Y así quedó mi lista:
Creada y dirigida por Olivier Assayas, esta miniserie es un oblicuo remake de su propio filme (de 1996); la protagoniza la reconocida actriz sueca Alicia Vikander (Ex Machina; La Chica Danesa, por la que ganó un Oscar) y transcurre en París durante la complicada y frenética filmación de… un remake (que en realidad será una miniserie).
Esto es meta-cine o meta-meta-cultura porque no solo es la vertiginosa y loquísima trastienda del rodaje de Irma Vep sino porque protagonistas y directores entran y salen de una ficción (la película o miniserie que filman) hasta casi desdibujarse la diferencia entre intérprete y personaje.
Irma Vep es, a su vez, un remake del clásico del cine mudo Les Vampires, que un muy neurótico director está obligado a convertir en miniserie. Satírica, vertiginosa y muy aguda, Irma Vep se regocija en arrojar una mirada descarnada a la trastienda de un mundo vanidoso y algo desquiciado.
Irma Vep
Esta mini-serie ensambla la ficción con los hechos reales en un thriller cuya intensidad va en un in crescendo casi imperceptible. En Utah, en 1984, en un plácido barrio de Salt Lake Valley se ha producido un sangriento asesinato. Las víctimas: una joven madre y su pequeña hija de poco más de un año.
De la investigación se hará cargo el detective Jeb Pyre (Andrew Garfield), devoto padre de familia y mormón respetuoso de las reglas de su credo. El caso, que aparenta ser muy sencillo, no solo se vuelve intrincado sino que pone al descubierto sombríos secretos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Y con ello, las certezas y la vida personal de Jeb empiezan a tambalear.
Basada en el libro “Under the Banner of Heaven: A Story of Violent Faith” (2003), del periodista y montañista Jon Krakauer.
Under the banner of heaven
Inclasificable mezcla de drama cotidiano y comedia, lo que exuda esta serie es humanidad. Y es emocionante porque nos hace volver la mirada hacia el día a día de seres “irrelevantes” de un pueblo de Kansas, personas que con suerte son protagonistas de sus propias vidas.
Sam (Bridget Everett) es una mujer soltera, pasa de los 40 y convive con una familia algo disfuncional. Duerme en un sofá desde que su hermana muriera hace no mucho tiempo, algo de lo que aún no se repone del todo.
En este lugar del EE.UU. profundo, que uno identifica como aquel donde se concentra lo más conservador de ese país, sucede que hay personas que no obedecen a ese patrón. Una sobria manera de recordarnos que los estereotipos son eso, nada más.
Alguien en algún lugar no se parece a nada que hayamos visto pero sí se parece a la vida con su variopinto mostrario de seres humanos diversos. Grandiosa Bridget Everett, cantante, comediante de stand up y actriz.
Alguien en algún lugar (Somebody Somewhere)
Más que desmitificar la edulcorada visión que nos dejó la saga de Sissi Emperatriz (con Rommy Schneider) esta serie es un potente y rico relato político-histórico. El entonces poderoso Imperio Austro-Húngaro, como todos, decía defender su status de tal.
La serie alemana ficciona con la historia de Isabel de Baviera (Devrim Lingnau), posteriormente de Austria, desde 1853, cuando conoce al emperador Francisco José I de Austria y se casa con él. En Francia, la Revolución había concluido con Bonaparte como Emperador.
La madre de Francisco José, la archiduquesa Sofía, es un águila de garras poderosas: aguda, diestra y decidida, es pieza clave en esta partida de ajedrez. Pero Isabel, con su carácter desconcertante y espíritu libre, tiene lo suyo y no solo por su sensibilidad y carisma.
En este tablero difícil y cambiante hay mucho rey, reina, caballos y alfiles. (Y a no descuidar a los peones). Las intrigas, las luchas de poder, las traiciones ocultas, los giros no se detienen. ¡Fascinante! La T2 se espera para el próximo año.
