BLONDE (En Netflix)
A ratos pesadillesca, casi siempre tristísima, ruda y de escenas brutales y aberrantes, Blonde dibuja un retrato sin concesiones del alma trizada que habitaba el bello cuerpo de Marilyn Monroe.
Ciertamente no es una biopic: de su historia de niña abandonada, de fragilidad jamás cuidada, solo hemos conocido retazos.
Rotundamente vulnerable, como cualquier ser humano que ha sido quebrado cuando más necesita delicadeza, quizás aún nos abruma ese terrible contraste de oscuridad y luz, esa rutilante que emanaban su belleza y su sonrisa incontestables.
Por eso las decenas de documentales, películas, series, biopics que proliferan y especulan sobre ese misterio sin resolver que es Marilyn.
Joyce Carol Oates imaginó en su novela “Blonde” (2000) esa infancia, la de Norma Jean, que la dejó indefensa para siempre; y desde allí siguió imaginándola, caminando entre esa manada de lobos-hombres poderosos por donde decidió dirigir sus pasos. Todo por la ilusión naif de vivir el sueño que su inimitable belleza y natural sensualidad le permitían: ser una estrella de Hollywood.
Andrew Dominik ahora traslada a la pantalla aquella vida que se imaginó la escritora estadounidense y recoge su atmósfera sombría y cruda.
Destina menos tiempo de metraje a la niña aquella en manos de una madre insana y que termina en un Orfanato.
Aún así la pesadilla sigue. Porque Blonde es mucho más duro que el lado B de Marilyn. Y la vida tampoco le sonríe una vez que la fama y el dinero le llegan a raudales.
En su temprana juventud aparecen dos personajes que juegan con ella a la perversión y la seducción a tiempos trenzados: Charlie Chaplin Jr. (Xavier Samuel) y Edward G. Robinson (Evan Williams).
Pero lo que resta es más amargo aún.
Porque Norma Jean es pasto de abusadores —productores, Joe Di Magio, Kennedy— y su aparato emocional, su sistema defensivo, están dañados sin remedio.
Dominik comienza mostrando a esa Norma Jean de 6 años, de ojos muy abiertos y desconcertados, para ir a aquella que conocimos filmando, casada con Joe Di Maggio (Bobby Cannavale) y luego con Arthur Miller (Adrien Brody), usada como objeto de placer por John Kennedy, maltratada de una u otra forma por todos ellos.
Todo aquello se nos da entre blanco y negro, color, pantalla cuadrada, efectos digitales para deformar rostros (monstruosos fotógrafos en la mirada de ella).
Aquí no hay matiz alguno. Desaparece la genial actriz, la seductora y fascinante mujer que vimos en sus películas, entrevistas y encuentros públicos. Esta Norma Jean es una niña mujer casi siempre llorosa o consternada. La que no cesa de buscar a su padre, que nunca conoció y nunca conocerá, del que (supuestamente) recibe cartas (“Solo te he conocido a la distancia. Nunca he querido ser cruel”).
Ana de Armas ha conseguido, con sangre, sudor y lágrimas, su credencial de actriz dramática a toda potencia.
Si algo consigue el director es sumergirnos en la misma violencia de su protagonista, padeciéndola junto con la víctima que es la misma cámara, sus ojos, el latir de su alma martirizada.
ADVERTENCIA: la película es chocante (vuelva a leer el primer y el último párrafo), incómoda e incluso habrá a quienes les resulte irritante.
BLONDE
ARGENTINA 1985 (En cines. Desde el 21 de octubre en Prime Video)
El director Santiago Mitre acierta medio a medio al elegir una forma y un género clásico y reconocible (muy recurrido en Hollywood porque es efectivo) para relatar un singular pasaje de la historia de Argentina: lo que se llamó el Juicio a las Juntas.
Ficción y realidad se mezclan, como corresponde, y sobre todo sabe equilibrar un cotidiano familiar, laboral y ciudadano en el que caben el humor (aquel mas simple y natural) con los estremecedores y dolorosos testimonios que vamos escuchando como en cascada.
Julio Strassera, a quien le tocó echar a andar estos juicios, es el protagonista y así la película se desliza fluidamente como ese subgénero recurrido pero eficaz del fiscal héroe. Ricardo Darín logra construir con nitidez y eficacia un personaje que muestra sus luces y sombras, lo que no es poco para un actor omnipresente, que a sus 65 años, acumula en su filmografía casi un centenar de películas (y series de TV).
Secundado espléndidamente por Peter Lanzani como el, en ese entonces, joven abogado Luis Moreno Ocampo, con quien forman un tándem delicioso.
Los secundarios hacen lo suyo: la muy pintiparada mujer de Strassera, su muy despierto hijo escolar bueno para meter las narices, la hija adolescente; y luego el enorme equipo de aspirantes a abogados, jóvenes muy jóvenes, que sumaron como investigadores recorriendo el país tras testimonios que pudieran ser efectivos.
