El presidente Boric anunció, junto al gobernador regional y los alcaldes de Providencia, Santiago, Estación Central y Lo Prado, la decisión de recuperar la plaza Italia o Baquedano o Dignidad, tras tres años de destrucción y abandono en manos del “octubrismo”. Es una medida que simbólicamente representa un paso hacia una nueva normalidad.
El proyecto de mejoramiento del eje Alameda-Providencia fue presentado originalmente por la presidenta Michelle Bachelet, pero su implementación quedó suspendida en forma indefinida. El gobernador Claudio Orrego insistió reiteradamente en la importancia de recuperar dicho programa incorporando en él una forma de potenciar y resignificar la plaza de las celebraciones deportivas y las manifestaciones ciudadanas, amén de mejorar la gestión del tránsito vehicular en ese emblemático encuentro de comunas y avenidas, que en su tiempo el intendente Benjamín Vicuña Mackenna definió como parte del camino de cintura de la ciudad.
La decisión del gobierno es importante y merece el apoyo transversal de la ciudadanía. Por cierto tiene complejidades, pero dada la historia transcurrida especialmente a partir del 18 de octubre de 2019, es imperativo hacerse cargo y dotar a ese espacio de un nuevo significado que permita el resurgimiento barrial, con su comercio, fuentes de soda, museos, bibliotecas, teatros y espacios verdes de esparcimiento. Recuperar el sector debería incluir la reconstrucción del museo Violeta Parra, el café literario del parque Bustamante y otros sitios patrimoniales destruidos o vandalizados. Superados los tiempos de “la revuelta”, hay que recuperar, reconstruir y mejorar la ciudad.
Santiago, lo sabemos, vive una crisis inaudita. La violencia organizada se apodera de las calles y el feísmo invade los muros de la urbe. Los liceos otrora emblemáticos de la educación pública sucumben ante los violentistas ácratas. Los vendedores ambulantes exhiben el contrabando sobrepasando cualquier posibilidad de fiscalización. Pequeñas y grandes empresas huyen del centro cívico. Cientos de familias chilenas y de migrantes se instalan en improvisadas carpas en las plazas y parques afectando la salubridad de los espacios públicos.
La Plaza Italia/Baquedano/Dignidad o como se llame en el futuro es sin duda el sitio que representa en Santiago -conflictivamente, hay que decirlo- de mejor manera las memorias de los chilenos. Por eso resulta tan importante salir de su abandono y por eso encontraremos tanta pasión en su resignificación.
Ciertamente habrá muchas ideas y propuestas acerca de los monumentos que merecen estar allí. Históricamente ha sido lugar para destacar historias y personajes masculinos, Manuel Rodríguez, el general Baquedano, el presidente Balmaceda. Quizás sea hora de, como decía Gabriela Mistral, que los chilenos seamos menos cóndor y más huemul simbolizando en aquella representativa plaza nuestros deseos de paz política, de conciliación social y de poder vivir y disfrutar la ciudad.
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Hoy, la emoción dominante en la sociedad es el miedo. Miedo a la delincuencia, miedo al crimen organizado, miedo a que terminemos devorados por el narcotráfico, miedo a los inmigrantes. Miedo y más miedo.
El matapacos fue un símbolo de violencia. Un elemento disruptivo nacido y criado para despreciar a las fuerzas del orden. En sus orígenes, el perro concitó apoyo de todos, o casi todos, los que están hoy en el gobierno. Hay imágenes del perro en sus marchas, en sus poleras, en sus computadores y en sus […]
Fiestas, drogas, armas, prostitución, pornografía y escoria sonora: en esto consiste la pseudoestética expansiva del crimen organizado y su barbarie, que se despliega en un proceso paralelo de captación de clientes y adeptos. Si acaso el surgimiento de una variante del octubrismo y su victimismo asociado, oportunista y mafioso, nunca extinguidos del todo.