La Emperatriz / Die Kaiserin
Me hizo reír, me emocionó y me conmocionó. Me sedujo. Amé algunos personajes (todos en realidad). Tiene escenas divertidas hasta la carcajada (¡ese rockero mexicano!), aunque la trama de fondo va de algo tan doloroso como el duelo, aquel difícil y largo proceso que se vive tras la pérdida de un ser querido muy cercano.
En una gran casona, la Dra Laforet (la gran Blanca Portillo), que vive allí con su marido, siquiatra como ella, recibe a un grupo de personas muy disímiles para una terapia grupal. Algo que sorprende a los mismos involucrados.
Los primeros episodios van entregando de a retazos las historias de cada quien. Los mundos de cada uno se abren como una rica experiencia al espectador. Cada historia —unas más que otras— esconde dolores antiguos y, algunas, secretos muy bien guardaos que atascan la sanación.
Vivir, morir. Y lo que hay entremedio para los que sobrevivimos. De eso va Días Mejores.
Días mejores
Imposible sustraerse a la atmósfera indefinible, tensa e inquietante con que comienza y se desarrolla 1899: esta serie de los creadores de Dark está brillantemente hilvanada. Hay muchos misterios, de distinto calado, por resolver en ese barco de 4 chimeneas (como el Titanic) que navega hacia Nueva York con tripulación y pasajeros alemanes, franceses, ingleses, españoles, polacos, chinos.
Lo siniestro (que es lo contrario de aquello que nos resulta familiar) se desliza, sigiloso, escena tras escena, capítulo a capítulo. Cada uno de los episodios abre con alguno de los personajes principales sumergido en lo que enseguida sabremos que es una pesadilla, sueños que en realidad son retazos de recuerdos y a veces son racontos de vivencias traumáticas. “Esto no puede ser real; esto no puede ser real”, susurran algunos en distintos momentos.
Es lo síquico, las visiones, los juegos mentales lo que dominan este drama fantástico en el que las personas están “encerradas” en ese barco que avanza, se detiene, se devuelve tras la búsqueda de otro barco; allí mismo habrá motines, violencia y peleas de facciones. “Al final todo estará bien. Si no está bien, no es el final”. Eso quisiéramos, pero este es un relato fantástico porque rompe las leyes de la lógica y eso nos aterra.
1899
En las anteriores temporadas de Bosch conocimos a tres personajes relevantes: Eleanor, la ex mujer de Harry, quien, tras dejar el FBI se trasladó a Las Vegas como jugadora de póker para clientes top de un gran Casino; la hija de ambos, Maddie; y la abogada Honey “Money” Chandler (Mimi Rogers).
En la de 2022 nos encontramos con Harry como investigador privado: ha abandonado, no de muy buenas formas, el Departamento de Policía. Su hija Maddie, en cambio, ha decidido seguir los pasos de su padre y viste uniforme.
Una completa y muy precisa síntesis de lo más relevante de los hechos previos antecede al primer episodio, de manera que puede verse independiente de las antiguas temporadas.
A su vez, son tantos y tan diferentes los hechos que se suceden, que luego pueden incursionar en los capítulos más antiguos y seguir atrapados en el vicio. ¡Muy buena!
Bosch: Legacy
No solo es originalísima: Wolf like Me logra abordar de manera sensible, emotiva y amable la historia del encuentro de dos adultos solitarios, añadiendo un elemento fantástico de potente carga simbólica.
Gary y Mary aún son jóvenes pero cada cual carga con una historia que les impide armar una relación. Gary vive con su hija Emma, de 11 años, en los suburbios de Adelaida, en el sur de Australia. Ambos se están recuperando de la pérdida de Lisa, la madre de Emma, ocurrida hace siete años
Una mañana, en plena ciudad, mientras Gary lleva a Emma en su auto por la ciudad, son violentamente impactados por un jeep. Emma sufre un ataque de pánico y es consolada por Mary, la conductora que provocó el choque. Gary no es capaz de hacerlo. Así se inicia esta relación aunque Mary siempre tiene alguna dificultad con los horarios.
