Chile lleva años atrapado en un crecimiento – a lo menos – mediocre. El business as usual no es suficiente para cambiar esta situación. Si queremos tener resultados distintos como país, necesitamos enfrentar los desafíos actuales y aprovechar al máximo las oportunidades del futuro. Para lograr crecer más, tenemos que hacer las cosas de manera distinta, y la propuesta de Taxonomía de Actividades Ambientalmente Sostenibles (T-MAS) presentada por el Ministerio de Hacienda es una de esas políticas públicas que ayuda a hacer esto.
Si vemos las empresas que hoy lideran el IPSA, prácticamente todas han incorporado la sostenibilidad con una mirada estratégica para hacer crecer su negocio: encontrar nuevos mercados, mejorar sus precios, producir más con menos y ser más resilientes, estas empresas han logrado excelentes resultados. Con la mirada correcta, la sostenibilidad no es un compromiso moral, es un driver de creación de valor. En Chile tenemos oportunidades significativas en sectores estratégicos como energías renovables, agroindustria, manufactura sostenible y minería verde. Esto también es sabido por el sector financiero, que a su vez busca inversiones con buenos retornos que produzcan flujos de forma sostenida en el tiempo, y por eso la demanda por información y por credibilidad no baja.
Implementar un marco como la T-MAS brinda la certidumbre que inversionistas y bancos necesitan para apostar por proyectos en Chile. Al estar alineada con estándares internacionales, fortalece la confianza de quienes gestionan capital en mercados con altas exigencias, como la Unión Europea, Japón y China. Esto convierte al país en un destino mucho más competitivo y confiable, capaz de atraer recursos frescos y catalizar sectores de alto impacto.
Esto no se trata solo de mejorar los números; se trata de transformar la manera en la que crecemos. La taxonomía verde puede ser el punto de inflexión que permita al sector privado identificar nuevas oportunidades de inversión y fortalecer su ventaja competitiva. Aunque el lenguaje técnico pueda parecer complejo, el sector privado chileno ha demostrado ser dinámico y capaz de adaptarse rápidamente cuando identifica un camino claro para crear valor.
Si seguimos haciendo lo mismo, no saldremos del rango del 2,5%. Apostar por un marco de sostenibilidad es apostar por un crecimiento que supere ese techo y transforme la economía hacia actividades más rentables y resilientes. La sostenibilidad no es un costo, es una oportunidad de negocio. Chile puede liderar este cambio y convertir la sostenibilidad en un motor de desarrollo y prosperidad.
IPC de diciembre sorprende: Cae 0,2% y 2024 cierra con 4,5% de inflación.https://t.co/XjDD2O1R6Q
— Ex-Ante (@exantecl) January 8, 2025
La baja natalidad no es solo un dato estadístico: es un síntoma de una sociedad que ha hecho cada vez más difícil elegir ser madre. Urge repensar nuestras prioridades como sociedad y apostar por medidas que hagan de la crianza una opción viable, de lo contrario, la celebración del Día de la Madre va camino […]
Esperamos que esta campaña electoral no se limite a eslóganes, sino que convoque a los candidatos a mirar el desarrollo futuro del país. Apostar por la infraestructura no solo es una promesa de campaña atractiva: es una decisión responsable y estratégica.
Avanzar en transparencia ya no es una opción, sino una urgencia. El compromiso de abrir los datos y permitir el escrutinio técnico por parte de centros de estudio y universidades sigue pendiente. Cumplirlo no solo reforzaría la credibilidad de las estimaciones, sino también la confianza en la sostenibilidad de nuestras finanzas públicas.
En un nuevo podcast After Office Investing, Catalina Edwards conversa con la gerenta de Sostenibilidad de Banco Santander, Soledad Ramírez, sobre la segunda versión de los fondos concursables impulsados por la entidad, que buscan fortalecer el bienestar social y la educación financiera. A continuación lo que implica la nueva edición de esta iniciativa.
El desafío es dejar de pensar en la ética como una cuestión de carácter individual y empezar a tratarla como lo que realmente es: un problema de diseño organizacional. De un asunto de reglas y disuasión, a uno de cultura corporativa.