Enero 13, 2025

Hagamos que las cosas cambien. Por Renzo Corona

Socio Principal PwC Chile

Sin un crecimiento sostenible que se acerque más al 5%, seguiremos en un ritmo cansino, empeorando en todos los indicadores y año a año seguiremos con las mismas discusiones. Hagamos que las cosas cambien.


Iniciamos un nuevo año y con pesar escuchamos que todos los economistas y distintas instituciones proyectan para nuestro país un crecimiento tendencial del PIB para el próximo decenio en torno al 2%, noticia que no invita a celebrar e instala desazón en muchos de nosotros.

Más allá de permitir la viabilidad financiera de la gestión estatal y la implementación de políticas públicas, en el día a día el crecimiento es un facilitador para el bienestar de las personas en los aspectos más importantes de su vida, como son la salud, la vivienda, la educación, la seguridad, el acceso a bienes y servicios. Permite una mejor convivencia familiar y su efecto multiplicador es esencial para mejorar la calidad de vida y reducir la desigualdad de oportunidades.

El crecimiento es sinónimo de progreso. Quien progresa es quien avanza, crece y se desarrolla y eso corre para una persona, para un país, para una empresa y para la sociedad en su conjunto. El progresismo no debiese ser bastión discursivo de un sector político, sino más bien una forma de avanzar y de superar los problemas estructurales.

Si crecemos al 2% el sueño del desarrollo se esfuma y muchas familias que con tremendo esfuerzo salieron de la pobreza van a volver a ella. Si crecemos al 2% no vamos a contar con los recursos necesarios para combatir una delincuencia ligada al narcotráfico de características que no conocíamos. En definitiva, si crecemos al 2% estamos condenando a las próximas generaciones a la mediocridad, la cual pensábamos habíamos abandonado para siempre.

Días atrás en ICARE escuchamos distintas voces muy respetadas que compartieron diagnósticos y medidas. Esas y otras visiones para enfrentar el momento país sin duda son un gran aporte, pero nos urge de una vez por todas concretar un plan de acción pensando en el Chile de los próximos 20 años. El mundo empresarial es un inmenso aliado en ese proyecto y puede transformarse en un gran motor de desarrollo, pero se necesita de la política, de la buena política.

Comparto algunas reflexiones sobre temas que debiéramos como sociedad estar abordando con sentido de urgencia:

  • Más allá de los liderazgos empresariales, es urgente que se defienda y promueva el crecimiento de sol a sol, con un mensaje que destaque el valor para la sociedad de la empresa privada como motor del desarrollo. Quienes hacen empresas sin importar su tamaño, contratan, innovan, arriesgan, invierten y aportan al progreso del país. Es hora de destacar y valorar a los buenos empresarios, que sin duda son la amplia mayoría (si empresarios, lo que también incluye a los emprendedores).
  • Discutir en un plazo acotado una reforma al sistema político para facilitar la gobernabilidad. Hace algunos años se hicieron cambios que no han dado buenos resultados, el acortar el período presidencial y la fragmentación de la política nos ha llevado a una lógica cortoplacista donde los acuerdos son cada vez más difíciles sino imposibles de lograr. Así como debemos volver a destacar y valorar la actividad empresarial también debemos hacer lo mismo con la actividad política.
  • Trabajar en un robusto plan de modernización del Estado abordando de una vez temas difíciles como la inamovilidad en el sector público y el estatuto docente. Un Estado fuerte y eficiente es una condición necesaria de base.
  • Contratar una asesoría con los mejores expertos globales en educación para desarrollar una reingeniería en la educación pública, con la participación de representantes público-privados locales y un plan que sea vinculante para las próximas administraciones y cuente con una fiscalización por parte de organismos independientes. Quien lo ejecute le tiene que dar cuenta al país y dar las buenas noticias y explicar las malas.
  • Generar un plan público-privado para promover polos de desarrollo en las regiones para potenciar el talento local en carreras vinculadas a la tecnología y así poder exportar soluciones y aumentar nuestro valor y competitividad en un área de alta demanda global.
  • Poner en marcha un plan de recuperación y revitalización para el sector de la construcción, determinante para el desarrollo del país, con una agenda de concesiones a largo plazo focalizada en la actividad portuaria, plantas desaladoras y obras viales, entre otros.
  • Hacer eficiente todo el proceso de gestión y obtención de permisos en términos de tiempos y de certeza jurídica. Nadie habla de laxitud, sino de facilitar y promover un escenario que nos permita ser competitivos dando el sentido de urgencia que se necesita para recuperar el terreno perdido. Un permiso que cumple todo el procedimiento técnico legal debiese ser irrevocable, salvo que se pruebe que fue mal habido.
  • Cerrar de una vez la necesaria reforma al sistema de pensiones, la cual seguramente no será la reforma correcta para ninguno de los sectores, pero necesitamos salir del inmovilismo. Discutir por décadas estos temas sin lograr acuerdos degrada la política y la opinión que los ciudadanos tenemos de los políticos.
  • No podemos en cada gobierno estar discutiendo una reforma tributaria, los proyectos de inversión requieren de estabilidad y certeza. Logremos un acuerdo tributario para los próximos 15 años.
  • Abordar un plan de intervención en seguridad pública que contemple cárceles especializadas, como en Italia, para el crimen organizado. Modernizar y eficientar el control de nuestras fronteras es una prioridad que debe ser abordada con la mayor urgencia.

Sin un crecimiento sostenible que se acerque más al 5%, seguiremos en un ritmo cansino, empeorando en todos los indicadores y año a año seguiremos con las mismas discusiones. Hagamos que las cosas cambien.

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