Un thriller tan intenso como elegante, sin estridencia alguna, sembrado de suspenso y de muchas pequeñas bombas de racimos que ir desactivando, si es que se alcanza. Porque hay mucho misterio por resolver, repartido en pistas que aparecen ya en los primeros instantes y siguen surgiendo hasta el mismísimo final.
Cónclave es un apasionante relato que pone en foco las complejas relaciones de poder al interior de las organizaciones humanas, ya se trate de grupos insignificantes o instituciones muy influyentes. Allí donde hay poder, siempre habrá conflicto. Aunque solemos pensar que solo en los grandes aparatos burocráticos se dan aquellas pendencias, los manejos opacos y los tira y afloja.
La película no es una diatriba contra la Iglesia Católica y sus numerosos pecados mortales. Sí es un escrutinio a cómo ha puesto, O NO, en práctica su principal mandato: el “caritas”. Ese que dice que el amor de Dios es para todas sus criaturas por igual, no importa cómo sean ni cómo han llegado al mundo. Y quienes se suman a la Iglesia están para servir y no para ser servidos.
La reunión de sus máximas autoridades en una organización tan jerárquica como lo es la Iglesia de San Pedro, en la Santa Sede, ya pone en una cierta contradicción este mandato de hermandad. Y ya no solo por aquello que salta en aquel diálogo breve pero tan conciso y punzante como una aguja entre la hermana Agnes (Isabella Rossellini, nominada a Mejor Actriz de Reparto) y los cardenales, los príncipes de la Iglesia. No hace falta más, ni tampoco subir el tono de la voz, para evidenciar esa medioeval desigualdad entre monjas y curas, mujeres y hombres.
El cardenal Thomas Lawrence (¡sencillamente genial Ralph Fiennes!, nominado al Oscar) es designado a cargo del Cónclave que reúne a los cardenales de todo el mundo para elegir al nuevo Papa. A Lawrence le afecta la súbita muerte del Sumo Pontífice: eran cercanos. También el cardenal Aldo Bellini (Stanley Tucci). Ya en esa misma habitación donde exhaló su último suspiro, y a la que pocos tienen acceso, Lawrence pone atención a cierto detalle.
La sucesión de ritos son capturados magníficamente por la cámara. Hasta que los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina a votar.
A esas alturas, Lawrence se ha encontrado con varios enigmas y secretos bien guardados: descifrar los primeros y averiguar el porqué de los segundos son clave para continuar con tan relevante tarea. Además, no todos quienes están allí son lo que parecen. Es fácil equivocarse, ya sea en un sentido u otro.
¿Quiénes son realmente sus aliados? ¿Lo es Tremblay (John Lithgow)? ¿Qué persigue el cardenal Adeyemi (Lucian Msamati)? ¿Quién es el cardenal Benítez (Carlos Diehz) y su curiosa trayectoria en la Iglesia?
Las camarillas se van organizando. Lawrence logra mantener un clima de recogimiento y serenidad… solo hasta cierto punto.
Él es la máxima autoridad en este solemne momento, pero tendrá que asumir el rol de detective antes que una decisión irrevocable y trascendental sea adoptada desconociendo asuntos realmente relevantes.
Una película fascinante, que se sigue sin pestañear, donde las palabras dicen tanto como las imágenes, los colores, los encuadres elegidos. A veces es un largo pasillo donde al final se divisa un movimiento de algo/alguien que se va. Otras, un impresionante plano cenital donde cada elemento, cada color, cada silueta que entran a la pantalla se cargan de sentido y significado.
Una clase de cine.
El final ¡epatante!
Tres datos:
Cónclave
Dirección: Edward Berger
Guion: Peter Straughan
Reino Unido/ EE.UU., 2024
Duración: 115 min.
Es 1970 en Rio de Janeiro y la alegre familia que conforman Rubens Paiva (Selton Mello), su mujer Eunice (Fernanda Torres, nominada al Oscar) y sus cinco hijos (cuatro mujeres, el menor, hombre) disfrutan la playa y el mar que tienen al frente de su casa de dos pisos, los juegos a la pelota en la arena o en la calle con los vecinos y las alborotadas salidas a tomar helado a algún lugar por ahí. Las amistades de los Paiva entran y salen, se reúnen a comer o a charlar. Y a cualquier hora, se puede jugar taca taca. Un cachorrito pasa a formar parte de la familia.
