-En la comisión de normas transitorias un grupo amplio de izquierda hizo una propuesta para que la futura Constitución solo pueda ser modificada por 2/3 de los votos de los legisladores en ejercicio. ¿Qué te parece?
-Me parece al menos controversial porque crea un nuevo procedimiento de reforma constitucional para este Congreso, que podría modificar la constitución solamente por los dos tercios de los diputados y senadores en ejercicio, lo cual evidentemente lo hace muchísimo más rígida que la propia Constitución del 80.
Además, llama la atención esta obligación que tendría el Congreso Nacional de despachar la ley que crea el Consejo de la Justicia, por ejemplo, dentro de los dos años siguientes a la entrada en vigencia de la constitución y en el caso de que no se cumpliera este plazo, regirá el proyecto presentado por el Presidente de la República.
-¿Es un poder excesivo para el ejecutivo?
-Si bien utiliza la misma fórmula de la Ley de Presupuesto, dada la naturaleza completamente diferente del Consejo de la Justicia, le entrega un poder al Presidente de la República para el diseño pormenorizado de este consejo que al menos desde el punto de vista del régimen democrático, yo no había visto anteriormente en una constitución.
Más que hablar de un presidencialismo moderado, se le está entregando prácticamente el poder constituyente derivado al Presidente, lo cual constituiría algo inédito en la historia republicana de Chile.
-Otro punto de la propuesta es que los senadores en ejercicio, recién electos por ocho años, terminan su mandato anticipadamente en 2026.
-Eso es una decisión de mérito de la Convención, en relación tanto con respetar la voluntad popular como también buscar la mejor manera de entrar en vigencia la Constitución. Creo que va a levantar polémica por el plazo que se le está dando a algunos senadores, que no van a poder ejercer la totalidad del período por el cual fueron elegidos.
-¿El proceso constituyente en general cumplió tus expectativas?
-El proceso constituyente en Chile se enmarca dentro de una crisis institucional y de confianza a gran escala, y esa crisis también alcanzó las estructuras de la Convención. Creo que la Convención Constitucional no ha cumplido las expectativas de parte de quienes votaron apruebo. Es destacable, sin embargo, el logro de grandes acuerdos en materia de derechos sociales, económicos y culturales, que pueden materializar algunas de las inquietudes sociales planteadas a partir del 18 de octubre de 2019.
-¿Qué aspectos quedaron en deuda?
-Hay que hacer un punto de preocupación, particularmente respecto al diseño del sistema político, que no responde a un presidencialismo atenuado, puesto que parte de aquellas instituciones que deben hacerle contrapeso al Presidente, desaparecen, como es el Senado. Ya que las elecciones de la Cámara de las Regiones se van a celebrar con un año de anterioridad a la elección presidencial, existe el riesgo de captura del sistema político completo por parte del Presidente de la República.
-En ese escenario, ¿ves una dificultad de cumplir con las demandas sociales que impulsaron la crisis de 2019?
-En un régimen político que pudiese estar capturado por el Presidente de la República o tal vez excesivamente fragmentado, si no existen las adecuaciones necesarias a la ley de partidos y a la ley electoral para permitir representaciones de grandes bloques y de partidos más estables, esto va a afectar al sistema de producción de normas jurídicas, esto es a las leyes, y por tanto a las políticas públicas que se hagan en su aplicación.
-Aparte del régimen político, ¿qué otros aspectos te parecen discutibles?
-Más que discutible, es interesante el régimen de estado regional, que va a crear un nuevo sistema de administración del Estado, donde vamos a hablar de un derecho administrativo regional, comunal, incluso de los territorios indígenas. Eso va a traer como consecuencia que existan contiendas de competencia entre cada una de estas autonomías en el ejercicio de sus funciones, que deben ser resueltas por la Corte Constitucional.
-¿Sería un estado mucho más grande, si llega a aprobarse?
-El próximo estado que va a nacer de esta Constitución del año 2022, va a ser un estado no solamente más interventor y más protagonista, sino también más voluminoso. Y vamos a ver si la política es capaz de generarle nuevos pantalones a esta cintura del estado, que va a ser más gruesa. El desafío es generar las condiciones de eficiencia y eficacia, para un estado muchísimo más robusto, con muchísimos más cargos públicos a repartir y que aumenta de manera significativa la burocracia en el país.
-¿Tienes el voto decidido?