Y la junta: Massera, Videla et al.
En una esclarecedora entrevista concedida al diario “La Tercera”, Luis Moreno Ocampo (70 años), actualmente un prestigioso abogado que llegó a ser el primer fiscal de la Corte Penal Internacional, confirma esta estrategia “hollywoodense” (y no en términos despectivos) para el juicio.
Allí recuerda que Strassera le pidió que “aprovechara su conocimiento de la justicia estadounidense para preparar el juicio oral y, desde el principio, el aspecto público —y televisado— de las audiencias”.
Y un punto clave, para quienes se tientan con comparaciones: “Los fiscales seleccionamos, de los miles de casos, un grupo de 700” que luego investigaron.
La comisión (Conadep), que había presidido Ernesto Sábato, había reunido 50 mil denuncias.
De ellas, Strassera y Ocampo eligieron “los casos mejor probados”: a las víctimas que llamaron les pidieron “si tenían documentos que probaron lo que les pasó”. A lo que sumaron testigos de secuestros de personas que fueron llevadas a centros de detención “que pertenecían o a regimientos militares o a comisarías”. Con ello podían conectarlos con los miembros de la Junta Militar.
De hecho, por eso —y porque no existía el tipo penal— no indagaron ni incluyeron casos de desaparecidos.
En suma: Argentina, 1985 es una película dinámica, muy entretenida, porque no elude la gravedad y el dolor que está en su núcleo, pero que es capaz de aglutinar en su historia todo aquello que coexiste en el cotidiano, esto es, buenos momentos, humor, temores, suspenso, intriga. La solemnidad está y no hay para qué reiterarla.
Argentina, 1985
EL MISTERIO DE MARILYN MONROE: LAS CINTAS INÉDITAS (En Netflix)
De los tantos documentales en torno a su figura, este es el más reciente. Su foco: ¿cuál fue la verdadera causa de la muerte de Marilyn Monroe? Lo que agrega a todo lo ya conocido son ciertos documentos que no habían visto la luz. Y apunta específicamente a las dudas acerca de quién estaba con ella (o no), cuál fue en verdad la hora de su muerte.
Hay declaraciones de Lauren Bacall, John Huston, Jane Russell o Billy Wilder entre otros amigos y conocidos de la actriz. Y cercanos a su psiquiatra, Ralph Greenson.
Oficialmente, lo que sucedió en la noche del 4 al 5 de agosto de 1962 fue un “probable suicidio” por sobredosis de barbitúricos, según lo determinó en la autopsia el Dr Thomas T. Noguchi.
Esta indagación insinúa muchas hipótesis, entre ellas la que Robert Kennedy (Fiscal General de EE.UU.) estaba en la casa con ella y los servicios secretos necesitaron varias horas para sacar al político del escenario y borrar todo rastro de su presencia en el lugar. Y también en la casa de Malibú propiedad del actor Peter Lawford (cuñado de los Kennedy), que era el escenario de encuentros sexuales discretos con Marilyn tanto de John como de Robert Kennedy.
The Mystery of Marilyn Monroe: The Unheard Tapes
…Y EL FISCAL AL QUE NO LE FUE BIEN
Nisman: el fiscal, el presidente y el espía (En Netflix)
Esta docuserie de 6 episodios intenta aclarar un misterio sin resolver: la muerte del Fiscal argentino Alberto Nisman, ocurrida en su departamento de Buenos Aires el 18 de enero de 2015.
Nisman, de 51 años, fue encontrado por su madre, quien se preocupó porque no le respondía el teléfono. Lo encontró tendido en el baño, rodeado de sangre, con una bala en la cabeza.
El fiscal llevaba años investigando el mortal atentado al centro comunitario judío AMIA, ocurrido en 1994, y cuatro días antes de su muerte había acusado a la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrir este acto de terrorismo.
Por ello, al día siguiente iba a presentarse ante el Congreso para entregar los antecedentes reunidos.
Hasta el día de hoy se especula sobre su muerte y la serie recoge testimonios y opiniones divididos (hay un episodio dedicado a cada “bando”): quienes afirman que se trató de un suicido y quienes sostienen que fue homicidio.
En concreto, la pistola calibre 22 que se hallaba debajo de su hombro no tenía huellas discernibles y no se encontraron residuos de pólvora en sus manos. Su teléfono celular fue recuperado poco después, limpio.
Esta investigación vuelve a poner en el tapete esta historia, que involucra a Irán y a ciertos altos funcionarios de ese país.
También entrega información sobre cómo se llegó a ciertas pistas y ciertos personajes, que aparecen en las imágenes.
El atentado a la AMIA dejó 85 muertos y cientos de heridos.
