Giorgio, pero pocos lo hacen con la intensidad de Fidel Espinoza. El verdugo del frenteamplismo tiene fundadas razones para arremeter contra la “banda liderada por Jackson” como los ha tildado. Fueron ellos, quienes en plena embriaguez constitucional, le quisieron arrebatar su bien más preciado: el escaño en el Senado.
Una flor en el desierto
Una de las funciones esenciales de cualquier oposición es fiscalizar los actos de gobierno. En el pasado la derecha contó con robustos diseños de fiscalización en la Cámara de Diputados ¿cómo olvidar la dupla “Pérez y Pérez”, conformada por los parlamentarios Víctor Pérez y Lily Pérez? Tan punzante llegó a ser su rol, que a fines de los 90s El Pánzer, José Miguel Insulza, furioso, le dijo a Joaquín Lavín, en pleno apogeo de su candidatura presidencial,: “amarre a sus perros, que andan mordiendo gente en la calle”, haciendo alusión a la temida dupla. El diario La Tercera incluso tituló al día siguiente con “Insulza trata de perros a los diputados de Lavín”.
Usando la metáfora de Insulza, la pregunta es ¿quién “muerde” hoy en las filas parlamentarias opositoras? Pocos. Inclusive se llegó a esbozar una nueva filosofía opositora, algo así como una “oposición compasiva” bajo la máxima de “resistir la tentación de capitalizar la crisis del Frente Amplio”, como señaló un connotado dirigente de centroderecha, exponiendo la situación como un falso dilema. ¿Por qué un falso dilema? Ser oposición firme no es equivalente a ser oposición desleal: aquella que con tal de propiciar un golpe al Gobierno es capaz de horadar la democracia.
Esta oposición no ha sido capaz de propiciarle ningún rasguño al Gobierno. ¿Cuántos ministros hubieran caído si fuera la derecha quien estuviera en el Ejecutivo expuesta a un caso de similares características? Quizás, hasta el Gobierno hubiera caído. Si se trata de oposiciones desleales, basta ir a octubre de 2019 para recordar quienes son realmente los que se comportan así.
Pero frente a esta suerte de desierto opositor, surge Fidel Espinoza, algo así como una flor en el desierto ¿Quién habría pensado que la principal voz opositora contra el Gobierno más de izquierda desde la Unidad Popular en nuestra historia reciente vendría desde un senador socialista?
Caudillo puertomontino contra colectivo ñuñoíno
Fidel Espinoza corresponde al tipo ideal del caudillo weberiano. Su legitimidad se origina a partir del carisma. Es el tipo de líder que logra atraer seguidores ejerciendo el poder sobre la base de atributos personales y la capacidad de convocar y movilizar masas. Basta hurgar un poco en su biografía. El gran salto en la carrera política de Fidel Espinoza vino de la mano de la compra de una estación radioemisora en Puerto Montt, desde donde comenzó a emitir un programa llamado “Aló Diputado” en la Radio Reloncaví.
Lejos del glamour frenteamplista más dado a los Instagram lives y el asambleísmo universitario, el por ese entonces Fidel Diputado construyó su ascendiente político jugando pichangas en el sur y vinculándose a sindicatos de trabajadores del salmón: “Dejen de Gobernar desde Ñuñoa y sus cómodas posiciones” fue la interpelación del ahora Senador Fidel Espinoza a la ministra de Medio Ambiente de la actual administración, ejerciendo una oposición férrea al proyecto de Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
En lugar de alinearse con la agenda del medio ambientalismo radical progre, Fidel estuvo con los trabajadores del salmón y sus fundados temores a perder la pega. En definitiva, un viejo socialista batallando contra el progrerío ñuñoíno frenteamplista.
Interés propio y sentido común
Para entender a cabalidad el conflicto entre Fidel Espinoza y Giorgio Jackson debemos remontarnos al proceso constitucional de 2022. Fidel Espinoza había alcanzado la cúspide de su carrera política al hacerse de un escaño en el Senado por la Región de Los Lagos. Pero el Ministro Jackson quiso arrebatarle su tesoro más preciado, al liderar desde La Moneda el proyecto constitucional, que entre otras aberraciones, proponía eliminar el Senado tal y como lo conocíamos.
Espinoza marcó territorio y señaló: “Jackson ha estado más preocupado de la destrucción de las instituciones democráticas que de preparar verdaderamente una agenda de seguridad para el país”. Pero para ser justos con Espinoza, cabe señalar que el Senador también formuló críticas más allá del mero interés propio, al advertir tempranamente la agenda excesivamente identitaria del anterior proceso constituyente, cuestión que en su diagnóstico, comenzó a alejar a la izquierda de los sectores medios y populares. Indicando, por ejemplo, que la propuesta de aborto libre fue uno de los temas que hicieron perder al Apruebo.
El foso y la escalera
En la famosa serie Juego de Tronos se describe con una inteligente metáfora la tesis del vacío de poder. Frente al trono, dos consejeros dialogan “¿Qué nos queda cuando abandonamos la mentira? Caos, pero el caos no es un foso… es una escalera. Muchos intentan subirla y fracasan; nunca podrán hacerlo de nuevo, la caída los destroza. Pero otros, aunque se les dé la oportunidad de subir, se aferran al reino (…) Ilusiones. Solo la escalera es real. El ascenso es todo lo que hay”.
Fidel Espinoza no se aferró al reino. Podría haber guardado un cómodo silencio o tomar palco. Pero Espinoza fue con todo y por todo. ¿Llegará a la cima? ¿Caerá al foso? No lo sabemos. Lo importante es que Fidel está en la escalera y desde ahí dirige un desarticulado frente de ataque opositor, con quienes no comparte ideología, pero sí un objetivo: Giorgio Jackson, el “líder de la banda”.
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