En pensiones no hay fórmulas mágicas. Para que Miguel y Juana tengan una pensión, esta se debe financiar. En Chile este financiamiento viene de los tres pilares que tenemos: el solidario o PGU, el contributivo obligatorio y el contributivo voluntario (o APV).
La PGU, que se financia por todos a través de impuestos generales, ha sido una tremenda reforma, y ha entregado un sustento básico para evitar que un pensionado en Chile caiga en la pobreza en la vejez, haya contribuido o no alguna vez para su seguridad social. Pero este piso base, se debe complementar con los pilares contributivos. Y para ello, se debe contribuir.
Este año desde la Asociación de AFP, hemos trabajado en la segunda parte del documento Hoja de Ruta 555, en que cuantificamos los efectos de las medidas propuestas en el trabajo difundido el año pasado.
En resumen, la pensión total de los Migueles y Juanas del futuro puede más que duplicarse, si gran parte de las medidas propuestas en nuestra Hoja de Ruta 555 se adoptaran juntas.
En régimen, Chile tendría un sistema previsional en que las pensiones promedio de los hombres serían más altas en al menos un 116% (más que duplicándose), con un aumento de cerca de 70 puntos en su tasa de reemplazo (TR). En mujeres, la suma de las medidas implicaría mejores pensiones en 127%, con una TR 65 puntos más alta. Estos impactos son considerando la pensión total; si sólo pensamos en la autofinanciada, estamos hablando de multiplicarla por alrededor de 3 veces.
Todo esto con una carga fiscal baja, puesto que de lo que se trata justamente es generar los medios para que más personas puedan ahorrar, tener un régimen de inversiones que permita multiplicar esos ahorros con creces, y una PGU que no desincentive la formalidad.
¿Qué medidas proponemos? El primer conjunto de propuestas aborda el bajo nivel de cotizaciones de los chilenos, a través de disminuir la informalidad laboral y lagunas (junto con iniciativas concretas que desde 2023 empujamos bajo la Agenda Integral para Abordar la Informalidad). Estas además se complementarían con políticas como el bono al nacer, el ahorro vía consumo y una mejor coordinación en la cobranza.
El segundo conjunto de propuestas contempla elevar la tasa de cotización y generar los medios para postergar la edad de jubilación. Lo más interesante acá es el incremento diferenciado de la tasa de cotización, basado en el nivel de ingresos de los cotizantes.
Este enfoque eleva la contribución para los ingresos medios y altos, pero la mantiene en 10% para los trabajadores de menores ingresos, medida que aliviaría la carga sobre pymes, sector que genera más del 60% del empleo y donde predominan las remuneraciones más bajas. Este grupo de trabajadores, con una alta probabilidad, recibirá la PGU, resultando en total en TR entre 74% y 260%.
El tercer conjunto de propuestas reúne medidas relacionadas a modernizar la regulación del régimen de inversiones para mejorar el perfil retorno/riesgo de los fondos de pensiones (para lo cual también llevamos activamente una Agenda de Régimen de Inversiones que hemos presentado a los reguladores).
En el cuarto conjunto, se sugiere aumentar el monto de la PGU mediante la implementación de una PGU Objetivo. La medida incluye establecer una PGU base, que evite la pobreza en la vejez, sobre la que se sume un monto adicional proporcional a los años cotizados. Por último, relevamos la educación previsional y cercanía con el sistema, para lo cual tenemos el programa Previsionarios AFP, aunque no podemos cambiar el mundo solos.
Si en Chile queremos que Juana y Miguel tengan mejoras sostenibles en sus pensiones, para ellos y sus hijos, debemos tomar medidas que apunten a las verdaderas causas de las bajas pensiones. La Hoja de Ruta 555 apunta en esa dirección.
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