Estados Unidos no solo enfrentará una contienda electoral más. Lo que realmente está en juego es el alma de su democracia. La manera en que el Partido Republicano y sus líderes aborden los resultados y respeten el proceso electoral definirá si el país sigue siendo una república comprometida con sus principios fundacionales o si se desliza aún más hacia un terreno donde la verdad y la ley quedan supeditadas a los intereses de un solo hombre.
La narrativa del “fraude electoral”. Que difícil resulta imaginar un mundo en el que Estados Unidos dejara de ser el principal referente de la democracia representativa, de las libertades públicas y los derechos civiles, el muro de contención contra los regímenes autocráticos. El aliado de Europa, el líder de la OTAN.
- Lamentablemente, ya han ocurrido cosas graves que eran consideradas propias solo de “repúblicas bananeras” tales como que un presidente derrotado se negara a reconocer el resultado de la elección, induciendo a una turba a invadir el Capitolio para obstruir la transferencia pacífica del poder.
- Un comportamiento que jamás sería tolerado en Chile por ninguna fuerza política de izquierda o derecha, por lo que podemos sentir que nuestra democracia es más sólida.
- Desde el fin de su mandato, Donald Trump no ha cesado en su empeño por difundir la falsedad de que la elección del 2020 fue fraudulenta, algo que ha sido desmentido reiteradamente por auditorías, sesenta fallos judiciales y por los gobernadores Republicanos.
- Esta narrativa de “fraude electoral” ha erosionado la confianza en el sistema democrático y alimentado una cultura de la desinformación que ha envenenado el discurso político.
“Fake news” y teorías conspirativas. Los constantes ataques basados en “fake news” y teorías conspirativas han normalizado la mentira, que se está repitiendo también en esta elección. Trump afirma reiteradamente que Kamala Harris, a quien califica de retrasada mental, solo podría triunfar si hay un fraude.
- La aceptación de las fake news” como herramienta política ha aumentado exponencialmente proliferación de la desinformación fomentada por la retórica de Trump y sus aliados, que ahora cuenta con el apoyo incondicional del hombre más rico del mundo, Elon Musk, nada menos que el dueño de X que ha puesto la plataforma al servicio de su campaña.
- Los medios tradicionales que cuestionan las falsedades son demonizados como “prensa enemiga del pueblo” lo que abre una relación peligrosa entre el poder y censura. La manipulación informativa no solo favorece el proyecto de Trump, sino que debilita las estructuras de verificación y trasparencia en las que se sustenta una democracia saludable.
Discurso de odio y autoritarismo. Pero la amenaza de Trump va más allá. Sus discursos de odio cargados de una retórica beligerante hacen eco en sectores radicalizados que ven en sus palabras un permiso tácito para actuar con violencia y desdén hacia quienes consideran sus enemigos políticos.
- Su reciente alusión al concepto del “enemigo interno”, que incluye a líderes demócratas, miembros del Congreso, figuras públicas y a los jueces que lo han procesado, evidencia su intención de perpetuar una visión de país donde el disenso sería reprimido, “erradicado” en palabras de Trump. Su amenaza de represión y expulsión de los “críticos”, utilizando al ejército de ser necesario, no es solo una “bravuconada”; es el reflejo de su concepción de poder autoritario.
- En esta elección lo que está en juego es mucho más que un simple cambio del inquilino de la Casa Blanca: Es la decisión entre un país que respete sus instituciones, valore la verdad y abrace la diversidad de opiniones, o uno que se incline peligrosamente hacia el autoritarismo.
Ideales republicanos desdibujados. En el contexto político de Estados Unidos, el Partido Republicano ha sido históricamente conservador, democrático, defensor de la austeridad fiscal, de las libertades individuales y de la preservación de las instituciones democráticas.
- Pero todo eso cambió radicalmente con la era de Trump. Esos ideales se han desdibujado hasta el punto de cuestionar si el partido sigue siendo fiel a su esencia.
- Más que un partido político el Republicanismo se ha convertido en una organización al servicio de un solo hombre, una verdadera “secta”, configurada en torno a su narrativa, intereses y personalidad.
- Se purgó a todas las personas que cuestionaban su liderazgo. Senadores y Representantes que alguna vez fueron considerados pilares del conservadurismo, como John McCain. Mitt Romney y Liz Cheney, entre muchos otros, fueron marginados y desacreditados por no someterse a la línea trumpista.
- Trump ha cultivado una atmósfera de fervor casi religioso, donde las lealtades se miden no en términos de propuestas políticas o soluciones a los problemas reales, sino en función del grado de adhesión a su versión de los hechos y a su estilo combativo.
