-¿Cómo interpreta que el PC haya optado, finalmente, después de una larga deliberación, por proclamar a Jeannette Jara como candidata? ¿A qué lo atribuye?
-Lo atribuyo a que la exministra del Trabajo es, por su trayectoria, su desempeño en el gobierno y su carisma, la mejor representante que el comunismo chileno puede tener para competir en una elecciones primarias que incluyan a la izquierda y la centroizquierda que elija una sola candidata o candidato a las elecciones presidenciales.
Es una precandidata presidencial a la altura de la que seguramente será su principal contendora en las primarias, Carolina Tohá, la mejor representante del Socialismo Democrático y con la que comparte varias características, comenzando por sus valoradas gestiones como ministras del Presidente Boric. Y también parece una candidata fuertemente competitiva con el representante del Frente Amplio, Gonzalo Winter, en la disputa del electorado de la extinta coalición Apruebo Dignidad.
-¿Qué le parece que la decisión presidencial de un partido haya estado detenida por la influencia de un militante, en este caso, de Daniel Jadue?
-No creo que la decisión de la Comisión Política y, luego, del Comité Central del PC, haya sido un simple duelo personal entre Daniel Jadue y Jeannette Jara. Fue una decisión electoral con un gran significado político para el propio partido y para sus interacciones con los demás actores de la izquierda y la centroizquierda.
Al desechar la opción del ex alcalde de Recoleta, detractor del actual gobierno y nostálgico del estallido de 2019, y presentar —en cambio— como su candidata a la ministra del Trabajo que fue protagonista del acuerdo transversal de reforma previsional, encarnando así la capacidad de articular las convicciones comunistas con el arte de lo posible, el comunismo chileno le ha dado un espaldarazo a la práctica política realista y gradualista asumida por el Presidente Boric y su equipo de gobierno desde el 5 de septiembre de 2022.
Creo que fue precisamente la profundidad de la diferencia entre una opción y la otra lo que demoró su materialización, en un contexto nacional de dificultad transversal para definir los énfasis de las diferentes identidades políticas, así como los límites entre moderación y desmesura.
En este sentido, parece interesante que mientras las izquierdas y la centroizquierda en Chile —incluyendo a los comunistas— convergen en un tono mesurado de cara a las presidenciales, en las derechas está predominando un tono exaltado e incluso extremo, de la mano del éxito en las encuestas de sus exponentes más radicalizados y en lo que puede ser un reflejo nacional del imaginario trumpista.
-¿Es este el momento de mayor división en el PC desde los ’90?
-No lo creo. En el comunismo chileno, como en todos los partidos, hay visiones diferentes e incluso encontradas hace mucho tiempo. Decidir la precandidatura presidencial del partido fue un momento crítico; pero el modo en que se consumó y la candidata que fue electa pueden abrir una etapa de cierta distensión.
El alineamiento interno en este episodio ha sido distinto al de las recientes elecciones de Comité Central y de la Comisión Política, caracterizadas por la alianza entre el ex alcalde de Recoleta y el presidente del partido. En la opción presidencial, Lautaro Carmona ha mostrado capacidad de articular otras alianzas internas y una flexibilidad política que hasta ahora no habíamos advertido, de la que están tomando nota aliados y adversarios.
-¿Por qué cree que se ha llegado a esos niveles de división?
-Porque es un partido político que habita esta época y que —a pesar del llamado centralismo democrático y de su cohesión ideológica heredada del siglo XX— opera en un sistema político democrático y en una sociedad pluralista. Y por eso ya no puede ser ni la vanguardia monolítica que añoran los nostálgicos del comunismo del siglo pasado ni esa suerte de secta que imaginan algunos de sus detractores.
-¿Cree que se perdió la disciplina en el PC?
-Me parece que no. El alineamiento unánime que se logró tras la candidatura de Jeannette Jara en el Comité Central —aunque haya sido tras diez horas de discusión— y la casi completa ausencia de cualquier disidencia al respecto en las filas comunistas, indica que es un partido atravesado por diferencias, pero que a la vez sigue siendo muy disciplinado.
Salvo algunos desahogos individuales de unos pocos jaduistas en redes sociales, los comunistas han respaldado o acatado la decisión presidencial con la misma cohesión que respaldaron o acataron hace un tiempo la nominación de sus dirigentes internos.
-¿Cómo describiría las distintas facciones del PC?
-La propia estructura organizacional y la peculiar cultura política comunista hace difícil describir facciones. Principalmente porque estas no existen propiamente como tales y sus límites son difusos y cambiantes.
-¿Cree que tras la definición presidencial podría empujar un rebaraje de las facciones del partido?
-Creo que sí, y que esta es la principal novedad de la definición del PC en torno Jeannette Jara.
-¿Qué futuro le ve a la generación de recambio? Algunos de sus miembros, como Marcos Barraza, han sido purgados.
-El futuro de la generación o de las generaciones de recambio en el PC estará muy asociado al desempeño electoral de su candidata presidencial. Mientras mayor sea el éxito de Jeannette Jara en las primarias, se deberían abrir más espacios para ellos. En cambio, si las expectativas electorales no se alcanzan, se podría volver a rebarajar la relación de poder interno en un sentido opuesto.
-¿Cree que ser parte del Gobierno ha afectado al PC? ¿Cómo lo ha afectado?
-Estoy convencido de que ser parte del gobierno del Presidente Boric es una de las principales fortalezas del PC en la coyuntura electoral actual, así como su alineamiento internacional con regímenes dictatoriales es una de sus mayores debilidades.
Esto se aprecia muy bien en el caso de Jeannette Jara: mientras su actuación como ministra del Trabajo es su principal fortaleza, su principal debilidad es la reiteración de afirmaciones inverosímiles acerca de que en Cuba no hay una dictadura, sino “un sistema democrático distinto del nuestro”.
-Tres de las principales figuras del PC —Daniel Jadue, Irací Hassler y Karol Cariola— están apuntadas por casos de corrupción. ¿Cree que al PC le complica su relación con el poder? ¿O la corrupción es algo más común?
-Creo que el desafío de la probidad es absolutamente transversal y no afecta de manera singular a ningún partido.
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