-El ministro de Hacienda Mario Marcel actualizó sus proyecciones económicas de crecimiento para 2024 al 2,4% desde el 2,6%, mientras el mercado cree que será cercano al 2,2%.
-El ministro Marcel ha intentado justificar sus proyecciones basándose en los datos disponibles para el presupuesto 2025. Sin embargo, el ajuste de expectativas, desde un crecimiento de 2,6%-2,7% a niveles de 2,1%-2,2% que tiene el mercado, refleja una caída importante. Esto no solo afecta los cálculos presupuestarios, sino que también genera dudas sobre la solidez del panorama económico que se está planteando.
-¿Qué se observa hoy de acuerdo al Imacec de 2,3% de octubre?
-Que la economía chilena está mostrando señales claras de bajo dinamismo. Está creando poco empleo y la inversión, que es un motor esencial para el crecimiento, se mantiene débil. Aunque había expectativas de que el consumo se recuperaría más rápido, eso no ha ocurrido, y el panorama general sigue siendo incierto.
Mantener la proyección del 2,4% como lo hace el ministro Marcel parece demasiado optimista, considerando que gran parte del mercado está ajustándose a números más conservadores. Es fundamental que estas cifras reflejen con precisión la realidad para poder tomar decisiones adecuadas sobre el manejo del presupuesto y las políticas económicas.
-¿Podemos entonces decir que las proyecciones del Ministro son optimistas?
-Absolutamente. Mientras los analistas más conservadores proyectan un crecimiento de 2,1% o 2,2%, el 2,4% que maneja el Ministro parece ser más bien voluntarista. Para que se den los números proyectados por el Ministro, el último trimestre del año tendría que cerrar con un crecimiento cercano al 3%.
Esto significa que los datos de noviembre y diciembre deben mostrar una fuerte recuperación económica, algo que parece difícil considerando que en octubre ya vimos un crecimiento de solo 2,3%, lo cual condiciona significativamente el escenario. Este optimismo puede tener implicancias a corto plazo, especialmente si los ingresos proyectados no se materializan, lo que pondría presión sobre el gasto público.
-¿Cómo afecta este escenario al diseño del presupuesto para 2025?
-El presupuesto enfrenta varios desafíos. Por un lado, los ingresos están condicionados por factores externos, como el precio del cobre y del litio, que podrían ser menores a lo esperado debido a la incertidumbre internacional. Por otro lado, las expectativas de recaudación por medidas contra la elusión y evasión fiscal parecen demasiado optimistas. Si a esto sumamos tasas de interés más altas, es probable que el presupuesto quede corto en ingresos y exceda en gastos.
La dependencia de ingresos provenientes de royalties mineros añade más incertidumbre. Si el precio del cobre cae, el impacto en las arcas fiscales será significativo. También hay que considerar los gastos financieros por intereses, que podrían ser mayores debido a las tasas actuales.
-¿Cree que estamos en un punto crítico en materia fiscal?
-Definitivamente. El Consejo Fiscal Autónomo ya ha advertido que las metas fiscales, como el déficit estructural del 0,5% del PIB, serán difíciles de alcanzar sin un crecimiento sostenido de los ingresos y un ajuste significativo en el gasto. La deuda pública, que se esperaba estabilizar en torno al 41%-42% del PIB, ahora podría superar el 45%, lo cual ya es un nivel preocupante. Además, las reservas soberanas han disminuido considerablemente, lo que deja al país en una posición fiscal frágil.
Es importante señalar que este escenario no se resolverá en el corto plazo. De hecho, muchos de estos desafíos quedarán como una herencia para el próximo gobierno.
-¿Qué medidas son necesarias para enfrentar este panorama?
-Un ajuste en el gasto público será inevitable. Será crucial mejorar la eficiencia del gasto y adoptar políticas que incentiven la inversión. Subir impuestos no parece ser la solución adecuada, ya que las tasas actuales ya son relativamente altas para empresas y personas. La clave estará en estimular la economía de manera sostenida y generar confianza en los actores económicos.
-La próxima presidenta de la CPC Susana Jiménez advertía que el comportamiento de la inversión para los próximos años es importante para volver a retomar el crecimiento.
-La inversión sigue siendo uno de los puntos más débiles de la economía. Este año probablemente llegue a una caída del 1,5% a 1,8%, lo que refleja una economía con poco dinamismo. Aunque hay señales positivas en algunos proyectos mineros, la inversión en construcción y bienes de capital sigue siendo baja.
El próximo año, el panorama tampoco parece muy alentador. Creceremos apenas alrededor del 2%, un nivel que afecta directamente la creación de empleo. Estamos viendo tasas de desempleo que se mantendrán cerca del 8,5% este año y el próximo, con muy poca generación de nuevos puestos de trabajo.
-¿Qué otros factores están afectando la creación de empleo?
-Hay varios elementos en juego. Por un lado, la informalidad laboral ha aumentado considerablemente, y la creación de empleo privado ha sido muy baja. De no ser por el crecimiento del empleo público, las tasas de desempleo serían aún más altas. Además, la participación laboral ha disminuido respecto a los niveles pre-pandemia, lo que indica que el mercado laboral está lejos de recuperar su pleno dinamismo.
-En este escenario es posible que el dólar llegue a superar los $1000.
-No lo descartaría. El fortalecimiento global del dólar, combinado con la incertidumbre internacional, ha llevado al tipo de cambio a niveles más altos de lo esperado. Hoy en día, cifras por sobre los $950 son el nuevo promedio que manejan la mayoría de los analistas.
Estamos viendo tasas de interés más altas en los principales mercados, y la Reserva Federal probablemente no reducirá las tasas tan rápido como se esperaba. Esto fortalece al dólar y presiona a monedas como el peso chileno a depreciarse. Si bien alcanzar los mil pesos o superarlos podría considerarse más especulativo, la realidad es que estamos operando en un rango mucho más alto de lo que se había proyectado inicialmente. Esto tiene implicancias en términos inflacionarios que condicionan la convergencia hacia las metas del Banco Central.
–¿Qué papel juegan los efectos de segunda vuelta, como el aumento en las tarifas eléctricas, en el escenario proyectado por el Banco Central?
-Los efectos de segunda vuelta del aumento en las tarifas eléctricas han sido mucho más significativos de lo que el Banco Central originalmente estimó. Inicialmente, se subestimaron estos impactos, especialmente en cómo afectan a otros precios de la economía. El alza de las tarifas ha generado un efecto cascada que ha presionado los precios en áreas clave, intensificando el proceso inflacionario.
Así los efectos combinados del tipo de cambio y las tarifas eléctricas crean un escenario inflacionario más complejo de lo anticipado. Esto probablemente influirá en las decisiones del Banco Central en términos de política monetaria, haciendo que el ritmo de reducción de tasas sea más lento de lo esperado y que los niveles finales de estas tasas sean más altos de lo inicialmente contemplado.
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