- El “test de la blancura” en el Partido Republicano de hoy, para acceder a un cargo interno o candidatura consiste en adherir sin reservas ni matices a la mentira de que Trump ganó la elección del 2020.
Por qué está en riesgo la democracia. La defensa de las instituciones democráticas que antes fue un pilar del discurso conservador, ahora pasan a segundo plano cuando estas instituciones chocan con los intereses o no favorecen al expresidente.
- Esta mutación es la clave para entender por qué la democracia está en riesgo en esta elección. La aceptación pasiva y activa del cuestionamiento a las elecciones libres y justas de 2020 y la posible negativa de Trump a aceptar los resultados en 2024, con el respaldo de funcionarios republicanos, muestra un partido que ha sacrificado sus principios en el altar del trumpismo.
- La figura de Mike Johnson, actual presidente de la Cámara de Representantes, que tiene un rol fundamental en el proceso de certificación de los resultados, es muy alarmante. Después de todo fue uno de los “campeones” del negacionismo en 2020, presentando escritos ante la Corte Suprema respaldando los falsos cuestionamientos de la elección.
- Lo que queda del Partido Republicano hoy es una sombra de su “antiguo yo”. Un movimiento que en lugar de representar una amalgama de ideas conservadoras ha optado por reducir su identidad a la protección y exaltación de una figura que alimenta el odio, la polarización y la desconfianza hacia las instituciones democráticas; y que es capaz, como lo ha demostrado, de apelar a la violencia.
Peligros en la política exterior. Trump no oculta su admiración por figuras autocráticas como Vladimir Putin, con quién se ha mantenido en contacto desde que dejó el poder, al que calificó de “genio” en momentos en que las tropas rusas perpetraban una invasión brutal en Ucrania, que dicho sea de paso no tiene ningún interés en apoyar ni defender.
- La política exterior de Trump se caracteriza por un pragmatismo e indiferencia hacia los derechos humanos. La OTAN, piedra angular de la seguridad transatlántica desde la Segunda Guerra Mundial fue despreciada durante su presidencia, minando la confianza entre aliados históricos y poniendo en entredicho el compromiso de Estados Unidos con la defensa y la libertad de Europa. Confianza que nunca se recuperó totalmente, pese a los esfuerzos del presidente Biden, porque el fantasma del regreso de Trump nunca se desvaneció.
Un resultado incierto. Hoy es imposible predecir cual será el resultado de las elecciones el próximo martes. La contienda se perfila como la más estrecha de la historia, sobre todo en los estados claves por su alto número de “electores” cuya votación ha sido voluble en los últimos comicios. Pensilvania, Carolina del Norte, Michigan, Wisconsin, Nevada, Georgia y Arizona.
- Las razones por la cuales un 50% de la población norteamericana parece dispuesto a apoyar a un personaje así dan para otra columna. Pero se pueden identificar algunos titulares: El atractivo del líder autoritario, la desinformación en tiempos de los ecosistemas mediáticos, una narrativa anti- establishment, el nacionalismo y la protección de una identidad en crisis en tiempos de inmigración masiva, frustración económica y social, cruzadas religiosas y valores tradicionales
¿Reconocerá Trump los resultados si pierde? La posibilidad de que Donald Trump desconozca los resultados si le son adversos es más que realista, considerando sus antecedentes y el ambiente político extremadamente crispado en que Estados Unidos se encuentra.
- Además, se da la insólita circunstancia de que para el candidato republicano es altamente probable que su destino, en caso de no resultar electo, podría ser la cárcel dado los múltiples juicios que enfrenta.
- En 2020 la resistencia de algunos líderes republicanos estatales como el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, fue clave para certificar los resultados, pese a la presión que sobre él ejerció Trump. Sin embargo, ahora el escenario es distinto ya que hay muchos funcionarios que están alineados con las teorías conspirativas de fraude y podrían prestarse para maniobras destinadas a demorar y/o interferir en el recuento de los votos.
- El desconocimiento de los resultados, por segunda vez y una posible demora en la certificación por parte de los funcionarios republicanos afectaría gravemente la legitimidad del proceso que podría terminar siendo decidido por la Corte Suprema, cuya mayoría conservadora se ha mostrado incondicional con Trump.
-En resumen, el próximo martes, Estados Unidos no solo enfrentará una contienda electoral más; lo que realmente está en juego es el alma de su democracia. La manera en que el Partido Republicano y sus líderes aborden los resultados y respeten el proceso electoral definirá si el país sigue siendo una república comprometida con sus principios fundacionales o si se desliza aún más hacia un terreno donde la verdad y la ley quedan supeditadas a los intereses de un solo hombre.
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