Las obras. Son dos libros y un reportaje, en realidad. Pero este último es tan grande que podría ser un libro chico. Se trata de Contagio, de David Quammen (Debate, 2020, 621 páginas); The plague year, el reportaje que Lawrence Wright publicó en el New Yorker a fines del año pasado y de El jinete pálido, de Laura Spinney (Crítica, 2018; 352 páginas).
- Los tres son textos devastadores pero que ayudan a sistematizar –ahora, que probablemente estamos llegando a la mitad de esta historia– el pesimismo (en el peor de los casos) e identificar (en el mejor) los tonos, muletillas y tonteras de los chamanes, profetas de la muerte y toda clase de chantas que han inundado las redes sociales y sus extensiones televisivas.
Contagio. Los que siguieron el último Congreso del Futuro deben tener fresco todavía el recuerdo de David Quammen, que además dio varias entrevistas en la prensa durante el verano. Contagio tiene un subtítulo contundente: La evolución de las pandemias.
- En circunstancias normales podría uno leerlo como un tremendo reportaje de cosas que pasan pero que ocurren lejos de nuestras casas; forrados con mascarillas y limpiándonos las manos cada tanto, hoy tenemos la posibilidad de seguir a Quammen cada vez que cuenta la fascinante historia de diversas zoonosis que han cambiado la vida de miles de personas a partir de detalles mínimos. No son los virus los que están irrumpiendo en nuestro mundo, dice Quammen: es precisamente al revés.
- Así, desfilan «cazadores de virus», científicos y toda clase de enfermedades repartidas por todo el mundo. Todas son historias que ayudan a entender las ideas que llevamos escuchando un año (trazabilidad, paciente cero, distancia social, algunas) y sobre todo a estar atentos a los detalles. Cuando Quammen recorre China tras el SARS-1, sus datos ayudan a aclarar cómo es que las cosas pudieron haberse dado.
- Como él mismo dice en el apéndice que le agregó el año pasado (y que es un texto que publicó en el New York Times a fines de enero del 2020): «Tenemos ante nosotros dos desafíos a vida o muerte, a corto y a largo plazo. A corto plazo, debemos hacer todo lo posible, con inteligencia, tranquilidad y una plena dedicación de recursos, para contener y extinguir este brote de nCov-2019 antes de que se convierta, como podría ocurrir, en una devastadora pandemia global. A largo plazo, cuando la peor parte ya haya pasado, debemos recordar que el nCoV-2019 no fue un suceso novedoso ni un infortunio. Fue –y sigue siendo– parte de una serie de decisiones que estamos tomando los humanos».
El año de la plaga. Lawrence Wright debe ser de los mejores reporteros del planeta, además de dramaturgo, guionista y escritor. Escribió hace años una investigación sobre la Cienciología y pocos años más tarde la increíble historia de las investigaciones que desarrollaba el FBI sobre Al-Qaeda poco antes del ataque a las Torres Gemelas y que cuenta en La torre elevada, uno de sus libros que pueden encontrarse en las tiendas locales.
- En diciembre pasado publicó El año de la plaga, en que reconstruye lo que llama tres momentos en que las cosas podrían haber resultado de otra forma en Estados Unidos.
- Con acceso directo a investigadores, autoridades y quién haya tomado alguna decisión importante durante el primer año de la catástrofe, Wright cuenta –entre otras cosas– la forma en que la comunidad científica se encontraba al momento de enfrentar la pandemia y las decisiones aisladas pero valiosas de los que, estando en La Casa Blanca, consiguieron enderezar en algo la locura.
- Hay detalles de algunas de esas discusiones a la sombra de proyecciones de cifras de muertos inimaginables hasta el año pasado. El reportaje es, además, una excelente foto de cómo terminó la primera ola Estados Unidos, justo antes cuando empezaba a instalarse nuevamente el invierno sobre sus ciudades.
El jinete pálido. Spinney publicó El jinete pálido para los cien años de la Gripe Española, precisamente por el silencio instalado alrededor de una pandemia que se desató sobre el mundo y lo hizo pedazos justo cuando las tropas regresaban a sus países tras la Primera Guerra Mundial. Estamos hablando de una emergencia que hoy se calcula mató a entre cincuenta y cien millones de personas en todo el mundo y que un día desapareció, incluso de las obras de los artistas que llegaron a padecerla.
- Spinney documenta el impacto en todo el mundo, con unas páginas decidoras de cómo golpeó en Chile, y sus sucesivas olas en todo el planeta. Como pareciera ser ahora, la segunda fue la más letal en ese entonces.Leído hoy, cuando no se puede tomar como el recuento de una vieja historia de terror, la actualidad del libro es pasmosa: pareciera escrito la semana pasada.
- Cambian los nombres de los personajes, pero ahí están los esfuerzos de médicos y científicos; la resistencia suicida a los esfuerzos sanitarios; el desastre brasileño (sí, ya pasó); la competencia entre países y la ignorancia. Incluso, luces sobre el origen de la plaga que no fue española sino tal vez norteamericana. O china. O la discusión en Nueva York y en Odesa sobre si cerrar o no las escuelas para la segunda ola, algo que fue clave para las familas más pobres.
- Debe ser la distancia, ese centenario que hay entre nosotros, lo que hace tan notable de leer este libro. Y porque, además, es un texto que no tiene idea alguna de lo que pasaría a fines del 2019 en Wuhan. Dice Spinney: «La memoria es un proceso activo. Se han de repasar los detalles para retenerlos, pero ¿quién quiere repasar los de una pandemia? Una guerra tiene un vencedor (y suyo es el botín, la versión que se transmite a la posteridad), pero una pandemia solo tiene vencidos”
- “Hasta el siglo XIX, las pandemias eran consideradas actos de Dios y se las aceptaba con fatalismo, pero con la aparición de la teoría de los gérmenes, los científicos comprendieron que, en principio, podían prevenirlas. Su incapacidad para hacerlo en 1918 fue humillante, un recordatorio de épocas anteriores en las que las epidemias aparecían sin explicación y no había nada que se pudiera hacer para contenerlas. Como señaló un epidemiologías, “era como si una de aquellas antiguas plagas hubiera reaparecido”.
- El libro de Spinney es quizá el que más se acerca a lo que hemos estado pasando. Partiendo por el título, tomado del cuento de la escritora tejana Katherine Anne Porter Pálido caballo, pálido jinete, que es la historia de una contagiada, de los delirios a los que la arroja la fiebre y del mundo sin color que se encuentra en cuanto levanta la cabeza y derrota a la muerte. El título del cuento, claro, viene del Apocalipsis y Porter lo escribió tras sobrevivir a la plaga, que estuvo a punto de llevársela a los veintiocho años.