Los tres retiros desde los fondos de pensiones lanzaron a la economía más de US$ 53.000 millones en total, provocando un aumento generalizado y sostenido de los precios no visto en décadas. Al añadir el estallido social, constituyente, efectos de la pandemia, los IFE, la tormenta económico-financiera fue perfecta y se reflejó en una prima por riesgo (Credit Default Swap) superior a la peruana o mexicana y un dólar por sobre los 1.000 pesos. Si bien hoy en día las cosas están más tranquilas, la altísima inflación nos recuerda que seguimos en la cornisa.
“Tenía doce años y últimamente había engordado bastante, pero seguía siendo un cerdo de aspecto majestuoso, con aire de sabiduría y benevolencia a pesar de que nunca le habían recortado los colmillos…” (Orwell, 1945)
La leve sensación de paz está próxima a terminar porque el avispero está a punto de ser golpeado nuevamente. Entre insignias, matinales, capas y plumas, se vuelve a poner en tabla un nuevo retiro de los fondos de pensiones. En este contexto, observamos al menos a seis diputados haciendo campaña a costa tanto de los ahorros de los electores, como del futuro económico-financiero del país. Panem et circenses moderno.
“Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.” (Esopo, VI A.C.)
Mientras tanto, el Banco Central administra la política monetaria subiendo la tasa de instancia a 11,25% para contener la inflación y dirige su política financiera a través de las medidas excepcionales con el fin de contribuir a la estabilidad del sistema financiero. Hacienda también ha cooperado, respetado el presupuesto fiscal e intentando dilatar o detener algunas absurdas ideas que vienen desde sus propias filas, por ejemplo, el aumento del impuesto específico a los combustibles.
¿Qué observaremos ahora? Probablemente lo que hemos visto antes de los 5 proyectos de ley para retiros anteriores: un desfile de la institucionalidad macro-financiera del país en el Congreso, explicando con fundamentos técnicos y datos por qué un nuevo retiro no sólo sepultaría la alicaída liquidez de nuestro mercado de capitales al extraer unos US$ 15.000 millones (similar al tercero) desde los fondos de pensiones, sino que también desincentivaría la inversión y obviamente potenciaría aún más la inflación, repercutiendo en nuevos aumentos de la tasa de política monetaria (TPM). Las nefastas consecuencias son evidentes, conocidas y las estamos viviendo hoy en día. Negarlas o decir que no causarán inflación porque se les pondrán algunas infantiles condiciones, solo evidencian dolo o supina ignorancia. Un nuevo retiro perpetuaría la inflación en dos dígitos, provocando profundas caídas en los salarios reales y un incremento en la pobreza.
“Winter is Coming” (Casa Stark)
Y, ¿qué implica un nuevo aumento en la TPM? La renta variable se volvería aún menos atractiva, toda vez que instrumentos como los depósitos a plazo continuarían ofreciendo tasas tremendamente competitivas con riesgo casi nulo; los costos financieros de las compañías –incluyendo las que transan en bolsa– se elevarían, repercutiendo en los márgenes.
En la renta fija observaríamos alzas importantes en las tasas (caídas en los precios). En el caso del dólar, el panorama es más complejo. Por un lado, estarían las fuerzas que empujarían a apreciar el peso: (1) una diferencia mayor entre las tasas chilena y norteamericana puede potenciar el arbitraje de tasas y (2) la venta de instrumentos en dólares (inversión extranjera) provocada por los retiros traería al menos US$ 6.000 millones de regreso al país. Por otro lado, la falta de credibilidad de las reglas del juego –el primer retiro era “único y excepcional”– y el hecho de que el Poder Legislativo se ha convertido una fuente de shocks para la inestabilidad financiera, se traduce en una prima por riesgo por sobre otras jurisdicciones latinoamericanas, lo que tiende a devaluar nuestra moneda.
Finalmente, una nueva alza de la TPM también influye fuertemente en la economía real: las compañías tendrían aún más dificultades producto del enfriamiento económico (disminución de la demanda) que causa una política monetaria restrictiva. ¡Y para qué hablar de las startups que necesiten levantar capital! Los emprendimientos tendrán valorizaciones menores, porque se les exigirá ser rápida y fuertemente rentables. Y las compañías en general, si requieren endeudarse, deberán invertir en proyectos muy productivos que justifiquen el uso de un dinero excesivamente caro.
Entonces, ¿quién gana con el sexto retiro? Ya nos lo presentó Orwell en su obra.
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