Cuando escucho a mis hijos hablar de lo que quieren ser cuando grandes, las ideas se alejan bastante de los clásicos de hace unos años. Las cosas están cambiando rápida y radicalmente, y el capital humano y capacitación van a tener que adaptarse todo lo rápido que sea posible. Los mercados laborales y sus regulaciones también.
Hace unos días tuvimos nuevos datos de empleo en Chile y se reabrió la ya clásica discusión de si fueron buenos datos o no, de si estamos recuperando o creando empleos, de si estamos en crisis del mercado laboral o es el mejor récord de creación de puestos de trabajo en la historia reciente, de la mano de buenas políticas públicas implementadas.
A modo de resumen para quienes no están tan cerca de los datos, el empleo viene creciendo cerca de 2-3% anual, unos 300.000 puestos. ¿Crisis? El gobierno dice que con esos números es solo un eslogan. De campaña política supongo. Doble click a los números y vemos que más de la mitad son empleos por cuenta propia, que suele llamarse informal, porque carece de todas las cláusulas de salud, pensiones y cesantía.
¿Gran desempeño? No pareciera, porque seguimos estancados en una informalidad cercana al 30% del empleo total, muy por sobre los estándares de economías más desarrolladas como menciona un informe publicado por el Banco Central en 2018, y no hemos mejorado. Por otra parte, la tasa de ocupación, que indica cuánta gente está trabajando en cualquiera de las categorías del total de fuerza de trabajo, se ubica por debajo de las cifras prepandemia, en torno a 200.000 personas bajo ese nivel.
Finalmente, y para agregar más pimienta al tema, cerca de la mitad del empleo que se ha creado cae en la categoría de “público”, o sea, no privado. ¿Es una encuesta a las personas? Sí, pero es la que tenemos y no hay razón para mirarla en menos (o le creemos para los números que nos gustan y los que no, o no le creemos del todo). Suficiente de datos hasta acá.
Si quisiéramos tener un objetivo, como un Banco Central se obsesiona con la inflación, o un ministro del área económica con el crecimiento, en materia de mercado laboral podría ser lograr la mejor creación de empleo posible. De buena calidad, orgánica y elevada. O algo así como la mayor tasa de ocupación, con las mejores condiciones para las personas.
Por supuesto que es una meta de muy largo plazo, pero hay que dar los pasos en ese sentido y mirar nuestra propia data, porque las experiencias comparadas sirven, pero importar esquemas prefabricados podrían hacer perder tiempo, plata y resultados. Demás está decir los efectos colaterales que eso provoca en una multiplicidad de sectores económicos. ¿Qué implica eso?
Bajar la informalidad podría de hecho atacar dos problemas, un mercado laboral inestable para algunos, y las pensiones, porque quien participa a medias del sistema, por algún canal dañará sus opciones al momento de retirarse (aunque obtenga mejores ingresos líquidos hoy). Todo esto, por supuesto, requiere un esfuerzo por entender dónde se ubican y qué incentivos necesitan para transitar hacia la formalidad, más allá de las anécdotas que podamos acumular sobre ventas por internet, profesionales independientes felices con su flexibilidad, o personas que desconfían del sistema y prefieren mantenerse al margen. Acá la data es crítica y avances en lograr mejor información, de la mano del INE, Banco Central y otros organismos que tengan la capacidad de levantar las cifras son esenciales.
Hay que recordar que acá lo que importa es formular políticas públicas, que tengan un alcance amplio. Si revisamos el perfil de salarios a lo largo de la vida del trabajo en Chile, la pendiente es bajísima y entonces algo estamos haciendo muy mal en capital humano y capacitación para la mayoría de los trabajadores. Lo que ya sabemos es que el premio salarial de la educación superior es en promedio alto y no parece estar ahí el problema.
Pero si queremos avanzar hacia los estándares de países desarrollados en estos temas, necesitamos que oferta y demanda conversen. Que el capital humano, productividad y salarios vayan de la mano orgánicamente, no por decreto. En alguna parte leí que parte de la informalidad de los mercados laborales en América Latina tenía en alguna de sus fuentes la disminución del empleo público. Flaco favor hacemos si enfocamos nuestros esfuerzos por esa vía. Con Estados endeudados y siendo economías emergentes, no de las que rugen, no parece un camino sustentable.
Tomás Rau, economista UC: “La situación del mercado laboral es muy compleja y requiere atención urgente de las autoridades”. https://t.co/rZbYPCWkK7
— Ex-Ante (@exantecl) August 31, 2024
Incrementar la asignación a Activos Alternativos al 20% en los próximos años podría añadir un 1% anual a las rentabilidades, elevando las pensiones autofinanciadas hasta un 25% más. Esto crearía un círculo virtuoso: mayores ahorros financian el desarrollo, generando empleos y fortaleciendo el sistema.
Seguir generando puentes de confianza es uno de los elementos clave para que avancemos en una dirección más positiva de mayor crecimiento, empleos formales, aumento de salarios y mejores políticas públicas en materias tan fundamentales como la seguridad, educación, salud, entre otras.
La gran norma anticorrupción (FCPA) no está muerta y la gran noticia es que se ha retomado su aplicación. Aunque la ruta es algo distinta, será importante estar especialmente atentos a su aplicación en los próximos meses.
Más allá de este nivel de incertidumbre, 2025 se está mostrando como un año de consolidación para las criptomonedas, cuya capitalización global ya sobrepasa los US$3.3 trillones, con Bitcoin representando una dominancia de más del 60% del mercado.
La instauración de este cargo en 2023 atenta incluso contra el espíritu de un RCC neutral, que sigue siendo reducir la prociclicidad del crédito, ya que en este caso apuntaría a reforzar la debilidad del ciclo crediticio actual.