Una estrategia puesta a prueba. En estas elecciones se da la paradoja de que Chile Vamos, la coalición de derechas que está en el poder, tiene un candidato presidencial independiente que ideológicamente no es de derecha; los profundos cambios políticos y sociales de los últimos años junto a la mala evaluación del gobierno la llevaron a optar por una especie de “outsourcing”, buscando una figura capaz de apelar también al voto centrista progresista que podría votar por él en una segunda vuelta para frenar a la externa izquierda.
Rechazo a las políticas transaccionales. Para la derecha tradicional, que hoy se siente violentada por la hegemonía política y cultural que ha alcanzado la izquierda más dura, el estilo categórico y su discurso sin dobleces ni genuflexiones a lo que denominan “políticamente correcto” resulta irresistible. Ven en Kast a un candidato que los defiende y representa ante lo que aparece como la conquista de Roma por la izquierda expresada hoy en la Convención Constitucional y en la candidatura del Apruebo Dignidad.
El voto de centro. El “fenómeno” Kast puede llevar al desmoronamiento de la premisa fundacional de la candidatura de Sebastián Sichel, quien, dando por descontado que contaría con el voto de la abrumadora mayoría de la derecha, se ha distanciado de ella para ir tras el voto de centro.
Mirando el mediano plazo, la permanencia en Chile Vamos inexorablemente lleva a la UDI a una mímesis con sus aliados centro-liberales, cuestión similar a la que le ocurrió al Socialismo Democrático con el Frente Amplio y el Partido Comunista. Si la UDI quiere seguir siendo un proyecto parecido al que ideó Jaime Guzmán, parece más […]
El Socialismo Democrático ha pagado el costo completo de un gobierno que no lidera, y no ha recibido algún beneficio institucional o político real. Solo ha logrado mimetizarse hasta perder su relevancia, dentro de la coalición política más inoperante, desordenada, incapaz y corrupta que la izquierda ha visto en cinco décadas.
Estar incómodos, implica reconocer que, aunque hemos avanzado, aún queda mucho por hacer. Es sacarnos la venda de los ojos y entender que el “verdadero progreso” no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de construir una sociedad más justa, donde todos tengan la posibilidad de vivir con dignidad.
“Democracia Siempre” podría haber sido un acto valiente, un punto de inflexión en la defensa de valores universales. Pero, al menos por ahora, parece un ejercicio de marketing político, que predica más de lo que practica. No hay que pecar de ingenuos: esta cumbre también tiene una dimensión estratégica orientada a robustecer las credenciales democráticas […]
El futuro de Chile para los próximos 20 años depende en gran medida si la oferta electoral que tendremos a nuestra disposición será capaz de resolver -y financiar- estos desafíos estructurales que tienen a nuestro potencial de desarrollo cada vez más disminuido.