-Yo jamás voy a votar rechazo. La alternativa de la Constitución de 1980 es inviable. Puedo tener mis dudas respecto del texto, pero esas dudas se van a disipar al momento de que sea armonizado, y con sus artículos transitorios bien diseñados. Ahora, creo que hay ciertos riesgos de los artículos transitorios de autoritarismo, a propósito de este súper poder que se le entrega al Presidente de la República. Y esos son elementos a evaluar con anterioridad a la entrada a la urna para votar. Siempre he querido un cambio constitucional. En ese sentido tiendo a inclinarme más por el Apruebo, sin perjuicio de estos téngase presente que uno puede señalar.
-¿Podrías anular el voto o dejarlo en blanco?
-No soy bueno para anular o abstenerme.
-¿Crees que la composición de la Convención hizo más difícil los acuerdos?
-Sí, por supuesto. Yo creo que el gran problema de diseño de la convención fue la inclusión de las listas de independientes. Finalmente produjo dificultades para la adopción de los acuerdos. Basta ver en qué terminó la Lista del Pueblo.
-Jaime Bassa dijo que hicieron un trabajo notable. ¿Falta autocrítica?
-Si mi adversario intelectual, me critica la forma en que yo hago un trabajo, probablemente no lo voy a tomar tanto en cuenta. Si compañeros que se encuentran en la misma vereda comienzan a criticarme, tal vez lo comenzaría a cuestionar. Si después mis amigos comienzan a repetir estas mismas críticas, yo más bien tendería a evaluar mi comportamiento y a guardar un poco de recato respecto de las actuaciones que se han tenido. Muchas veces ha existido un miedo atávico a poder revisar estas actuaciones propias al interior de la CC, tal vez por incomodidad, temor, incluso por ego. Eso lo puedo entender, todos tenemos ego. La manera en que debiera recibirse la crítica, más allá de una defensa corporativa, es revisar el comportamiento que se ha tenido durante el proceso constituyente.
-Tuiteaste que “la intención de saltarse el congreso no es sino otra versión edulcorada de dejar todo bien amarrado, propia del franquismo y el pinochetismo”. ¿A qué te referías? ¿Sigues manteniendo esa posición?
-Claro que la mantengo. Una de las defensas del proyecto constituyente es su carácter democrático, que la discusión se ha dado de manera transparente, de cara al país, a través de las comisiones y el pleno. No vaya a ser que después las leyes que pongan en movimiento a la Constitución política nueva, no sean discutidas de cara al país a través del Congreso nacional. Que sean redactadas en los cuartos oscuros de algunos divisiones del poder ejecutivo, sin que se pueda acceder a discusiones públicas, o sin que se puede contravenir lo que se va fraguando al interior de dichas oficinas.
-Un sistema de justicia indígena, ¿puede ser complejo de implementar?
-No tengo ningún problema con el pluralismo jurídico, me parece que era necesario plantearlo en la constitución política, y está bien cerrado, en atención a que sea la Corte Suprema la que conozca cuando existan decisiones contradictorias y en ese sentido para mi que exista este reconocimiento al derecho consuetudinario indígena no reviste ningún riesgo.
-¿Los problemas están en el régimen político?
-Así es. Quedó malo. En materia de sistema político no hay grandes novedades. La última gran novedad la introdujo Francia con el semi presidencialismo. Es como elegir un menú pre hecho. Si se elige un presidencialismo atenuado, el presidente tiene más poder pero tiene que generar contrapesos a ese poder, como una buena cámara de diputados que tenga facultades de fiscalización y de control político de los actos de gobierno. Y por otro lado otra cámara que no sea electa en la misma época del presidente, que no sea electa en su totalidad junto al presidente, que permita temperar este poder y permitir más juego democrático con una mejor negociación. Eso en este caso no se da.
-Si se aprueba la nueva carta, ¿el estado será capaz de enfrentar tantos cambios estructurales a la vez?
-No le tengo miedo a los cambios. Hay que tener temor de cómo se van a ejecutar esos cambios, por eso es necesaria una discusión democrática sobre la manera en que se va a implementar esta constitución y no entregarle ese poder solamente al ejecutivo, que es lo que algunos planteaban, ya sea a través de estos decretos con fuerza de ley o ya sea con esta cláusula de que si en dos años no se aprueba un determinado proyecto de ley se seguirá la propuesta del Presidente de la República. Eso me parece que son incentivos al autoritarismo.
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