Categoría ¡imperdible!
La intensidad de este drama histórico, político y sicológico se vuelve de infarto en esta segunda temporada. Las vidas y destinos de los personajes caminarán de la mano del Imperio Austro-Húngaro hacia el sino trágico de los Habsburgo. Por aquí comenzarán a asomarse los dramáticos cambios geopolíticos que redibujaron las fronteras y el poder en occidente a fines del siglo XIX, de larga y sangrienta secuela.
Si alguna vez Isabel (Devrim Lingnau) respiró la libertad a sus anchas en los bosques de su Baviera natal, la felicidad que le deparó, a cambio, el amor apasionado entre ella y el emperador Francisco José (Philip Froissant) se ha ido nublando de manera intermitente.
La poderosa y muy astuta Archiduquesa Sofía, su suegra y tía, será su dura y permanente antagonista. Isabel —básicamente un espíritu libre, allí donde no se puede serlo— piensa y actúa de manera muy distinta a ella. Pero ambas tienen en común un carácter fuerte y decidido y a medida que se complican los hechos, seguirán enfrentándose duramente.
En el primer episodio Isabel tiene ensoñaciones con aquel joven lombardo que consiguió entregarle un objeto en las afueras de Palacio. Todo ello ocurre mientras se recupera del difícil parto de su segunda hija.
Esta fragilidad será astutamente aprovechada por la Archiduquesa, pero también será un momento de acercamiento entre la pareja imperial. El asunto aquí es que ella debe parir un heredero, un hijo hombre: tener dos hijas no vale nada.
Pero eso pasará a segundo plano cuando Isabel, ya recuperada, insiste en acompañar al emperador en su viaje a las “provincias” italianas que están amenazando la estabilidad del imperio. El nombre de Garibaldi sonará fuerte. Sissi tiene, literalmente, muy buena prensa, y una fina sensibilidad política allí donde sus acertadas ideas chocan con el equipo que rodea a su marido.
Napoleon III (Christophe Favre), astuto y frío, toma palco y simplemente espera. (Ojo con la impresionante maqueta de París que ocupa una parte central de su Palacio).
Francisco José llama al díscolo Maximiliano para que colabore en conversaciones que no conducirán a demasiado.
Una dolorosa tragedia alejará a la pareja, afectando duramente al emperador, justo cuando el delicado tablero de ajedrez donde se juega el Imperio requiere de la mayor atención.
Ya lo sabía Shakespeare. Como hoy (y siempre), la deriva de imperios y países dependen en parte del destino y en parte de cuán acertadas (o equivocadas) son las decisiones que se imponen tras las tensiones internas de ese pequeño grupo que rodea al líder.
Fascinantes los detalles en torno a las normas de la corte de los Habsburgo, la arquitectura, los jardines, así como la relevancia estratégica (y moral) de la Iglesia Católica y la complejidad de cada personaje, aún los más secundarios.
La exquisita y precisa Dirección de Arte es para cortar el aliento.
Recordatorio. Isabel de Baviera, luego emperatriz de Austria y reina de Hungría, Sissi (1837 – 1898), se casó a los 16 años con su primo, el emperador Francisco José I, de la casa de los Habsburgo. Como se ve en la serie, efectivamente fue famosa por su belleza, su personalidad independiente y vida trágica.
Die Kaiserin
Dirección: Florian Micoud Cossen, Katrin Gebbe, Katharina Eyssen (Creadora)
Guion: Katharina Eyssen, Bernd Lange, Janna Maria Nandzik, Lena Stahl
Alemania, 2024
T2: seis capítulos de 55 min.
Con algunas escenas muy graciosas, de un humor estilo sitcom, esta serie es más bien una dramedia, con certeras reflexiones sobre la vejez y lo que deparan las distintas etapas de la vida; la soledad; la importancia de la amistad.
Es, asimismo, un viaje de reencuentro padre-hija, que se convierte en lo más interesante de la historia.
Filmada exquisitamente, la belleza de esa singular ciudad que es San Francisco, donde transcurre el relato, contribuye a lo seductora que resulta esta producción, que se inspiró en el documental de Maite Alberdi, El Agente Topo (2021, nominado al Oscar). Con la película chilena tiene similitudes y diferencias, en partes iguales.
Charles (Ted Danson) aún no se recupera de la pérdida de su esposa: ¡si iban a envejecer juntos! como se prometieron en su matrimonio. Ingeniero y profesor jubilado, vive solo en una cómoda casa y sigue una rutina que incluye hacer puzzles, leer a John Le Carré, ir a alguna plaza a mirar y recortar artículos de prensa que envía por correo a su hija. Emily vive en Sacramento con su marido y sus hijos, tres adolescentes algo malcriados, eternamente pegados a las pantallas.
Charles y Emily suelen hablar por teléfono: se quieren; a ella le importa su padre, pero como dice, “mi madre lo mantenía conectado”. Un día lo visita junto a sus tres hijos y, siguiendo una tradición familiar de cuando era niña, le propone lo que llamaban “un reto Charles”: “encuentra un proyecto, vuelve al mundo, rodéate de gente”, le plantea Emily.
