Este documental, cuyo título es elocuente, nos hace percatarnos cómo en Christopher Reeve se tensionaron las contradicciones vitales de todo ser humano. Superman, el hombre invencible, vs Christopher Reeve, el ser humano vulnerable.
Como a todos, el azar y todo aquello que no controlamos, que es mucho más de lo que solemos pensar, también lo sacudió.
Eso sí, tal como Superman y su alter ego, esos contrastes fueron brutales. Todo ello en el breve lapso de 52 años.
Los cuatro Superman que el actor filmó lo catapultaron a lo más alto del firmamento de Hollywood y lo hicieron un hombre riquísimo. Pero siempre se la jugó por diferentes causas (Chile aparece muy brevemente en medio de varias fotos). Y también filmó películas que se acercaban más a su vocación artística.
Lo otro que le fascinaban eran los deportes que significaban acción y movimiento: fútbol, esquí, navegación a vela, escalar, subir cerros, saltar a caballo. Fue en una competencia de equitación que sufrió aquel accidente. Era 1995.
El azar, lo fatal: un jinete experimentado, que había ganado premios en este deporte, con todas las protecciones reglamentarias, sufre una caída devastadora. Quedó con vida ¿por azar? Sí, pero con un diagnóstico desolador: “su cabeza quedó separada de su cuerpo”, explica un médico del equipo que lo recibió en el Hospital. Tenía 42 años. De sus tres hijos, el menor, Will, tenía 3.
Como un hombre corriente, Christopher Reeve tuvo una vida de altibajos, arrastrando dolores que lo marcaron en su infancia y que sí, luego tocó el cielo y fue un privilegiado. Estudió en la Julliard (¡nada menos!), allí donde sellaría su amistad con Robin Williams; actuó en teatros del off Broadway y cuando lo llamaron para audicionar en el casting de Superman en Londres, viajó desde Nueva York y regresó en el día: había sido aceptado.
El documental está salpicado de momentos lindos y también divertidos. Antes y después del accidente. Buena parte del relato es de él mismo (grabó un audio libro). Luego están los de sus hijos Matthew, Alexandra y Will; la madre de los dos primeros, Gae Exton; y la de Will, Dana. El productor de los Superman; Robin Williams, Glenn Close, Whoopi Goldberg, Susan Sarandon. Todo ello intercalado con videos caseros, archivos personales, registros de televisión, noticiarios.
Hay muchas frases en este documental que se incrustan en el alma.
Quizás lo que más sorprenda es que, en “esa delgada línea entre la esperanza y la desilusión” en que se deslizó su alma, se impuso la idea “del valor de vivir”. Mirar hacia atrás y luego de experimentar la confusión y el duelo, concluir que tuvo que pasar lo que ocurrió para entender que tanta “acción”, esos deportes que le fascinaban, no era lo importante. Que gracias a lo que vivió comprendió lo que esas miles de personas en su misma situación necesitaban.
No quejas. Sí información. Acción, mucha acción. Y concreta: Obama promulgó una Ley fundamental para las personas en esas condiciones.
Visibilizar, esa palabra ahora tan manida, nunca había cobrado más sentido: a eso se dedicó. La Fundación que echó a andar, la siguen manteniendo activa sus hijos.
Aquí están sus introspecciones asombradas, en los momentos en que descubre nebulosamente qué ocurre con él, con su cuerpo. Entonces se autorrecrimina (“arruiné mi vida y la de los demás”); llega a pensar en que es mejor que lo desconecten de las máquinas que lo mantienen vivo. La frase de su mujer fue la que lo devolvió a la vida, afirma. Dana le dice que apoya lo que él decida pero agrega: “estoy aquí contigo, siempre. Sigues siendo tú y te amo”.
Él murió en 2004. Dieciocho meses después, víctima de un agresivo cáncer, fallecería Dana.
Super/Man. The Christopher Reeve Story
Dirección: Ian Bonhôte, Peter Ettedgui
Guion: Ian Bonhôte, Otto Burnham, Peter Ettedgui
Documental
EE,UU., 2024
Duración: 106 min.
No es exactamente una película imperdible, pero (si no la fueron a ver al cine) se van a llevar una muy grata sorpresa con esta secuela.
Si Tim Burton sorprendió a toda una generación con esta historia de fantasmas, mansiones embrujadas, muertos no tan muertos y vivos irremediablemente conectados con el más allá, Beetlejuice Beetlejuice es un despliegue de imaginación, humor y humanidad. Y desde las primeras imágenes, muy atractivas y cargadas de atmósfera, se nota cómo ha crecido un realizador que ha demostrado originalidad y talento desde aquel 1988 en que su singular película se volviera un hit.
La historia que se urde va creciendo en voltaje y está llena de situaciones sorprendentes y giros variados hasta el final.