Un día, la mayor de las Paiva va de regreso con amigos en auto, cantando, fumando y capturando imágenes con su filmadora, cuando de pronto son detenidos en un túnel, junto con otros autos, por patrullas de militares.
Es el primer sobresalto que tenemos. La chica regresa a casa temblando. Brasil está en plena dictadura militar. La televisión informa de secuestros a Embajadores realizados por insurgentes.
Es el primer aviso del fin de esta atmósfera alegre, que se interrumpirá definitivamente por un timbrazo. Unos hombres armados, aunque de modos más o menos serenos, preguntan por Rubens y se lo llevan. Otros permanecen en la casa día y noche. Hasta que pronto también se llevan a Eunice y a una de sus hijas.
Todo se apaga y se inunda de terror. Eunice es interrogada en una oficina y llevada a una mazmorra, una y otra vez.
Finalmente es liberada y antes, su hija.
De ahí en adelante, su vida y la de sus hijos dará un giro gigantesco dramático y definitivo.
Walter Salles maneja magistralmente estos cambios en que se suceden la alegría, el temor, la desesperación, el horror y luego la nostalgia y el dolor de la familia de tener que dejar esa casa y esa vecindad para trasladarse a Sao Paulo. Es el fin de la infancia. Pero es en el rostro reprimido y la gestualidad tensa y contenida de Eunice desde donde se nos traspasa el dolor (grandiosa Fernanda Torres).
Aunque es apoyada por los amigos de Rubens, quien fuese diputado antes de la Dictadura, Eunice, para poder seguir sobreviviendo, ha decidido instalarse con sus padres en Sao Paulo y entrar a la Universidad. Allí se convertiría en una reputada abogada de Derechos Humanos. Mientras, a través de la prensa y lo poco que pueden hacer en la Justicia, buscan a Rubens, sin resultados.
La película está basada en las memorias del escritor Marcelo Rubens Paiva (el hijo menor) y tal como lo dice a la prensa Eunice, cuando ya ha terminado la dictadura, pone el acento en la inmensa crueldad que hay tras las desapariciones forzadas de personas, de las que nunca más se tiene noticia.
Hacia el final de la película se cruzan la representación y el documento (quizás la parte menos lograda del filme).
Pero las emociones no se detienen: otra vez hay una gran y hermosa familia reunida en torno a una mesa alegre. Pero Eunice está muy mayor y afectada por el Alzheimer.
Walter Salles se hizo inolvidable con su película Estación Central (1998), que protagonizó Fernanda Montenegro, que aquí interpreta a Eunice anciana. Fernanda (que tiene 95 años) es la madre de Fernanda Torres.
Nominada a tres Oscar.
Ainda estou aqui
Dirección: Walter Salles
Guion: Murilo Hauser, Heitor Lorega
Brasil, 2024
Duración: 2 horas 17 min.
Lograda versión rusa (doblada al castellano por voces chilenas) del clásico cuento de L. Frank Baum (que a su vez, fue reversionado por el escritor Aleksandr Volkov, 1891 – 1977), que ha tenido numerosas representaciones teatrales y fílmicas. La más renombrada de ellas, la película El Mago de Oz (1939), de Victor Flemming, protagonizada por Judy Garland.
Una niña viaja en auto con sus padres: la llevan de paseo para que disfrute la naturaleza y deje por un momento ¡las pantallas! Ella lee en el asiento trasero… hasta que su madre descubre el truco: entre las páginas Dorothy esconde un iPad. Entre ese momento de discusiones, súbitamente surge un tornado que separa el auto de la “motorhome” que acarrea.
Dorothy y su perrito de pronto se encuentran en un lugar desconocido y mágico, cruzándose con curiosos personajes, mientras una bruja tiene sus propios planes.
Se trata de una película de aventuras (no es musical), muy entretenida, que se sustenta por sí misma: es decir, no queda nada pendiente. La Parte 2 traerá otras aventuras.
Volshebnik Izumrudnogo goroda
Dirección: Igor Voloshin
Guion: Timofei Dekin, Roman Nepomnyashchiy
Rusia, 2025
Duración: 120 min.
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