En otro lado de la ciudad, Julie, detective privado, vigila una de las sedes de la elegante Comunidad de Retiro Pacific View. La ha contratado un sujeto, cuya madre está internada allí, a quien se le han desparecido unos valiosos rubíes. Ya en sus modernas oficinas, Julie le comenta a su cliente que no hay modo de averiguar nada sin estar allí dentro. Entonces se ilumina y decide poner un aviso en el diario. Habiendo aceptado el reto de su hija, Charles se apersona en las oficinas: queda contratado inmediatamente. Su misión: infiltrarse en la Comunidad (¡vaya lugar de Primer Mundo!).
El despliegue de variopintos personajes en esta espléndida residencia no tiene desperdicio. Didi, la directora, es una mujer hábil y afectuosa, que propicia la actividad social de sus huéspedes, porque está convencida que “la soledad es la mayor amenaza para la gente mayor”. Hasta fiestas pasadas de “Manhattans” se pueden organizar allí, con Charles a la cabeza.
En todo caso, ellos pueden entrar y salir cuando quieran, independiente de los paseos que se organizan. Excepto quienes están en el sector que llaman “El vecindario” o Unidad de Cuidado de la Memoria.
El relato transcurre entre ciertos enredos e intrigas que se arman; primero cuando Emily descubre en qué anda su padre; y luego, con las relaciones que se establecen al interior del lugar, cada quien con su personalidad y carácter, entre huéspedes y personal de servicio. Por cierto, el suspenso del robo se mantiene hasta el final, mientras se suceden otros hechos.
Un Hombre Infiltrado es una serie bella y muy agradable de mirar; muy conmovedora en varios momentos y de una grácil liviandad, sobre todo al comienzo.
Emily efectivamente consigue que su padre remueva sus emociones estancadas, hable de sus culpas y complete su duelo. Incluso la relación con sus nietos se vuelve virtuosa de ida y vuelta.
También es muy entretenida… la mayor parte del tiempo. Porque a pesar de lo breve de los episodios, hay un par de ellos, hacia el final, donde hay secuencias reiterativas. Seis capítulos en lugar de ocho, hubiese sido perfecto.
Detalle: bella cita a Shakespeare (“All the world is a stage…”, de “As you like it”) en un doloroso momento.
Hay dos menciones a Chile.
A man on the inside
Dirección: Michael Schur (Creador), Rebecca Asher, Morgan Sackett
Guion: Sylvia Batey Alcalá, Lisa Muse Bryant, Michael Schur
EE.UU., 2024
Ocho capítulos de 25 min.
No se dejen engañar por el título: esta película francesa autobiográfica tiene de dulce el que su protagonista es repostero.
Porque el relato es un intenso carrusel de malos y buenos momentos de nunca acabar.
Esto va de ¡porfiarle a la vida!
Yazid tuvo desde niño (casi) todo en contra, pero una cosa a su favor: un talento más grande que las rudas adversidades que plagaron su infancia y adolescencia.
Y sí, también hubo personas (las menos, es cierto) que le brindaron ese sustrato tan fundamental para crecer: el afecto. Eso fue su familia de acogida, un padre, una madre y un hermano que lo arroparon, mientras que su progenitora iba y venía de su zigzagueo vital.
La mujer que asumió el rol de madre fue quien, tras leerle algún cuento, le enseñó que “se necesita trabajar duro, muy duro”, si quieres lograr algo.
También aquel subdirector de la institución en que vive ya de adolescente, que se enfrenta a su jefa porque sabe que la decisión que ella está tomando para Yazid destruiría los sueños que está construyendo el joven.
Pero acá no hay nada de buenismos. Todos son personajes y las situaciones están llenos de matices: no hay malos ni buenos sino seres humanos complejos y contradictorios, muchas veces reactivos e irascibles. Nadie pregunta “Are you Ok?” y por lo general suelen ser más bien ásperos: el carácter fuerte y decidido de Yazid define entonces su destino.
Su madre biológica es solo una mujer superada por los acontecimientos: “No logro cuidarme a mí misma, ¿cómo quieres que te cuide?”, le dice en algún momento. Pero también es ella quien acude a sacarlo de un embrollo, aunque sea reclamando “¡¿por qué a mí?!”.
La película va y viene en racontos y flashbacks entre el Yazid de niño y el del joven que recorre diariamente 180 kms para llegar al restorán donde el Chef finalmente, y más bien porque Yazid es atrevido y porfiado, le da el pase.
Se trata de una película sorprendente e inspiradora a más no poder, porque contiene mucho realismo; que transcurre en el París complejo de hoy, sus alrededores y la Costa Azul, donde Yazid pasa un tiempo durmiendo sobre las rocas, mientras contempla las estrellas.
Basada en la historia real del repostero Yazid Ichemrahen y su libro autobiográfico sobre cómo la pastelería le salvó la vida.
A la belle etoile
Dirección y guion: Sebastien Tulard
Francia, 2023
Duración: 110 min.
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