Si bien el cine coreano ha demostrado su versatilidad, solemos asociarlo a mucha sangre y violencia.
Peor si el título (o su traducción ¡quién sabe!) nos dice esto.
Porque en realidad esta película es un más que interesante (y sí complejo y oscuro) thriller psicológico, muy al estilo del Hitchcock de Vértigo.
Se-Ra está en la cúspide de su carrera: es la conductora del noticiero central de una importante cadena de TV. Allí ha llegado con mucho esfuerzo, tesón y autocontrol, eso que le permite que jamás pierda el foco. Su dominante madre parece tener mucho que ver con ello. Por todo lo anterior, y porque se han anunciado algunos cambios en la empresa, Se-Ra decide ir al lúgubre domicilio desde donde una mujer la ha llamado para pedirle ayuda.
Lo que parece un trágico caso policial, que involucra a una madre y su pequeña hija, comienza a complicarse cuando irrumpe en escena un psiquiatra que maneja la hipnosis y aporta otros antecedentes al asunto.
El pasado, los sueños, ciertas creencias ancestrales en una Corea moderna y una trama-espejo se van sucediendo y trenzándose en un relato fascinante, que exige un espectador atento y en búsqueda de originalidad.
Debut como directora de Ji-yeon Jung, que en su país de origen sumó cientos de miles de espectadores, posicionándola en los primeros lugares de la taquilla.
Aengkeo
Dirección y guion: Ji-Yeon Jung
Corea del Sur, 2022
Duración: 1 hora 50 min.
Aclaremos: esto va de un drama sicológico sobre la amistad femenina. Sus protagonistas son cinco amigas jóvenes y transcurre en un lugar ¡de ensueño!
Sí. Hay tiburones, pero este entretenido thriller está a años luz de toda esa avalancha de “originalidades” que se hicieron a granel tras el super hit de Steven Spielberg.
Porque en medio de un resort paradisíaco, con piscinas, palmeras, mucho sol, todo rodeado de mares cristalinos y naturaleza en todo su esplendor se va a celebrar una boda. Y eso significa también almuerzos en comedores bien dispuestos a metros del mar y luego en la noche fiestas con música alegre, tragos y harto baile. Todo en la previa del matrimonio que ha reunido allí a cinco amigas.
Pero el breve prólogo de la película nos comparte un antecedente que determinará lo que se viene. Ocurre de noche, en la ciudad. Kayla y Meg caminan relajadas de la mano, conversando animadamente cuando se cruzan con un grupo que las insulta. Pese a que Meg le pide que se controle, Kayla les hace un gesto que desata una agresión violentísima que se concentra en Meg.
Un año después, tras recuperarse físicamente y haber pasado por una intensa terapia sicológica, Meg viaja invitada a este lugar de paraíso para asistir al matrimonio de Lizzie. Aún hay pequeñas situaciones que la hacen sobresaltarse. Para su desagrado, en el aeropuerto, para trasladarla al resort, la espera Kayla, con quien ha terminado su relación tras el incidente. Allí, ciertamente, hay algo no resuelto. Pero es el momento de reunión de un inseparable quinteto de amigas: además de las mencionadas, la desparpajada Cam y Ruth.
Así es que al día siguiente de las fiestas y bailes, Cam, en complicidad con Lizzie y Ruth, organiza un viaje en bote hacia una isla más o menos cercana y dejan allí a Meg y Kayla para que hablen por fin lo que nunca conversaron. Pronto, se reúnen las cinco nuevamente (las demás se han ido solo un poco más allá, con el bote). Y cuando van a emprender la marcha de regreso, Ruth, que aún está en el agua a punto de subirse a la pequeña embarcación, es atacada en la pierna por un tiburón.
Lo que sigue en adelante tiene muchos menos sangre de lo que ustedes se están imaginando: lo que abunda son recriminaciones cruzadas, porque hay varios asuntos no explicitados entre este grupo de amigas, que se supone que no tenían secretos entre ellas. Y claro: este es un thriller, hay tensión, suspenso, muertes y momentos en que uno se pregunta ¿y ahora qué hará la guionista?
Grandiosa dirección de fotografía y muy buen manejo de las elipsis.
Entretenida.
Something in the Water
Dirección: Hayley Easton Street
Guion: Cat Clarke
EE.UU., 2024
Duración: 86 min.
Pocos retratos tan certeros como este de aquella familia chilena que se ubica en lo que se ha dado en llamar la “mayoría silenciosa”. Esa media-clase-media se nos aparece aquí escudriñada en toda su rica sencillez, sin necesidad de adornos, con toda la frescura de lo que se siente verdadero. Este pequeño y también amable drama familiar se nos presenta inserto en un cotidiano sin ninguna grandilocuencia.
Es el verano de 2020. En su auto viajan hacia la playa un matrimonio con sus tres hijos: un hombre y dos mujeres (la menor, una niña muy despierta). Van a la casa del abuelo, el lugar donde han veraneado toda la vida. Se trata de una construcción rústica de madera, un patio de tierra y un poco más allá, el mar, en una playa pequeñita sin turistas; y un bosque nativo.
La cámara sabe mimetizarlos en un paisaje bellamente natural, sencillo y simple. Allí hacen asados; en las noches se instalan frente a una fogata a mirar las estrellas; toman desayuno.
Es un retrato tan auténticamente chileno que parece película neorrealista.
Pero la vida siempre depara sorpresas. Y la de ese verano afectará el futuro de esa esperada y bucólica rutina veraniega, que ha marcado sus vidas.
