1- Supongamos que Nueva York es una Ciudad. (Pretend it’s a City).
Martin Scorsese encuentra otra gloriosa manera de declararle su amor a la ciudad, a través de un documental que escapa a cualquier clasificación. Para este cometido cuenta con una cómplice: Fran Lebowitz, tan neyorkina-lover como Scorsese, una escritora y comediante de lengua rápida y afilada, mente aguda e indudable talento histriónico. Leerla puede ser una delicia: lo sorprendente es constatar que esa velocidad intelectual de felino es parte de ella, como lo es su manera de caminar las calles de su ciudad y enfrentarse a audiencias disímiles. Experiencia tiene: participó varias veces en el Late Show de David Letterman e hizo un par de apariciones en la serie Law & Order. Ya en 2010 Scorsese había hecho un documental sobre ella para HBO: Public Speaking.
En Pretend it’s a City (que también incluye imágenes de archivo) es como si dos amigos se encontraran y conversaran sobre lo que quizás quedó pendiente de aquella vez. Y eso es, obviamente, su amor por Nueva York.
Scorsese está ahí, a veces tomándose un café, otras de entrevistador y también recorriendo con ella esa alucinante maqueta del objeto de sus amores, con sus puentes, río, islas y todo, a la que primero la cámara se aproxima desde un plano aéreo.
Scorsese y Lebowitz son baqueanos y nos llevan por donde la ciudad es suya y no aquella de los turistas.
En formato de miniserie de 7 episodios (30 minutos, aproximadamente, cada uno), esta conversación móvil se organiza en temáticas (y lugares, obvio). Un montaje muy dinámico —brillantemente pensado— le da consistencia y solidez a aquello que está en el corazón de este proyecto.
Y resulta ¡apasionante! para el espectador.
2. Lupin.
Para revivir con éxito a un personaje decimonónico, mítico y venerado como Arsenio Lupin —salido de la pluma de Maurice Leblanc— había que hacer exactamente lo que hizo Netflix. Traerlo al presente, pero a través de un personaje que lo admira y lo homenajea como un copycat. Porque eso es lo que hace el protagonista de la serie, Assane Dip: imitar los rocambolescos métodos del glamoroso ladrón de guante blanco, el maestro del escape. Un estilo que también adoptan los realizadores: los episodios desafían cualquier imaginación, se mueven con la rapidez de un prestidigitador y sorprenden con giros que van desde lo meramente policial al entorno íntimo de Assane, un hombre con una infancia como de novela de Dickens.
El segundo acierto (o quizás el primero) es haberle entregado el papel a una muy popular estrella que puede brillar por sí misma: Omar Sy. El afroeuropeo se hizo famoso en la taquilla mundial con dos hits de gusto popular, “Amigos intocables” (“Intouchables”, Olivier Nakache, 2011) y “Dos son Familia” (Hugo Gélin, 2016).
Siguiendo el espíritu Lupin (o el de símiles como Phantomas), la serie es en realidad una “novela” por entregas, no por temporadas. El final de los 5 episodios disponibles es un clásico cliffhanger (momento culminante) que deja al espectador con el corazón en la boca mientras lee la explicación de que esto continuará.
Entretanto, hemos caído seducidos, ya no solo por Dip-Lupin, sino por París, una locación exquisita y muy bien aprovechada. Lo que desencadena esta primera parte es el robo de un collar de María Antonieta en el Louvre (¿habrá algo más simbólico?), en una extraordinaria puesta en escena.
Detrás de ello está la riquísima familia Pellegrini, verdadero blanco de Assane Dip: allí hay dolorosas cuentas por cobrar.
Sí, el Museo del Louvre es una locación. Pero también lo son la Puerta de San Martín, Saint-Ouen, el Hotel Camondo cerca del Parque Monceau, los jardines de Luxemburgo, la plaza de Temple-Elie Wiesel, el Puente de las Artes, para viajar luego a Ëtretat (al norte de El Havre), donde transcurre una de las novelas de Lupin y donde está Le Clos Arsène Lupin, donde vivió Maurice Leblanc y que actualmente es un museo dedicado a su obra.
Los dos últimos episodios fueron dirigidos por la premiada cineasta chilena Marcela Said.
Esta dolorosa película de los realizadores húngaros Kornél Mundruczó (White God) y Kata Wéber (guionista) ya está apareciendo en las postulaciones de premios que preceden al Oscar. Vanessa Kirby (que hiciera el rol de Princesa Margarita en las primeras temporadas de The Crown) ya ganó la Copa Volpi en Venecia por este rol y es mencionada como posible nominada al Oscar como protagonista; a su vez, Ellen Burstyn (Requiem por un sueño, El Exorcista), suena por su rol secundario.
Como pocas veces de manera tan cruda y cercana, una cámara intrusa nos mantiene 23 minutos, en un plano secuencia, como voyeristas del proceso de una tragedia, recorriendo pasillos de una casa amorosamente preparada para el más esperado de los acontecimientos.
Martha (V. Kirberg) ha decidido, junto a su pareja, Sean (un irreconocible Shia LaBeouf) tener un parto en casa. Cuando llega el momento, la matrona con quien se han preparado no puede llegar y envía a una sustituta.
La niña alcanza a vivir unos segundos.
Lo que sigue es la desintegración de la familia que han formado Martha y Sean, y el enclaustramiento interior de ella, que continúa su vida ensimismada, en un extravío mudo. A poco andar, Elisabeth (E. Bursytin) se erige como el personaje que ha determinado muchas de las decisiones de Martha; y lo ha hecho exactamente en el sentido opuesto al que su dominante madre hubiese querido. Elisabeth carga sus propios traumas y los ha proyectado en su hija, y ahora lo hace con vehemencia, entre otras cosas, buscando que la matrona pague por la muerte de su nieta.
Martha es una mujer fragmentada, pero ya lo era antes de la tragedia y la clave está en su relación con su madre.
Esta sorprendente serie documental, a la que el público y Netflix han dejado pasar, es una ventana a un momento clave y mayormente desconocido de la Alemania post Caída del Muro de Berlín.
Porque tras la algarabía de 1989, el resto del mundo se olvidó de aquello que conocimos como el proceso de reunificación. Y aparte de saber que no fue sencillo, la mayoría fuera de Alemania desconocemos lo que explotó tras la disolución de la RDA. Detlev Rohwedder fue el hombre designado por el Gobierno de Bonn para poner en práctica el proceso: fue asesinado en 1991 y hasta el día de hoy se desconoce a los responsables.
En 4 episodios, la miniserie descorre el velo de una convulsa época, en que se mezclaron grupos terroristas, agentes descolgados, ciudadanos indignados de un lado y del otro. Un pedazo de historia esencial para completar el puzzle de la historia política de Occidente (y de lo que permaneció del otro lado del Muro).
OJO CON
La protagonista de Gambito de Dama, Anya Taylor-Joy —anglo-argentina nacionalizada estadounidense– es la actriz del momento. Aun no cumple 24 años y ya tiene dos hits a su haber: The Witch (Robert Eggers, 2015) y Pura Sangre (Thoroughbreds , 2017, Cory Finley; en Netflix). Y el 2020 deslumbró a la crítica protagonizando una reversión de Emma, basada en la novela de Jane Austen, dirigida por Autumn de Wilde. También tuvo participación en otra popular serie: Peaky Blinders .
Una producción de clarísimo sello Disney y una película romántica/existencial, donde ser feliz también se puede, pero es más complicado. Ojo: en streaming, Territorio, un intenso neo western australiano muy shakespereano; y una película que no debieron dejar pasar: Guerra Civil.
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