El escritor Rafael Gumucio, director del Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP, votó Apruebo, pero es crítico del trabajo de la Convención. “Veo con mucha tristeza, pero sin sorpresa, que la política de la identidad está destruyendo este proceso”, dice.
En la oposición, desde Evópoli hasta el Partido Republicano, han entendido que es mejor mantenerse al margen del debate constitucional. En muchas ocasiones no hay mejor estrategia que mantenerse fuera de escena, siguiendo el consejo de Napoleón: “No distraigas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”.
Los problemas de organización del Gobierno y su toma de posesión del aparato estatal parecen aún lejos de haber concluido. La promesa de poner fin a la instalación por decreto parece hacer agua “por arriba” y “por abajo”, además de tener el potencial de incubar una nueva crisis en la administración.
Tras una intensa campaña y elección, el país ha vuelto a su ánimo prepandémico: desconfiado, rabioso, sin cohesión social alguna y desafiante, como si rápidamente se hubiera recuperado de la ebriedad sentimental arrastrada por las promesas y esperanzas del periodo de campaña y la victoria presidencial.