Ni los funcionarios iraníes acusados por Nisman, que tienen órdenes de arresto internacionales, se han enfrentado a juicio, ni la muerte del fiscal ha sido aclarada.
Nisman: el fiscal, el presidente y el espía
EL CHEF (En cines)
En un único plano secuencia, esta muy lograda película británica sigue a ritmo tenso y vertiginoso a trabajadores y clientes de un restorán 5 estrellas de Londres, a lo largo de una noche cerca de Navidad.
Andy Jones (Stephen Graham) es el Chef y llega algo atrasado, tras sostener en la calle una angustiosa y apurada conversación por celular. Jones atraviesa una profunda crisis personal y profesional de la que sabemos poco y de la que nos vamos enterando parcialmente mientras avanza el metraje.
Ya al comienzo Andy ha debido recibir a un acucioso inspector de Sanidad; luego aparece un amigo y ex socio, también chef, acompañado de una crítica gastronómica; un poco más allá hay tres insufribles “influencers”; y una familia con un sujeto prepotente y desagradable en otra.
Cada personaje y su interrelación contribuye con lo suyo: aquello es un micromundo de conflictos cruzados mantenidos hábilmente por el director como un hilo que nunca alcanza a cortarse.
Nunca estuvo mejor utilizado el recurso del plano secuencia: si quería que los espectadores nos estresáramos y nos sumergiéramos en la contenidamente angustiosa mirada de Andy, bueno, eso es exactamente lo que consigue.
La cámara va y viene entre las mesas, los mesones donde se preparan los platos, los intersticios de la cocina, el patio trasero, siguiendo a uno y otro personaje, y uno siente que algo —no sabemos qué— va a explotar. La tensión se palpa aunque no hay ninguna bomba debajo de ninguna mesa ni nadie entrará con una pistola en mano.
¡Brillante!
Muy buena.
EL CHEF (Boiling Point)
LA CULPA (En Mubi)
80 minutos de suspenso, que transcurren en tiempo real en unas oficinas más bien pequeñas.
En solo algunos escasos momentos la cámara se abre hacia las otras personas que están en esa habitación y poco más de un par de diálogos se producen entre ellos.
Todo lo demás se concentra en Asger Holm (asombroso Jakob Cedergren), un oficial de policía que ha sido trasladado temporalmente a la Central de Emergencias (como el 911 de EE.UU.), donde, a contrapelo, cumple funciones como operador telefónico.
Hay más de una historia en este espacio impoluto y sofocante, pero no están exactamente allí. Una parte está en la atormentada conciencia de Holm. La otra comenzará a suceder allá afuera cuando llama una mujer, Iben, que se escucha algo débil y cuyo tono enciende las alertas del ágil patrullero que es Asger.
No han pasado ni 10 minutos del filme.
En un momento de su vida, Holm tomó una decisión irreversible, no del todo pensada, y a lo que asistimos es a las consecuencias, en cascada, de aquello.
El espectador sabe tanto (o tan poco) como Holm, atrapado en sus audífonos, deduciendo lo que ocurre allá afuera, tras la dramática llamada de Iben. El rastreo y la escasa información que la mujer proporciona le permite a este policía hábil ampliar “la escena”.
Pero todo lo que conocemos es aquello que llega a su teléfono (lo que a su vez comunica a la Comisaría) y lo que el oficial deduce que ocurre, que no necesariamente corresponde a la verdad o a una parte de ella.
Luego está aquello que ya ha sucedido, y que es el motivo por el cual un policía de acción está sentado en esa silla; y enseguida, lo que se avizora que acontecerá mañana, en unas horas más, cuando termine su turno a medianoche.
Cada trozo de realidad —el tenso presente de Iben, el reciente pasado de Holm, que está determinando su futuro— se va abriendo alternadamente a los ojos del espectador a través de escuetos diálogos y breves escenas, cuya intensidad va en un permanente in crescendo.
El director maneja con maestría y sobriedad los elementos de este thriller policial que ulteriormente se dibuja como lo que realmente es: una dolorosa tragedia que circula de ida y vuelta de la línea telefónica.
Cedergren responde con una actuación contenida que amenaza con explosionar a medida que avanza el metraje. Holm está enfrentado a un grave problema que resolver, pero sobre todo, a una disquisición moral que aflora solo al momento de hacer empatía con su desconocida interlocutora.
Nada termina siendo lo que parece, aunque siempre la información estuvo allí.
El de Holm es un guión brillante, de esos a los que no les sobra ni les falta nada, cuyos giros calzan como puzzle.
Para pensarlo: Corrupción y abuso policial hay en todos lados. La diferencia radica en qué se tolera, qué no y cómo se enfrenta.
Muy buena.
LA CULPA (The Guilty / Den skyldige )
Para saber qué ver en cines y por streaming, no te pierdas el recomendado semanal de Ana Josefa Silva en Ex-Ante.
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