En la previa de la elección de consejeros constitucionales se produjo un apasionado debate sobre qué era lo que estaba en juego. Para algunos se trataba simplemente de elegir a 50 consejeros mientras que para otros era un plebiscito sobre el desempeño del gobierno y del presidente Boric, cosa que el oficialismo hizo todo lo posible por evitar pues sabían que les iría mal.
A estas alturas ya nadie discute que el resultado fue un claro repudio al gobierno, que el socialismo democrático sufrió un serio revés, tanto dentro como fuera de la lista oficialista y que el Partido Comunista tuvo un muy buen desempeño alcanzando más del 8% de los votos por primera vez desde el retorno de la democracia.
Pero lo que nadie esperaba era que la derecha tomara el control absoluto del consejo constitucional alcanzando la mayoría de los 3/5, que la habilitan en teoría para escribir la nueva constitución a su pinta. Digo en teoría porque espero que la derecha tenga la inteligencia suficiente como para no repetir los mismos errores que llevaron al rechazo en el plebiscito de salida en septiembre de 2022.
Sin embargo, hay que tener claro que la derecha no dudará un instante en usar su mayoría para defender las bases fundamentales del Orden Público Económico consagrado en la actual constitución también conocido como el principio de subsidiaridad, según el cual el Estado no debe (aunque pueda) incursionar en actividades en las cuales los privados lo pueden hacer mejor y que garantiza en materia económica un trato igualitario entre éstos y el Estado, aplicando a ambos las mismas reglas. En otras palabras, el modelo económico, el Santo Grial, que ha estado bajo el ataque de la izquierda durante décadas se salvó.
Esta es sin duda la consecuencia más relevante de todo lo ocurrido hasta ahora en el proceso constituyente que se inició durante el segundo gobierno de la presidenta Bachelet. Porque la esencia de la lucha de la izquierda por una nueva constitución redactada por una asamblea constituyente ha sido desde siempre la sustitución del sistema económico “neoliberal heredado de Pinochet”.
Es cierto que el 7-M el tema del modelo económico no estuvo en la balota y sería abusivo pretender que hubo un pronunciamiento explícito a favor o en contra. Sin embargo, el voto de los ciudadanos fue sumamente político en el sentido de entender que lo que estaba sobre la mesa era el diseño institucional, económico y social del país; que aún estaba fresca en su memoria el carácter refundacional del texto rechazado. No es casualidad que ahora una inmensa mayoría similar a la del rechazo haya votado por candidatos de oposición.
Por eso lo del domingo fue una gran derrota estratégica, ideológica y política para la izquierda, sobre todo porque hubo un momento en que estuvo a un tris de cambiar el modelo cuando tuvo el control de la asamblea constituyente, que se le escapó de las manos por su comportamiento sectario y abusivo, del que hoy se arrepiente.
La legitimidad del modelo económico ha estado en cuestión desde que empezó la transición. Se olvida y por eso vale la pena recordarlo que el discurso con que Boric llego al poder es muy parecido al que nosotros hacíamos para el plebiscito de 1988 durante la campaña del NO. Hablábamos contra las Isapres, las AFP, las privatizaciones que ofrecíamos revertir, criticábamos el estado subsidiario y culpábamos al modelo de todos los males.
Una vez en el gobierno se desarrolló un doble discurso en el que se culpaba a la constitución de Pinochet por la imposibilidad de cambiar el modelo económico aún cuando no existía la voluntad política de reemplazarlo; sino más bien de hacerle correcciones, cosa que ocurrió en muchos aspectos importantes como en seguridad social. La concertación adopto una política de “ambigüedad estratégica” sobre el modelo económico que se debatía entre la crítica y su adopción pragmática.
Hoy la izquierda está entre la espada y la pared, en un callejón sin salida ya que estaría dando por superada la “constitución de Pinochet” y al mismo tiempo dándole legitimidad democrática al modelo de economía social de mercado que tanto ha combatido.
