La revolución de la inteligencia artificial (IA) está transformando la economía global, prometiendo aumentos significativos en la productividad y el crecimiento. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que la adopción de la IA aumente el producto interno bruto (PIB) mundial en un 0,5% anual entre 2025 y 2030. Sin embargo, este avance tecnológico conlleva desafíos ambientales considerables, especialmente en términos de demanda energética, derivada de los procesos intensivos en cómputo, como el entrenamiento de modelos de aprendizaje profundo y la operación de servidores a gran escala. Consecuentemente, la mayor demanda energética implica mayores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), complicando los objetivos del Acuerdo de París.
Según el “World Economic Outlook” (FMI) de abril de 2025, la adopción de la IA podría más que triplicar el consumo eléctrico global para 2030, alcanzando los 1.500 teravatios-hora (TWh), equivalente al consumo actual de India. Este aumento en la demanda energética podría resultar en emisiones adicionales de CO₂ de entre 1,3 y 1,7 gigatoneladas entre 2025 y 2030, comparable a las emisiones totales de Italia durante cinco años. Aunque el FMI estima que los beneficios económicos de la IA superarán los costos sociales de estas emisiones, no existe claridad respecto a si podrían estar subestimando los verdaderos impactos climáticos.
En este contexto, la industria minera, aunque a menudo señalada como parte del problema ambiental, puede desempeñar un papel crucial para mitigar los efectos negativos de la expansión de la IA. La minería es esencial para proporcionar los minerales críticos necesarios para la transición energética, como el cobre, litio, cobalto y níquel, fundamentales para la producción de baterías y tecnologías de energía renovable, entre otros. Chile es abundante en los dos primeros, lo que es una gran oportunidad para el país.
Junto con proveer los minerales críticos para la transición energética, ello conlleva otros desafíos: la implementación de prácticas mineras responsables, sostenibles y eficientes para desarrollar infraestructuras energéticas limpias que puedan abastecer la creciente demanda energética de los centros de datos y sistemas de IA. Ello puede reducir la huella de carbono del sector, contribuyendo a una cadena de suministro más ecológica para las tecnologías de IA.
La minería chilena y mundial, consciente de estos desafíos, hace años ya trabaja en estas soluciones: reducción de emisiones en la extracción y el uso de energías renovables en sus operaciones. Innovaciones como la electrificación de maquinaria minera, el uso de hidrógeno verde y la implementación de tecnologías de captura de carbono son pasos cruciales que la minería está dando.
Por otra parte, la IA puede ser una aliada en la optimización de procesos mineros, reduciendo el consumo energético y las emisiones asociadas. La implementación de algoritmos avanzados permite una planificación más eficiente, mantenimiento predictivo y una gestión más precisa de los recursos, contribuyendo a una minería más sostenible.
Este panorama exige una transición acelerada hacia fuentes de energía renovables y tecnologías que optimicen el uso energético. Seguir fomentando inversiones en energías renovables, mejorar la eficiencia energética de los centros de datos y promover prácticas mineras responsables son pasos esenciales para garantizar que el avance tecnológico no comprometa los objetivos climáticos globales. La sinergia entre la IA, la demanda energética y la minería sostenible puede ser la clave para un futuro en el que el progreso tecnológico y la protección del medio ambiente vayan de la mano.
Esta es una oportunidad histórica para Chile, tanto por la provisión de los minerales necesarios mundialmente, como por el apoyo que puede ser para el cambio climático. La minería, lejos de ser un villano ambiental, puede ser un motor de sostenibilidad, junto a ser uno de los motores de crecimiento económico para el país. El trinomio para un futuro sostenible es la inteligencia artificial, la energía y la minería. Es posible aprovechar el potencial transformador de la IA, no solo sin hipotecar nuestro futuro climático, sino siendo un aliado en el crecimiento económico y la sostenibilidad.
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Con Trump en el poder, conviene desde ya identificar los focos de mayor sensibilidad: comercio exterior, tipo de cambio, seguridad global, energía, política fiscal y tensiones geopolíticas. No se trata de reaccionar a cada titular, sino de construir escenarios, monitorear variables clave y evaluar, con anticipación, posibles coberturas o estrategias de reposicionamiento.
El futuro de Chile para los próximos 20 años depende en gran medida si la oferta electoral que tendremos a nuestra disposición será capaz de resolver -y financiar- estos desafíos estructurales que tienen a nuestro potencial de desarrollo cada vez más disminuido.
No vemos un mercado con restricciones de oferta, sobre todo porque se prevé que la demanda se modere en lugar de fortalecerse. Dado que no existen precedentes de tales aranceles a la importación en el mercado del cobre, la volatilidad debería persistir.
Todavía no existe comunicación entre Chile y EE.UU., luego que Donald Trump informara que aplicará un arancel del 50% al cobre. Los siguientes son los impactos que se esperan en caso de que la Casa Blanca aplique este arancel.
La anticipación es clave. Y una herramienta central para ello es el mapa de riesgos: una lectura estructurada y dinámica de los factores políticos, regulatorios, fiscales, reputacionales y sociales que pueden afectar al negocio. El buen directorio no se limita a reaccionar: prevé, ordena y prepara respuestas institucionales para distintos escenarios