El viaje del Presidente Gabriel Boric a Japón y China se produce en momentos cuando el mundo ha volcado sus ojos con interés e inquietud al primer encuentro formal de representantes de Estados Unidos y China, para discutir la política de aranceles y sus efectos de tensión crítica entre ambos Gobiernos.
Ese diálogo, encabezado por el secretario del Tesoro de EE.UU. Scott Bessent, y el llamado zar del comercio internacional de China, el viceprimer ministro He Lifeng, fue visto como encuentro de tanteos, de colocar argumentos sobre la mesa para negociar luego algunos acuerdos. Y eso sería importante no sólo para ambos países, sino también para el resto del mundo tras el terremoto generado por las nuevas políticas del presidente Trump.
Pero, más allá de lo que derive de ese diálogo entre potencias, importa valorar la idea misma del encuentro, de que cuando hay complejidades y diferencias entre ciertos países, lo principal es encontrarse cara a cara y hablar con franqueza. En la víspera del viaje del presidente Boric a Japón y China, especialmente a este último país, se ha puesto en duda la oportunidad de esa visita. Todo indica que, precisamente porque hay complejidades en el mundo que afectan al comercio internacional y porque en la relación bilateral han surgido problemas o temas sensibles, es oportuno el diálogo frente a frente.
Con Japón, cuarto socio comercial de Chile e importante inversionista en el país, es un muy buen momento para conocer en cuanto coinciden ambas partes frente a la arremetida proteccionista y anti multilateral levantada desde Washington. Será tema dominante en la reunión del mandatario chileno con el primer ministro Shigeru Ishiba. Chile y Japón son miembros importantes en el llamado TPP11 y en la gestación del mismo, un acuerdo de cooperación transpacífico donde no están ni China ni Estados Unidos, y eso da espacio a un análisis más autónomo. Además, junto a una fuerte delegación empresarial y política, se otorgará resonancia al día de Chile en la Expo Universal de Osaka.
Pero ha sido la visita a China la que ha despertado más interrogantes. Y se mencionan los temas complejos en la agenda: el observatorio astronómico, el atentado incendiario en Rucalhue, la decisión de dos empresas de no ejecutar sus proyectos en litio en el norte. Son temas complejos que, de todos modos, tienen explicación. Y eso hay que debatirlo cara a cara si así se hace presente en la reunión entre los presidentes Boric y Xi.
Pero ambos mandatarios saben que la agenda bilateral requiere una conversación con la mirada puesta en el futuro: ser socios estratégicos cuando se habla de desarrollo sustentable, de energías renovables, de electromovilidad, de biodiversidad, de cambio climático. Saber cuánto hay de coincidencias cuando se habla de modernización en la Era Digital.
Porque, lo que más importa en este viaje, es señalar ante el gobierno chino que Chile es un socio confiable y lo seguirá siendo cuando coincidan los intereses entre ambas partes. Y, especialmente, que Chile busca impulsar con autonomía sus relaciones con todo el mundo, sea con Estados Unidos, con China, con la Unión Europea o el Sur Global. No es tarea fácil hacer de la autonomía la columna vertebral de nuestra política exterior, pero es esencial lograrlo. Y este viaje a China se presta mucho para demostrarlo.
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