Que nadie se confunda ni llame a engaño: estamos ad-portas de una “revolución constitucional” impulsada por la extrema izquierda que sustenta la candidatura de Gabriel Boric. El objetivo es el cambio profundo y total del modelo de desarrollo vigente en el país desde el inicio de la transición.
Señal de alerta. La arremetida de la extrema izquierda contra el Banco Central debe ser tomada como una señal de alerta de su férrea voluntad y decisión de desmantelar los cimientos del sistema.
Ninguna constitución es neutral. La cubana consagra el socialismo como régimen económico y social, la norteamericana el capitalismo extremo, la francesa un estado de bienestar. De igual forma la nuestra sustenta una economía de libre mercado y un estado subsidiario. De allí que para materializar esta “revolución” se requiere que la nueva constitución despeje el camino, o elimine los obstáculos, que podrían impedir que se promulguen las leyes o se adopten las medidas administrativas que la revolución exige.
No veo al Presidente como un líder empoderado para manejar una situación política y económica compleja que empeorará. Ni tampoco explicándole a la ciudadanía qué es lo que él quiere y necesita, cuál es su visión para salir del impasse político-económico-social y constitucional, sino más bien evadiendo la realidad, minimizando los errores.
Parece más aconsejable que el gobierno separe su suerte del texto propuesto por la convención, adopte una prudente distancia y analice con pragmatismo “todos los escenarios”, ya que su obligación seguirá siendo gobernar el país y no defraudar las esperanzas de cambio que anidan en la sociedad chilena.
Si vamos a recaudar más, es un imperativo moral asegurar que esos recursos públicos se gasten bien. Para que el gobierno tome en serio el rol del Estado en su lucha contra la desigualdad, debe tener a la vista que los esfuerzos en gastar bien son tres veces más efectivos que los esfuerzos en recaudar […]
Para poder discernir cuándo estamos frente a propaganda y cuándo frente al ejercicio de la libertad de expresión, el Servel ha interpretado que en caso de que ésta se contrate o sea pagada, es propaganda, sino, libertad de expresión. A mi juicio es una interpretación bastante reducida.
Son muchos los motivos de desazón frente al proyecto de la Convención, pero el más inquietante es la plurinacionalidad, pues constituye el germen de la división de Chile. Es, además, un injerto tomado de la Constitución boliviana. Cómo las cosas no pasan casualmente, ahora se entiende el papel de Elisa Loncón, que anunció la refundación […]