La angustia, el insomnio, la irritabilidad son algunos de los efectos que provocan en las personas las cuarentenas —como la que está viviendo desde estos días gran parte del país— en opinión de la siquiatra Bernardita Iglesias. Para esta médico, que expuso en el pasado 10° Congreso Futuro sobre salud mental en tiempos de pandemia, una las formas para aminorar esas consecuencias es salir a caminar y acompañar a los adultos mayores de la familia.
¿Cuáles son los efectos que causan este tipo de confinamientos?
Se ve un aumento de la sensación de angustia, de desesperanza en algunos casos, insomnio, alteraciones del apetito, en algunas personas se manifiesta con mayor irritabilidad, con dificultad para contener la rabia y la frustración que a veces implican mayores conflictos en la casa, sobre todo si hay más de una persona en la misma situación, y si se le asocian factores económicos, el cuidado de los hijos, el teletrabajo.
¿Esos efectos dependen de factores, como la edad, si se vive acompañado o solo o incluso las estaciones del año?
Efectivamente. La edad es un tema muy importante. Hay distintos estrés, a distintas edades. En niños y adolescentes está el tema de no poder sociabilizar con los pares es súper duro para ellos. Si bien tienen las redes sociales y todo el sistema online, no es lo mismo. En el caso de los adultos muchas veces tiene que ver con la sobrecarga en términos del cuidado de los hijos, las actividades domésticas, el teletrabajo y el estar encerradas varias personas en una misma casa.
¿Se hace más llevadero que el confinamiento sea general y no que sea solo uno o unos pocos los que están encerrados? ¿Mal de muchos, consuelo al fin?
Sí, pero eso es complejo también, porque las condiciones de confinamiento son muy distintas también. No es lo mismo estar solo en una casa con patio que estar cinco personas en un departamento de dos dormitorios y cada uno con sus necesidades, uno en clases, el otro trabajando. Son situaciones que dependen mucho de las condiciones de habitación que uno tenga, y de cómo algunos se han ido preparando para este escenario de pandemia prolongado.
¿De qué manera es posible aminorar estos efectos negativos del confinamiento?
Hay cosas recomendables para todos. Una de ellas es mantener lo más posible una rutina, que sea predecible, que de alguna manera no devuelve control sobre aquello que sí tenemos control. Saber que uno va a levantarse todos los días a la misma hora, va a tomar desayuno, después se va a poner a trabajar, va a tomar un recreo para estar con los hijos, lo que uno defina. Eso permite que todos tengan cierta tranquilidad. Lo otro es, si hay más de una persona, distribuir las tareas de una manera equitativa. Las mujeres se han visto bastante agobiadas por lo que implica estar a cargo de las tareas de los hijos, de la comida, de la casa, del marido mañoso y de su pega.
¿Debería haber más instancias para la distención en el marco del confinamiento, como salir a caminar o hacer deporte?
Pensando que no somos únicamente un cuerpo que se puede enfermar, también hay que cuidar la salud mental, y eso es a través de las relaciones sanas y el ejercicio. Yo vivo en Valdivia y a las 7 de la mañana [cuando está permitido hacer deporte] está oscuro. Debería haber espacios —sin horario— para poder ejercitarse, salir a caminar, acompañar a los adultos mayores de nuestras familias. Porque no sacamos nada que no se enfermen de Covid si se van a deprimir, van a dejar de comer, si no hablan con nadie y se van a descompensar de todo lo demás. Hay que ser responsables a nivel individual, considerando que cada uno tiene un contexto distinto, pero hay que buscar un equilibro cuidadoso con las personas que queremos y con nosotros también.
¿Es posible que algunos de estos efectos negativos u otros, a consecuencia del confinamiento, persistan tras el fin de la pandemia?
Así es. Se habla de algunas cosas, entre ellas este síndrome de la cabaña, que implica angustia al momento de dejar de estar confinado. El temor a contagiarse, el miedo a estar en espacios con mucha gente es posible que le pase a muchas personas. Además, hay personas que funcionan tolerando el momento de estrés con la máxima capacidad de orden, control, de estructura, pero que cuando la situación se relaja aparecen síntomas de lo que ha estado conteniendo, con crisis de pánico, angustia. En el personal de salud probablemente va a haber muchos con el síndrome de burnout, de agotamiento, por estar demandados de una manera extrema por mucho tiempo.
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