Creo que ningún país puede alcanzar el desarrollo si su modelo económico esta siempre siendo cuestionado y carece de legitimidad social y que ésta es una de las razones fundamentales por las cuales Chile se estancó en su crecimiento. Pero eso ahora podría cambiar con una nueva constitución ratificada en un plebiscito que lo consagre.
Soy un convencido de que por lo menos un sector de la derecha entiende la trascendencia de que el proceso sea exitoso y que ello requiere de cambios importantes, que hay que hacer concesiones mutuas; que nunca la derecha tendrá un mejor escenario que el actual y por ello tiene la responsabilidad de cuidar el proceso.
Una derecha que asume que el modelo económico actual no es incompatible con un estado social de derechos, principio que ya está consagrado en los bordes constitucionales. En ese sentido es bueno que parlamentarios de derecha hayan presentado un proyecto de acuerdo que reitera la obligatoriedad de respetarlos. También es alentador que José Antonio Kast haya hecho un llamado a sus consejeros a ser “prudentes y distanciarse de la fallida convención”
De todas formas, no se puede ser ingenuo; los debates serán tormentosos por la presencia dominante del bloque republicano ultraconservador que ha manifestado su adhesión irrestricta a la constitución vigente, su hostilidad hacia los derechos reproductivos de las mujeres, su rechazo a la paridad, al reconocimiento de los pueblos originarios y a toda forma de participación del Estado en actividades económicas productivas.
Para la izquierda serán momentos horrorosos, duros, difíciles porque las derrotas tienen consecuencias. Una cosa es ser minoría en el parlamento situación que por definición siempre será circunstancial, transitoria, reversible. Otra muy distinta es ser minoría en un consejo en el cual se define la nueva constitución que fija las reglas del juego por los próximos 50 años.
No veo cómo la izquierda podría salir medianamente contenta o satisfecha del proceso constitucional, cuales serían los avances y concesiones que podrían compensarla. Porque aún si lograra un acuerdo con Chile Vamos el sector republicano tiene votos suficientes para vetar.
La única alternativa que le quedaría sería encabezar una opción de rechazo en caso de que sus aspiraciones mínimas no sean consideradas por una aplanadora derechista reminiscente de la conducta de la izquierda en la convención, lo que considero improbable pero no imposible. Me cuesta imaginar al presidente Boric encabezando una campaña por el rechazo a una nueva constitución y exponiéndose a una tercera derrota.
Con 35 votos a favor, el Senado aprobó este martes el proyecto que crea el Ministerio de Seguridad Pública. La iniciativa fue trabajada desde agosto por una comisión mixta de senadores y diputados, y contiene 28 artículos, además de modificaciones a la ley del Ministerio del Interior y 11 disposiciones transitorias. La repartición tendrá como […]
La presidenta del FA aseguró que la frase “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre” —publicada en las redes sociales del partido y que hace referencia al territorio comprendido entre el río Jordán y el mar mediterráneo, donde están Israel y Cisjordania— era un llamado a la igualdad. En agosto un tribunal de […]
Es difícil pensar que habrá voluntad política para avanzar en una reforma al sistema político en un año electoral. Sin embargo, se trata de una discusión relevante que debemos tener con urgencia: la escasa confianza en los partidos y el Congreso es una bomba de tiempo que pone constantemente en riesgo a nuestra democracia y […]
El derrotado candidato de Chile Vamos a la gobernación de Santiago, que dio la sorpresa al pasar a segunda vuelta, analiza su campaña contra Claudio Orrego y afirma que le queda “mucho por mejorar” en su carrera política. “Tengo 38 años, fue la primera vez que enfrenté la papeleta. Me quedan muchas cosas por cambiar. […]
El Frente Amplio se sumó al Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino con una publicación en redes sociales que abrió una controversia, que se sumó a las protagonizadas por La Moneda por el conflicto en Gaza. “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”, decía el mensaje, considerado un discurso de odio […]