-¿Crees que el modus operandi de quienes atracaron la empresa Brinks en Rancagua está vinculado al crimen organizado?
-El modus operandi que involucra este tipo de planificación de ilícitos habla de estructuras criminales más avanzadas. Si estas estructuras están vinculadas a orgánicas de crimen organizado transnacional, todavía no podemos definirlo. Pero esta modalidad se ha visto en estructuras como el Primer Comando de la Capital (PCC), que planifica y ejecuta acciones de alto impacto y alto beneficio, en caso de lograr el objetivo. Llama la atención la cantidad de armas involucradas, que se utilizaron también en los enfrentamientos con la policía.
-¿Qué vínculos tendría el Primer Comando de la Capital en Chile?
-El PCC ha tenido algunas apariciones exploratorias en Chile buscando, principalmente, generar alianzas vinculadoras, más que dominar territorios como el Tren de Aragua. Hay una figura clave en esto, que es Mauricio Hernández Norambuena. Él coincidió en recintos penitenciarios de Brasil con líderes importantes del PCC, como Marcola. Esto lo han señalado varios fiscales brasileños.
-¿Cuál sería el nexo entre Hernández Norambuena y el PCC?
-Es difícil de establecer. Según lo que han señalado los investigadores, las vinculaciones se han dado al interior de las cárceles, donde el Estado no tiene una presencia tan efectiva para poder determinar los nexos y acuerdos que se dieron internamente. Pero hay hechos de facto objetivos, como que Hernández estuvo recluido en centros penitenciarios donde el PCC tenía presencia importante luego del secuestro de Washington Olivetto en 2001.
-Además de su organización y el uso de armas de alto calibre, ¿qué otro elemento te llaman la atención en el modus operandi del atraco?
-Hay varios elementos llamativos. En la nueva criminalidad que estamos observando la región hay cosas muy estudiadas y también improvisaciones. Llama la atención que la gran cantidad de personas que integran esta estructura criminal hayan mantenido reserva de la operación criminal, porque existen altas probabilidades de que las operaciones criminales se filtren si se involucran muchas personas. Esta es una organización que tiene experiencia en esto y utiliza lógicas como compartimentos de información. Probablemente, muchos delincuentes de menor importancia que se unieron a la operación desconocían el blanco, y por ello se entienden algunas improvisaciones.
-¿Cómo interpretas el despliegue que hubo para bloquear las vías de acceso?
-Llama la atención la estructura operativa secundaria para bloquear vías de acceso e impedir la presencia policial. Esto se podría conectar con una operación similar, de menor nivel, en Lo Valledor, donde también se bloqueó el entorno. Vemos que en Chile existen liderazgos criminales capaces de organizar estructuras amplias, en redes, ya ni siquiera barriales ni tradicionales, sino por capacidad, en la que se incluyen conductores, fusileros y seguridad, entre otros. Ellos son capaces de organizar cada cierto tiempo operaciones de alta envergadura, como la de Lo Valledor, la de este viernes, y los robos en el Aeropuerto de Santiago.
La delincuencia chilena está teniendo una transmutación, donde las estructuras criminales empiezan a funcionar más bien como redes criminales, con capacidades diversificadas para ejecutar operaciones de alto nivel.
-Donde cada uno tiene información compartimentada para ejecutar su labor.
-Claro. Se compartimenta la información en distintos niveles y las capacidades están súper determinadas en la operatividad de la acción criminal. Algunos son contratados exclusivamente como conductores, otros para hacer contención o incendiar los vehículos. Hay una estructura criminal liderada por una o dos personas, capaces de segmentar ciertas áreas de la operación, y que se frustra en este caso porque no dimensionaron que las policías también están cambiando sus servicios preventivos. Así como avanza y se perfecciona el crimen organizado, las policías van aprendiendo de las nuevas tendencias y cambiando la formas de enfrentarlas.
-¿Qué riesgos suponía una operación como la utilizada en el Brinks de Rancagua?
-Personalmente, creo que aquí nos salvamos de una tragedia. Hace unos días se encontró un vehículo con explosivos y armas que, según lo que informó la ministra Carolina Tohá, tenía como objetivo liberar a criminales de la cárcel de Colina 1. Toda operación de rescate de criminales involucra un costo muy elevado, porque tiene que ver con el ocultamiento de esos criminales. No todas las cosas están hiperconectadas, pero estamos en una atmósfera de mucha actividad criminal que no habíamos visto antes.
-¿Crees que este atraco pudo haber sido planificado desde la cárcel?
-No tengo la certeza, pero en el último tiempo, en Chile y en la región, parte importante de las operaciones criminales de alta consideración tiene vinculación con el espacio carcelario. Que estas estructuras entren a la cárcel no significa que se extingan ni dejen de actuar, por el contrario. Continúan vinculándose con quienes estuvieron en el exterior.
Esta es una historia que estamos empezando a leer hoy, pero nos va a dar mucha información de la transformación criminal que está viviendo Chile, porque tenemos una cantidad sorprendente de detenidos. Y si vamos a tener criminales que no van a hablar, podríamos estar viendo una estructura criminal más férrea y menos funcional de lo que pensamos que podría ser esta operación.
–En tu libro señalas que el Estado chileno tiene muchos déficits para combatir el crimen organizado, ¿Crees que la cárcel es el eslabón más débil para enfrentar a esos grupos?
-Sí. En los últimos 30 años, las organizaciones criminales más importantes que han emergido en la región y han avanzado, han salido, tradicionalmente, desde las cárceles, con un componente común: la capacidad de generar gobernanza criminal intrapenitenciaria.
Tenemos el desafío como Estado de mejorar, no solamente la infraestructura, sino el sistema penitenciario en su conjunto. Fortalecer el cuerpo penitenciario, profesionalizarlo, aumentar la tecnología, generar segmentaciones adecuadas, hacer clasificaciones criminales de acuerdo a la realidad del 2024 y no de una década atrás. El futuro de la criminalidad en las próximas décadas se va a gestar probablemente en las cárceles de Chile.
-¿Con qué actos criminales se podría comparar el atraco en Rancagua? Algunos lo han asimilado, por ejemplo, al asalto del Sheraton Four Points, en Providencia, ocurrido en 2007.
-Hemos logrado aprender cosas de delitos que involucran mayor planificación y una operatividad diferente. Tenemos un pasado nacional donde algunos grupos con una raigambre política, insurreccional o guerrillera, tenían capacidad para planificar operaciones de este tipo. Mucha gente dejó esas organizaciones y, con ese conocimiento, empezó a realizar actividades criminales propias. Hoy, ese método resulta exitoso para operaciones de alto nivel en Chile. La pregunta es si la capacidad de contrarrestar estas operaciones de alto nivel se está dando. Yo creo que hemos avanzado bastante pero, indudablemente, hay que poner atención a cualquier método que resulte rentable y exitoso para la actividad criminal.
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