Con Daniel Candia y Alejandro Trejo.
Gracias por venir
Director: Taiyo Yamazaki
Guion: Taiyo Yamazaki, Cristóbal Acevedo
Chile, 2024
Duración: 72 min.
Basada en el libro de Peter Brown, esta animación sigue las desventuras de un robot –ROZZUM unidad 7134, “Roz”– que naufraga en una isla que parece deshabitada. Hasta que de pronto, Roz se encuentra con un zorro (sí, como en “El Principito”) y luego con un pequeño ganso, al que “adopta”.
Mucho mensaje medioambiental y moraleja sobre la imperiosa necesidad de aprender a convivir con nuestras diferencias… y con la tecnología.
En su versión original, Robot Salvaje cuenta con las voces de Lupita Nyong’o, como la robot Roz, y Pedro Pascal como el zorro Fink.
The Wild Robot
Dirección y guion: Chris Sanders
Animación
EE.UU., 2024
Duración: 101 min.
La película que aborda el difícil entramado emocional de la adolescencia llega al streaming.
La encantadora Riley, que conocimos en la primera historia, cumple 13 años y se sumerge de lleno en la adolescencia y su revolución de emociones
Todo transcurre durante un fin de semana, en un gran campus donde se desarrollará un Campeonato de Hockey (deporte que ella ama).
En el Cuartel General de las emociones, Alegría (la jefa), Tristeza, Furia, Temor y Desagrado (protagonistas de Intensamente), que tienen todo bajo control, ven cómo las ordenadas “estanterías” comienzan a desbaratarse ante el repentino cambio de Riley.
Porque con la llegada de la adolescencia irrumpen Ansiedad, Ennui (tedio, aburrimiento), Vergüenza y Envidia.
El mando de la consola le es disputado a Alegría por Ansiedad. El desbarajuste es tal que, sorprendentemente, hasta Alegría llega a perder el norte.
Más allá del logrado trabajo de animación y colores (que diferencian el mundo “real” del universo del “Cuartel Central”), el guion circula por una historia salpicada de suspenso y aventura (fuera y adentro). Y ciertamente, humor.
La enredadera de emociones que se cruzan, se repelen y sobre todo coexisten en esplendorosa contradicción es una muy bien lograda descripción de esa compleja etapa vital.
Inside Out 2
Dirección: Kelsey Mann
Guion: Meg LeFauve, Dave Holstein
Animación
EE.UU., 2024
Duración: 100 min.
Si en su libro “La guerra no tiene rostro de mujer”, la Premio Nobel Svetlana Alexiévich recopiló, de primera fuente, duros relatos de post guerra con información detallada, en Beanpole, el director ruso Kantemir Balagov intenta capturar con su cámara las huellas invisibles que dejó la violencia en esas personas.
Su protagonista, Iva (Viktoria Miroshnichenko), es una mujer joven, taciturna, que a veces se queda estática y perdida en algún recuerdo que la enmudece. Muy alta (por eso le dicen Dylda), tan rubia que parece fantasma, ha vuelto de la guerra para trabajar en un hospital. Con ella está un niño, que luego sabremos que sería hijo de su amiga Masha (Vasilisa Perelygina), quien pronto vuelve del frente de batalla. Aun vistiendo su uniforme militar, Masha se presenta como el opuesto de Iva: es vehemente, de mirada intensa, casi avasalladora.
Pero ambas, de distintas maneras, son personas extraviadas, rotas, insensibles ya al horror que sea. La vida y la muerte son la misma cosa: no hay de qué sorprenderse. En este desvarío confuso, Masha se concentrará en una obsesión, que requiere de la participación de Iva.
Es 1945 en Leningrado: la vida es dura, pero la rutina parece llamar las tragedias, aquellas que ya pasaron y las que ocurren ahora, como si todo fuera parte de una realidad con la que hay que convivir sin aspavientos.
El tranvía que las traslada, las viviendas compartidas donde escasea la comida, el hospital donde trabajan, las calles heladas son el escenario por donde transitan simulando vivir.
Balagov nos entrega escasa información, en diálogos que parecen susurros o gritos apagados. Como si Iva y Masha estuviesen imposibilitadas de narrar porque las palabras no alcanzan o ya no sirven.
Las imágenes, en cambio, son elocuentes. La dirección de arte es para cortar el aliento: el verde, el rojo, el ocre se reiteran en cada secuencia. Una de ellas está inspirada en “The Bath House”, pintura de Zinaida Serebrakova, de 1913.
La belleza de la composición de cuadro que atraviesa todo el filme no esconde la crudeza y la frialdad que se entrecruzan en el relato.
La brutalidad de la Guerra ya no está: lo que quedan son seres desarticulados en sus emociones, su moral, su psiquis. Hay escenas que estremecen al espectador, pero ya no a sus protagonistas.
Balagov —quien fuese alumno de Sokurov— presentó Beanpole en Cannes en 2019: tenía 27 años cuando hizo la película.
En ella recoge, con su sello singular, un estilo y una atmósfera reconocibles en la tradición de cineastas y autores rusos y soviéticos de variadas generaciones.
No es casual que sus protagonistas sean dos mujeres de una resiliencia sin parangón.
Una joya cinematográfica. Para cinéfilos exigentes.
Dylda/ Beanpole/ Una gran mujer
Dirección: Kantemir Balagov
Guion: Kantemir Balagov, Aleksandr Terekhov
Rusia, 2019
Duración: 137 min.
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