Uno de los logros, y la razón fundamental de porqué este relato funciona de manera novedosa, es que logra ensamblar a la perfección los personajes del elenco original con aquellos nueva generación. Winona Ryder es Lydia Deetz, ya adulta, madre de una rebelde adolescente, Astrid (Jenna Ortega). La chica ¡detesta! que su madre sea la famosa conductora del programa de televisión “Mansión Embrujada”, donde se gana la vida “atendiendo” casos en un estudio repleto de gente. Astrid amaba a su padre fallecido en un accidente en el Amazonas. Para peor, muere su abuelo (genial la secuencia en stop motion), que estaba casado con la muy especial Delia (Catherine O’Hara).
Esto los lleva a aquel castillo encumbrado en una colina sobre el pueblo donde se han sucedido antes los hechos.
Por allí aparecen el ridículo productor del programa (Justin Theroux); un chico del pueblo con el que Astrid traba amistad y luego los personajes del inframundo donde, por cierto, Beetlejuice (Michael Keaton) aguarda su oportunidad. Allí también hay una policía que resguarda que las cosas tengan su orden, comandada por un ex actor estilo Los Intocables (Willem Dafoe). Pero las cosas sí que se salen de cauce y revive la temible Delores (Monica Bellucci).
Abundante en humor (ojo con la música), las situaciones insólitas se producen en medio de ese sorprendente mix de ritos y costumbres muy convencionales de los vivos con aquellos del submundo de ultratumba.
Tras estas caóticas correrías hay una historia de reencuentro madre-hija, que necesariamente debía pasar por toda esta deschavetada historia.
Tim Burton ha dirigido a Jenna Ortega en la exitosa serie Merlina (Netflix).
Dato. También está en Max la película original de Tim Burton: Beetlejuice el súperfantasma (1988), con Michael Keaton, Alec Baldwin, Geena Davis, Winona Ryder, Catherine O’Hara. El guionista principal también fue Michael McDowell.
Beetlejuice Beetlejuice
Dirección: Tim Burton
Guion: Michael McDowell
EE.UU., 2024
Duración: 144 min.
Tan emocionante y tan exquisitamente filmada que la primera vez que la vi me dejó ¡estremecida!
El guion es muy sutil y a la vez intenso (como lo es la novela de Claire Keegan en que se basa: “Foster”, que en su versión al castellano se tituló “Tres luces”).
La niña callada del título es Cáit (Catherine Clinch), una preciosa chiquitita de 9 años de la Irlanda rural de los ’80, tímida, de ojos atentos, pero temerosa. Ella es una más de un gran familión que vive más o menos precariamente: su madre está superada por los quehaceres domésticos y no le presta atención. Menos su padre, quien se pasa más en el taberna que en la casa y si se fija en ella es para lanzarle frases despectivas.
Cuando llega el verano, sus padres deciden enviarla donde unos parientes que viven un poco más allá mientras nace el nuevo integrante de la familia.
La pareja que la recibe, que carga un dolor que callan, sabe que cuidar de una niña significa prestarle atención, escuchar sus silencios, observar su fragilidad.
La última escena les resultará ¡inolvidable!
Delicada, sutil y emocionante hasta decir basta. Categoría ¡imperdible!
An Cailín Ciúin
Dirección y guion: Colm Bairéad
Irlanda, 2022
Duración: 95 min.
Después de haber entrenado y representado a los mejores púgiles, Frankie Dunn (Clint Eastwood) dirige un modesto gimnasio con la ayuda de Scrap (Morgan Freeman), un ex-boxeador y su único amigo.
Frankie es un hombre solitario y adusto. Se refugia desde hace años en la religión. Va diariamente a Misa: un gesto, un rito solamente. Al punto que el cura, intrigado, se le acerca a preguntarle qué es lo que busca.
Es poco lo que sabemos de Frankie. Por ejemplo, que siempre llegan a su casa cartas que le devuelve el Correo. Son misivas dirigidas a una hija.
Un día entra en su gimnasio Maggie Fitzgerald (Hilary Swank), una voluntariosa joven decidida a convertirse en una boxeadora profesional.
Frankie la rechaza alegando que él no entrena chicas y que, además, ella es demasiado mayor. Pero Maggie no se rinde y entrena cada día en el gimnasio, en complicidad con Scrap.
Hasta que Frankie, venciendo sus reticencias, acepta entrenarla.
Maggie, que carga una historia familiar que se hará presente de la manera más ruin, no ceja en su entusiasmo, más aún cuando ve que sus esfuerzos dan resultados.
Para Frankie, Maggie empieza a llenar ese doloroso espacio vacío que ha dejado esa hija ausente y de la que nada sabemos.
Cuando la película parece ser otra más de aquellas de logros tras una lucha perseverante un dramático hecho quiebra el relato por la mitad y lo gira en 180 grados.
La culpa, el perdón y una compleja reflexión ética están en el centro de esta historia.
Million dollar baby
Dirección: Clint Eastwood
Guion: Paul Haggis. Basado en un cuento de F.X. O’Toole
EE.UU., 2004
Duración: 132 min.
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