Necesitamos más empresas grandes. Por Tomás Sánchez

Investigador Asociado, Horizontal
Generada por IA

Si queremos realmente mejorar los salarios y el crecimiento económico en Chile, necesitamos poner los incentivos regulatorios y tributarios para transformar empresas medianas en grandes, y abandonar la aspiración de aumentarles los impuestos de una u otra forma, dado que ello reduce su competitividad en un contexto de productividad estancada.


En el debate actual sobre el crecimiento económico, hay un aspecto que parece estar ausente: la discusión sobre cómo realmente se logra este objetivo. Queremos tener mejores niveles de salarios, pero la conversación se queda en buenas intenciones. Permítanme presentar un camino bastante grueso: promover la creación de grandes empresas. Son ellas las que son más productivas en nuestra economía y las que, en última instancia, pagan mejores sueldos.

Las empresas grandes son el motor de nuestra economía. De hecho, las 2,500 empresas más grandes generan el 75% del PIB nacional, y si sumamos las siguientes 15,000 (que en muchos países del mundo serían consideradas medianas), explican el 87% de la producción total. Estas empresas no solo son responsables de la mayor parte de la riqueza que generamos, sino que también contratan al 49% de la fuerza laboral, ofreciendo salarios relativamente buenos.

Por otro lado, el 51% de la población trabaja para el 13% del PIB, una estadística preocupante que explica en gran medida, por qué sus sueldos no son los mejores. Es revelador que el 74% de los sueldos mínimos sean pagados por empresas con menos de 200 trabajadores. Así, si bien el emprendimiento y las pymes son vitales para desarrollar nuevas ideas y crear nuevos puestos de trabajo, no debemos perder de vista que, para ser un país desarrollado, necesitamos que ellas crezcan y sean más productivas.

Sin embargo, existe una retórica común que asume que las empresas grandes siempre pueden pagar más impuestos. La realidad es que Chile tiene una de las tasas de impuestos corporativos más altas de la OCDE. Esto significa que un inversionista necesita que su inversión proporcione un retorno mucho mayor que en otros países, no sólo para compensar los altos impuestos, sino también el mayor riesgo país. En otras palabras, nuestro sistema tributario convierte a Chile en un lugar caro para invertir. ¿Es esta una buena estrategia para atraer inversión? La respuesta parece evidente.

Entonces, más de uno se preguntará: ¿cómo puede el Estado recaudar más recursos? Para entender esto, es crucial analizar de dónde provienen los impuestos y cómo se comparan con otros países. En Chile, el 23.7% de los ingresos del Estado provienen de impuestos a empresas, el segundo más alto de la OCDE, mientras que el 39% proviene del IVA, siendo este último el más alto de la OCDE, siendo un impuesto claramente regresivo.

Entonces, ¿a quién no le estamos cobrando? A las personas. Mientras países como Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos recaudan un 40% de sus ingresos de impuestos a las personas, Chile solo logra obtener el 10% de esta fuente. ¿Queremos o podemos aumentar los impuestos a los sueldos de las personas? Estamos por aumentar un 6% por cotizaciones, y veo difícil seguir incrementando los costos laborales.

Por lo tanto, necesitamos entender dos cosas. En primer lugar, para mejorar los sueldos, necesitamos más productividad, y esta generalmente proviene de empresas grandes, gracias a sus economías de escala e inversión en capital. Necesitamos poner el foco en que empresas medianas se transformen en grandes, scale-ups que puedan innovar y desafiar a las grandes, ser adquiridas o transformarse en nuevos referentes. Para esto, la simplificar y dar certeza jurídica en torno a permisos es clave, pero también un sistema tributario y regulación sectorial que atraiga inversión. Necesitamos un mercado más productivo con más grandes empresas.

En segundo lugar, al buscar recaudar, debemos fijarnos en los montos absolutos más que en los porcentajes. Mientras algunos están obsesionados con el tamaño del Estado en relación con el PIB, considero más útil enfocarse en la cantidad de dinero que se administra. Desde el año 2000, hemos visto numerosas reformas tributarias que llevaron la recaudación fiscal desde el 18,7% al 22,5% del PIB el año 2021, es decir, creció un casi un 19%. Sin embargo, en términos absolutos y reales, la recaudación en ese mismo periodo creció un 244%. Es decir, la inmensa mayoría del aumento de recursos púbicos disponibles se debe al crecimiento de la economía. La moraleja es clara: es preferible un porcentaje más bajo de una torta más grande.

En conclusión, si queremos realmente mejorar los salarios y el crecimiento económico en Chile, necesitamos poner los incentivos regulatorios y tributarios para transformar empresas medianas en grandes, y abandonar la aspiración de aumentarles los impuestos de una u otra forma, dado que ello reduce su competitividad en un contexto de productividad estancada. Solo con más grandes empresas podremos establecer un camino claro hacia un futuro más próspero para todos.

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