Baja en la natalidad, otro desafío inmediato. Por Alejandro Fernández Beroš

Gerente de estudios de Gemines Consultores.

La complejidad del problema y las dificultades para resolverlo, como es usual, amenaza con más fuerza a los países de ingresos medios en los que la fertilidad ya ha bajado sustancialmente y se ubica, incluso, por debajo de aquellos más desarrollados.


La publicación de las cifras preliminares del Censo, con cifras muy inferiores a las proyectadas, agitó un tema que no es nuevo: el del descenso de la tasa de fertilidad que se ubica por debajo de la tasa de reemplazo, es decir, que se traduce en una reducción permanente de la población si no es compensada por aumentos en la longevidad o la inmigración que, por cierto, solo pueden mitigar temporalmente este problema.

Como suele ocurrir, han surgido varias propuestas “a medio cocer” para revertir el descenso en la fertilidad. Por ejemplo, subsidiar o hacer gratuitos los tratamientos para la infertilidad. Evidentemente, esta y otras propuestas que entregan subsidios de diversa especie, que han sido probadas (y fracasado) en varios países, no resuelven el problema y son extremadamente onerosas.

Lo que sí tiene sentido es facilitar la incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo (sala cuna universal) y extender la permanencia en el mercado laboral, retrasando la jubilación que, aunque no resuelve el problema lo mitiga temporal y parcialmente.

Específicamente, si la tasa de participación laboral femenina aumentara en diez puntos porcentuales, de 52,8% a 62,8% (la de los hombres es 72,1%), esto agregaría 841 mil mujeres al mercado laboral, lo que representa un aumento de 8,2% en la fuerza de trabajo, lo que sería un aumento relevante.

Si bien estas medidas no van a tener efecto en la fertilidad, si pueden retrasar algunas de sus consecuencias más nefastas como reducir el crecimiento del PIB.

¿Por qué es importante tratar de evitar la desaceleración en el crecimiento del PIB?, que, por lo demás, ya es extremadamente bajo en Chile.

Básicamente porque hace algo menos pesada la carga del servicio de la deuda pública y del pago de pensiones no contributivas (la PGU). De nuevo, estos son efectos temporales toda vez que, para un determinado aumento en la deuda pública todos los años, mantener por más tiempo el crecimiento del PIB o reducir su desaceleración, reparte más la carga de su servicio.

En el caso de las pensiones, mantener la participación en la fuerza laboral por más tiempo o lograr que decrezca más lentamente, hace menos costoso financiar la PGU que recibirá un número cada vez más elevado de personas mayores.

Tal vez, las únicas medidas que puede incidir de manera real en atenuar o revertir parcialmente la baja en la tasa de fertilidad son aquellas que facilitan el acceso a la vivienda, compra o arriendo, ya que es poco probable que una pareja se decida a tener hijos si no tiene donde vivir o ve la posibilidad de donde poder hacerlo de forma estable como muy lejana. Mejorar el entorno de los barrios, haciéndolos más seguros, apropiados para criar niños y autosuficientes contribuye en la misma dirección.

La duda principal respecto a que existan medidas eficaces para aumentar la fertilidad para que supere la tasa de reemplazo, además a un costo razonable, deriva del hecho que su reducción es un fenómeno global, que afecta a todo tipo de países (de distintos niveles de ingreso, religión y cultura) siendo, por lo tanto un fenómeno multicausal, difícil de revertir y que, probablemente, se traducirá en que en unos 30 años más la población mundial comenzará a disminuir inevitablemente, considerando que ahora la tasa de fertilidad mundial está en torno al mínimo para mantener estable la población (y en muchos países ya está por debajo de ese mínimo).

Esto significa que, existiendo factores locales e idiosincráticos que explican el fenómeno mismo y la velocidad con que se reduce la fertilidad en los distintos países, tiene que haber factores comunes, que no sabemos cuáles son, que llevan a que la reducción en las tasas de fertilidad sea generalizada.

Este es un proceso que no tiene precedente en la historia de la humanidad, en que reducciones en la población sólo se han explicado por epidemias y/o guerras, pero nunca por un fenómeno persistente y generalizado como ahora ¿Puede revertirse esta tendencia en el futuro, tan misteriosamente como se ha producido? Sin duda que sí, pero sólo si cambian los factores subyacentes que explican la reducción actual en la fertilidad y que no conocemos.

Por otro lado, la baja en la fertilidad puede verse como una oportunidad, toda vez que, con una población que crece poco o se reduce, es más fácil diseñar políticas que ayuden a la sostenibilidad de los recursos naturales, hay menos presión sobre las necesidades de infraestructura, vivienda, educación y emisiones y se produce un espacio que, si se aprovecha, puede generar algún espacio fiscal para realizar reformas en aquellos aspectos más delicados como son las pensiones.

La complejidad del problema y las dificultades para resolverlo, como es usual, amenaza con más fuerza a los países de ingresos medios en los que la fertilidad ya ha bajado sustancialmente y se ubica, incluso, por debajo de aquellos más desarrollados. En algunos casos, Colombia por ejemplo, ven agravado este problema por la emigración hacia otros países, lo que está haciendo caer su población con mayor rapidez.

En el caso de Chile, por otro lado, la descontrolada llegada de inmigrantes causa diversos problemas, ampliamente discutidos en la prensa, pero atenúa, temporalmente, el problema de la aguda reducción en la fertilidad, que es un tema que deberá agregarse a la lista de preocupaciones de los próximos gobiernos.

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