Ni la inesperada y asombrosa realidad que descubre hace que Gary desista de esa relación. Mary es la mujer que esperaba y él sabe cómo enfrentar y controlar la condición que hace que ella se escabulla.
Porque vale la pena jugárselas por esa relación.
Wolf Like Me (Un lobo como yo)
Son 6 episodios ¡trepidantes! y el primero, directo al mentón. Ni una Palabra es un thriller con todas las de la ley, con mucho de cine negro y cuidadosamente desplegado. Pero la historia policial es el envoltorio para desgranar un drama familiar que tiene en el centro a un grupo de adolescentes de 18 años, amigos desde la infancia, que comparten el último año de colegio.
Hace un año ha ocurrido una tragedia: Igor, uno de ellos, ha desparecido sin dejar rastros. Se trata de familias que viven en elegantes barrios de Varsovia, en cómodas y amplias casas, rodeadas de verdes jardines. Pero en esta pandilla de chicos rudos y voluntariosos, que circulan en fiestas donde corren las drogas y el alcohol, algo empieza a resquebrajarse: y es que ocultan secretos terribles que se les hará muy difícil de ocultar.
Las sorpresas no se detienen jamás. Literalmente. Ojo con la última escena.
Ni una palabra (Zachowaj spokój)
Potente y muy atractiva historia con una corajuda protagonista y espectaculares escenarios. Intriga política, drama familiar y social que transcurre en una ciudad vasca, donde Malen (Itziar Ituño) ha dedicado su vida a la política. Casada y con una hija adolescente, ha llegado a ocupar el sillón de la alcaldía y va por la reelección con el apoyo de su partido.
Sobre esta vida perfecta, con breves escapadas a una playa francesa para practicar surf, cae una bomba: alguien difunde por Redes Sociales un video en el que Malen aparece teniendo relaciones con un sujeto en una playa.
Una inspectora de la Policía, a cargo de estos casos (la gran Ana Wagener), se acerca a Malen para hacer la investigación. Malen se niega rotundamente: no quiere que nada se interponga en su carrera.
Además de cautivadora y muy entretenida, la serie es un alegato inteligente y agudo sobre el derecho a la intimidad, el asesinato social y la doble vara con que se miden situaciones así según si se trate de un hombre o una mujer.
Intimidad
Esta inusual “dramedia”, que parecía otra serie de abogados, tiene de protagonista a una persona con diagnóstico TEA (Trastorno del Espectro Autista). Woo Young-woo ha vivido sola con su afectuoso padre que ha debido aprender de qué va esta condición de su hija.
Como ocurre en algunos casos, Woo resulta tener una inteligencia superior. Y a los 27 años es una abogada brillante. ¿Su problema? La singular manera de relacionarse con los demás y con el entorno, lo que desconcierta a quien no la conoce. Sin embargo, sus excelentes notas en la Universidad le permiten entrar a uno de los dos más prestigiosos bufetes de abogados de la capital.
En guiones muy bien detallados y con esos giros que se agradecen, nos encontramos con Woo litigando en la Corte, relacionándose con sus compañeros y con los clientes. También conocemos algo del pasado de la abogada, su divertidísima amiga ex compañera de colegio, y su mayor obsesión, que contribuye a enriquecer e iluminar el set de imágenes de la serie: las ballenas.
Con no pocas gotas de humor, otro poco de suspenso y un océano de humanidad, esta serie es de aquellas que se transformarán en inolvidables. Encantadora, entretenida, bella y llena de sorpresas.
Extraordinary Attorney Woo
Cómo hacemos para proteger lo más valioso de nuestra sociedad: eso está en el centro de esta serie coreana que nos habla de delincuencia juvenil, centros de detención para menores, hogares de “protección”, los abusos, las responsabilidades parentales y estatales.
La protagonista es una jueza, un personaje muy atractivo, una mujer singular, algo hierática, que se incorpora a este Tribunal de Menores. Allí compartirá con colegas que traen sus propias cargas dramáticas (como ella) y un jefe más bien preocupado de la política y los medios de comunicación.
Tribunal de Menores /Juvenile Justice
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