-El Partido Republicano no sólo se quedó con la presidencia, sino que también ganó el Senado y está cerca de obtener la Cámara. ¿Qué implicancias tiene este resultado?
-Esto es bastante excepcional en términos históricos y es el punto que genera mayor atención. Se le entrega al Ejecutivo una facultad enorme para poder hacer reformas muy profundas. Además, la Corte Suprema, otro poder del Estado, que es parte de los checks and balances, tiene una mayoría de tres jueces, muy conservadores, designados algunos de ellos por Trump. Eso le otorga a él una facultad de hacer reformas muy profundas en materia de seguridad, administración, economía, e incluso inmigración. Eso hay que mirarlo con mucha atención.
-Trump ganó con un discurso anti inmigración y apuntando, sobre todo, a una rebaja de impuestos. ¿Crees que esos fueron los ejes que lo llevaron al triunfo?
-Creo que Trump leyó bien que la economía en Estados Unidos, aunque estaba mejorando ostensiblemente, para la gente, en su efecto diario, su situación estaba empeorando progresivamente.
-Por la inflación…
-Claro. La gente en su bolsillo, en el precio del supermercado, en los arriendos y la adquisición de las casas, en las tasas de interés, se sentía across the board en Estados Unidos y que la economía estaba mal. La administración demócrata no pudo sacarse de encima el haber sido acusada de ser responsable de la inflación, que en realidad viene de la pandemia y estaba empezando a bajar. La gente tampoco se dio cuenta de que el programa económico de Trump, con una rebaja impositiva importante, puede generar un déficit y un endeudamiento mayor, que en el mediano y largo plazo va a afectar mucho más todavía a la economía norteamericana y mundial.
-Siempre se ha dicho que las instituciones en Estados Unidos tienden a regular gobiernos que puedan tener un eje más bien extremo. ¿Crees que en este caso, con la victoria de Trump y el control del Senado, la Cámara y la Corte, esas instituciones van a poder cumplir con ese rol regulador?
-En este momento no hay equilibrio de poder. Tenemos un Senado, una Corte Suprema y, si se confirma la tendencia, también una Cámara que obedece al mismo signo. Hay una uniformidad ideológica respecto de la futura administración. Hoy estamos entregados a la posibilidad de que dentro del propio Congreso, y del Partido Republicano, surjan personas que tengan la posibilidad de disentir algunas veces y no entregar una mayoría cerrada a todas las propuestas. Pero lo que hoy vemos es una Corte Suprema, un Senado, y —posiblemente— una Cámara que van a ser funcionales a Trump.
-¿Qué liderazgos republicanos podrían contrapesar una victoria avasalladora de Trump que también arrastró a varios de los representantes de la Cámara y del Senado?
-Hay algunas esperanzas, como eran en su época el senador Mitt Romney o Mike Pence. Pero Trump tiene, desde que fue electo por primera vez e incluso antes, un control muy férreo del Partido Republicano. A quienes lo critican dentro del partido los arrincona, les quita el financiamiento de campaña, los persigue y termina cancelándolos. Hay un fuerte temor de una parte de los congresistas republicanos de enemistarse con Trump, porque es un adversario bastante peligroso.
-Se ha dicho que el triunfo de Trump prevé un periodo de incertidumbre para Estados Unidos.
-Hay elementos de incertidumbre porque la migración en Estados Unidos contribuye a la economía. Si va a deportar a 10 millones de ciudadanos extranjeros —algunos en condición irregular o en una situación compleja—, tendrá un impacto en la economía norteamericana. La agricultura y muchas otras actividades de servicios, como la jardinería y la construcción, se nutren de los trabajadores migrantes.
Deportar 10 millones de personas no es una cuestión fácil. Pero el hecho de que esté en el programa y que tenga el control del Senado y probablemente de la Cámara, además del Poder Judicial, permite pensar que eso puede ocurrir.
-¿Y en lo económico?
-Hay una enorme incertidumbre sobre si se produce o no una nueva guerra de aranceles con China que sea más profunda que la anterior. También por un aumento del proteccionismo que puede contagiar a otros países.
Existe un problema con la seguridad y la paz internacional, en el caso de Ucrania, por ejemplo. Esto puede traer consecuencias en el equilibrio en Europa y en el ámbito internacional, si se consolida la aspiración de Putin de terminar la guerra en Ucrania, pero consolidándose en los territorios que ya están. En el Medio Oriente hay una situación conflictiva. ¿Qué pasa ahora si hay un apoyo irrestricto a Israel, como podría ocurrir con Trump? ¿Qué reacción van a tener los países árabes en la región?
-Durante la campaña, Trump usó frases como “si salgo presidente voy a solucionar el problema de Ucrania con Rusia en un día”. ¿Esas son frases de campaña que quedan ahí o son aplicables?
-Trump muchas veces ha dicho cosas que no ha implementado. Un ejemplo de eso es cuando habla de que presentará un plan para terminar con el Obamacare y que va a presentar un plan de salud. Eso lo viene diciendo hace más de 10 años y nunca ha presentado un plan de ninguna naturaleza. Pero en este caso es bastante fácil: basta con el apoyo del Senado y la Cámara, para que decida terminar con toda la ayuda que se le otorga a Ucrania en materia de soporte técnico, bélico y financiero.
En consecuencia, es bastante difícil que Ucrania pueda resistir un embate de Rusia en el invierno. Zelenski puede verse obligado a tener que negociar un cese del fuego y, eventualmente, una paz en la cual Rusia no va a ceder ni un milímetro de los territorios que ya tiene ocupados.
-¿Estados Unidos vive hoy su momento de mayor polarización?
-En la historia de los Estados Unidos no tengo memoria de haber visto una mayor polarización en donde, además de los problemas económicos que hay, también están los temas valóricos, propios del Partido Demócrata, como los derechos sexuales y reproductivos. Trump ha respaldado posiciones mucho más conservadoras, que son seguidas, por ejemplo, por un gran número de religiones evangélicas y sectores de la religión católica. Ahí hay una situación muy divisiva que se refleja en la política actual.
-¿Qué significa el triunfo de Trump para Latinoamérica?
-La principal preocupación, que es el tema migratorio, va a afectar más bien a México y a América Central. Me parece que también en el pasado estuvo interesado en buscar una solución a la situación de Venezuela. Podría tener algún interés en Latinoamérica, pero va a depender de quiénes sean sus asesores en materia internacional. Pero no creo que Latinoamérica esté dentro de las prioridades norteamericanas.
Ahora, el efecto más serio para nosotros en el corto y mediano plazo, es si se produce un proteccionismo fuerte de Estados Unidos hacia China y otros países, porque lo han anunciado también con México, y se van a renegociar los tratados de libre comercio. Eso puede afectar a Chile porque tiene basada, prácticamente, gran parte de sus ingresos en las exportaciones y los acuerdos de libre comercio. Va a ser difícil para Chile navegar en las aguas del proteccionismo económico que impulsará Trump.
-¿Se puede poner en riesgo la Visa Waiver con el triunfo de Trump?
-La Visa Waiver es una materia que se mide anualmente con criterios bastante técnicos, y lo hace Homeland Security, que cada año hace esta revisión. Si hay algunas falencias, se conversan con el país respectivo y entiendo que, aunque en una época tuvimos serias dificultades porque no estábamos cumpliendo con los parámetros que se nos exigían, hoy día se ha hecho un buen esfuerzo y se están cumpliendo esos parámetros.
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