Quiero escribir del Chile Day celebrado en Londres esta semana, pero antes de hacerlo una necesaria aclaración: estoy ahora en el Consejo Consultivo de InBest, la institución que lo organiza, por lo que puedo estar sesgado.
Chile Day es un evento en que viajan unos 250 chilenos, entre ellos empresarios, ejecutivos, autoridades y parlamentarios para encontrarse con sus pares londinenses. La idea es presentar nuestro país sin ocultar nuestras debilidades, pero sin exagerarlas: la ropa sucia se lava en casa. También aprender de los londinenses e intercambiar ideas con ellos en paneles técnicos sobre temas como fintech, capital de riesgo, impuestos, ciberseguridad, pensiones, financiamiento de infraestructura, sustentabilidad y cambio climático.
Era el onceavo Chile Day en Londres, y el primero enteramente presencial en tres años. Con sólidas presentaciones de Mario Marcel y Rosana Costa, y un panel sobre la Constitución, logramos translucir algo del tímido optimismo que se ha ido dando en sectores de nuestro país en el último trimestre. Tenemos muchos problemas, pero no en cantidades exageradamente mayores a los de muchos otros países, incluso en Europa. Tal vez hasta estemos en una suerte de vanguardia en cuanto a tomar consciencia de problemas sociales que están latentes en todas partes.
Si bien en Londres abarcamos con honestidad nuestros problemas políticos y económicos, debo confesar que eludimos otros, entre ellos los quizás más agudos. Por ejemplo, la delincuencia, el narcotráfico, la inmigración ilegal, el terrorismo en zona mapuche, la sensación en general de que en nuestro país está en retirada el imperio de la ley.
Tampoco entramos en mucho detalle en cuanto a la dificultad para conseguir permisos para proyectos de inversión. Tal vez sentimos que era legítimo eludir estos temas ya que seguramente para el Chile Day de 2023, los estaría solucionando un gobierno ya más práctico, menos soñador o revanchista. Nos asistían en esa creencia buenas noticias muy concretas, como la firma del tratado con la Unión Europea, y la ojalá inminente entrada en vigor del CPTPP.
Una cosa notable: había parlamentarios de casi todo el espectro político, de Apruebo Dignidad a Chile Vamos, y entre ellos no se detectaban mayores discordias. Predominaban la amistad, la complicidad que se da entre chilenos en el extranjero. ¿Habrá una lección aquí? ¿Una que indica que no es tan imposible convivir con nuestras discrepancias, aprender los unos de los otros?
¿Será necesario tener que viajar a Londres para acceder a esa buena onda, una en que dejamos de vernos a través de estereotipos, dándonos cuenta de que somos todos seres humanos complejos, con atributos buenos y malos, y que en realidad nuestras intenciones son generalmente buenas, aun cuando las ideas que albergamos difieran?
En Londres nos prometimos replicar la buena onda del Chile Day al volver a nuestro país, y como si en Chile nos estuvieran oyendo, nos llegó la alegre noticia del acuerdo constitucional, uno en que nadie va a estar plenamente satisfecho, pero donde se acata el sentimiento del presidente Boric cuando dijo “es preferible un acuerdo imperfecto a no tener acuerdo”.
Es lo que se logró, según una enojada Karol Cariola cuando dijo que “no es un acuerdo perfecto, es absolutamente imperfecto”. Lo mismo pensarán todos los negociadores involucrados. Muchos estarán enojados, pero permitieron que renazca un ojalá no breve espíritu de sacrificio en nuestra política.
Chile Day tiene una importancia global para nuestro país porque Londres es un centro financiero global. Pero también la tiene para nuestras relaciones con Reino Unido, donde valoran el evento. El gobierno británico ayuda a armarlo, y este año firmamos un acuerdo de cooperación entre nuestros ministerios de Hacienda. La relación entre los dos países no podría estar en mejor pie, y me alegra mucho el entusiasmo y la inteligencia que les presta la embajadora Susana Herrera Quezada, mi sucesora en el cargo.
En este momento un tema importante de la relación es la aspiración de Reino Unido a sumarse al CPTPP. Hace tiempo que nos están pidiendo ayuda, pero es poco lo que podíamos hacer mientras no ratificábamos el tratado. Ahora—o muy pronto—sí podremos ayudarles.
Con todo Chile Day me llenó de optimismo, si bien reconozco que para salir del atolladero actual, cabe resignarnos a un esfuerzo arduo y largo.
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