Es prematuro emitir un juicio sobre el desempeño de la Convención Constituyente pues está recién instalada. Pero en estas semanas han ocurrido bastantes cosas que van marcando un estilo, un modus operandi que no auguran un buen futuro, como el comportamiento de los integrantes de su mesa directiva y la actitud de algunos sectores de avalar incluso agresiones.
Modus operandi. Cuando la derecha ganó las presidenciales con Piñera por primera vez, la centro izquierda concertacionista -aunque dolida por la derrota- declaró que la alternancia en el poder era también parte de la consolidación de la democracia.
- Todo lo contrario de lo que sucede hoy en la Convención donde se va imponiendo una cultura de la cancelación o deslegitimación del otro. Recientemente la comisión de Derechos Humanos acordó que no recibirá los “negacionistas ” o quienes fomentes discurso de odio, lo que calificara la mayoría de la comisión, una medida absolutamente ilegal y arbitraria.
- Lo primero que salta a la vista es que la mesa de la convención le declaró la guerra al gobierno desde el primer día, al que considera ilegítimo, violador sistemático de los derechos humanos y acabado.
- Ejemplo de lo que afirmo es su negativa a solicitar audiencia protocolar con el Presidente de la Pepública pese a que lo ha hecho con los presidentes de la Cámara y el Senado. Esta es la motivación detrás de la creación de una comisión de derechos humanos, justicia, reparación y no repetición con la que se pretende homologar la represión a la primera línea con lo ocurrido en la dictadura militar, y la petición de indulto para quienes cometieron graves delitos aprovechándose del estallido social.
En “guerra”. La gravedad de esta situación no puede ser ignorada. La polarización ha llevado incluso a que un sector, la Lista del Pueblo, justifique y avale agresiones físicas a un candidato presidencial, como el ocurrido contra Gabriel Boric durante su visita a los mal llamados presos políticos.
- La Convención existe porque el gobierno y el parlamento la crearon para proponer un texto de nueva constitución a los ciudadanos, quienes se pronunciarán sobre lo redactado en el plebiscito de salida.
- No son los convencionales los que están legislando como sería el caso de una reforma constitucional hecha por el Congreso que, a diferencia de la Convención, sí es un poder constituyente pues lo que resuelve es ley sin más trámite. La Convención tiene, además, fecha de término por lo que no es una institución permanente de la República.
- Al estar en “guerra” con el gobierno lo está también con un grupo importante de los convencionales. Esto quedo de manifiesto con el ninguneo de la señora Loncón a los constituyentes de Chile Vamos, a quienes acusó de representar el “privilegio”, fomentando una cultura de cancelación y deslegitimación y demonización.
- Todo lo anterior se ha traducido en iniciativas reglamentarias atentatorias contra la libertad de expresión, incluso con efecto castigador y retroactivo.
- El autoritarismo y la falta de reglas claras también lleva a abusos en el orden financiero. Según la Segpres el vicepresidente de la convención habría solicitado un vehículo para su uso exclusivo y gastos alimentarios “absurdos” para la mesa. Él lo niega, pero la Segpres lo reitera.
Abusos y excesos de la mesa. Es inevitable que existan polémicas y disputas acidas entre los convencionales; después de todo la misión de la convención es eminentemente política. Se trata de la distribución del poder y de los beneficios de la economía. Pero, hacerse parte de la oposición e involucrarse en la contingencia como cuerpo colegiado haciendo uso de las mayorías no esta dentro de las reglas del juego.
- La presidenta Loncón tiene todo el derecho a defender su causa, que es justa; pero no ha sido capaz de asumir su rol de presidenta de la Convención, cargo cuya misión es velar por el respeto y amparo de los derechos de todos los constituyentes, mantener buenas relaciones con los poderes del estado y velar porque se cumplan la regla que regulan el funcionamiento de la convención. No ha hecho nada de eso.
- Los abusos y excesos de la mesa directiva al parecer agotaron la paciencia de muchos convencionales en forma transversal que no se identifican con el PC, el Frente Amplio ni la Lista del Pueblo. Algunos incluso han renunciado a esas “bancadas” que los habían incluido en sus listas.
- Estos “disidentes” se están agrupado para actuar en conjunto y garantizar que la convención no sea instrumentalizada para llevar agua al molino de grupos políticos candidaturas presidenciales o desestabilizar a los poderes del estado. Esto ha llevado a la directiva a proponer algunos cambios para prevenir el desprestigio de la convención ante una opinión pública que no quiere que los convencionales imiten a los desprestigiados diputados.
- Una convención constituyente no puede resultar exitosa si no tiene reglas claras que permitan debatir, proponer y decidir. La idea de un “reglamento provisorio” atenta contra esos requisitos. Algunas de las normas que se están proponiendo como “provisorias” podrían afectar la regla de los dos tercios que se debe aplicar no solo a las normas sustantivas de la nueva constitución sino también a los mecanismos para su votación, como por ejemplo si será artículo por artículo o habrá votación de un texto completo en el plenario.
- Para hacer un reglamento que garantice los derechos de todos y todas no hay que reinventar la rueda. Tanto la Cámara como el Senado tienen muy buenos reglamentos que perfectamente pueden se adaptados a las necesidades de la convención de inmediato sin tener que esperar meses para que se redacte uno.
- En resumen, la convención existe solo para proponer una nueva constitución y ese partido aún no empieza; pero ya se han hecho varios autogoles. Partimos con el pie izquierdo pero estamos a tiempo de enmendar el rumbo para que sea fecunda, proba, participativa y democrática.