Un sino histórico. Casi todos los presidentes de Chile de los últimos 70 años han sufrido en carne propia aquello de que “no hay peor cuchillo que el del mismo palo.”
- Gabriel González Videla (1949-1053) tuvo problemas con el Partido Comunista, que desde el gobierno organizaba huelgas y manifestaciones en su contra para desestabilizarlo y terminó dictando la llamada “ley maldita”, que proscribió a ese partido (con el voto favorable del PR y el PS).
- Eduardo Frei Montalva (1965-1970) enfrentó la oposición implacable de los sectores más de izquierda de la DC, que lo acusaban de “reformista”. Llegaron incluso a censurar la mesa del partido en una junta nacional y Frei se tuvo que levantar a las 2:00 de la madrugada para ir allá a defender su gobierno. Al poco tiempo esos grupos abandonaron la DC y formaron el Mapu y la Izquierda Cristiana.
- Pero el caso más emblemático, por la forma como terminó, es el de Salvador Allende. La Unidad Popular llegó al poder con un programa que, aunque revolucionario, era “moderado” para el contexto de la izquierda latinoamericana de la época, encandilada por Fidel Castro. A poco andar el PS, encabezado por el Senador Carlos Altamirano, se distanció del presidente criticando duramente su carácter “reformista”.
- Tras una seguidilla de desacuerdos en los días aciagos de agosto y septiembre de 1973 Altamirano se atravesó a la idea de Allende de convocar a un plebiscito para resolver la crisis política y evitar el inminente golpe.
El caso Piñera. Algo parecido le está pasando a Sebastián Piñera con Renovación Nacional y Mario Desbordes.
- Durante el estallido social Desbordes se abrió públicamente a la idea de hacer un plebiscito para instalar una convención constituyente, un objetivo que la propia izquierda veía hasta ese momento como inalcanzable. La dinámica que desató la postura del entonces presidente del partido eje del gobierno fue imparable. La UDI quedó aislada y Piñera cedió y si bien el “hilo constitucional” no se rompió hizo estallar por los aires el programa del gobierno que perdió el apoyo de una parte importante de su base social y política, quedando reducido a administrar la agenda de la oposición.
- Desbordes no ha dejado de marcar distancia con Piñera, que trató de silenciarlo poniéndolo en el Ministro de Defensa, el que abandonó para lanzar su candidatura presidencial. Como candidato se ha comportado como un opositor, propiciando proyectos de ley abiertamente inconstitucionales como los retiros del 10% y llamando por la prensa al gobierno a no recurrir al Tribunal Constitucional y devolver los fondos retirados por los cotizantes.
- Por supuesto que no se le puede imputar la crisis de la derecha solo a Mario Desbordes como tampoco es razonable culpar a Carlos Altamirano del colapso de la Unidad Popular.
- Sin embargo, como presidente en ejercicio de Renovación Nacional fue él y sus seguidores quienes se la jugaron por el acuerdo constitucional que permitió el plebiscito, un triunfo estratégico de la izquierda y una derrota histórica del gobierno y la derecha.
- Ahí se corrió la cerca hacia la izquierda, generando un cuestionamiento muy potente al modelo de desarrollo, al neoliberalismo, a la subsidiaridad del Estado, a los empresarios, a las AFP, las ISAPRES y a la globalización de la economía; es decir, a los pilares fundacionales del discurso tradicional de la derecha.
- Nadie sabe aún qué saldrá de la constituyente, pero no hay que ser adivino para saber que, con lo de la hoja e blanco, se producirán cambios muy importantes en la estructura jurídica, económica y social que no serán precisamente del agrado de la derecha.
Lo que hay detrás. Desbordes lo sabe y por eso aspira a representar a una derecha distinta, con un discurso más “progresista” que esté a tono con los nuevos tiempos; pero esa derecha, si es que existe, es muy minoritaria. La derecha tradicional, la que milita y vota en las primarias y una buena parte de su electorado, no le perdonan que haya entregado la joya de la corona (la convención constituyente) a la izquierda. La posibilidad de que pierda la primaria y no llegue a diciembre es real.
- Las encuestas muestran que el electorado histórico de la derecha prefiere votar por uno de los suyos, Joaquín Lavín, aunque se declare “social demócrata” y haya votado por el Apruebo. Es una cuestión de origen, de confianza; a diferencia de Desbordes a Lavín lo ven como parte del corazón latente de la derecha desde siempre y por eso están dispuestos a darle soga para que pueda ganar aunque sea con un discurso populista y demagógico que no comparten.
- Y los más recalcitrantes lo harán, en la primera vuelta, por José Antonio Kast, que está capturando un porcentaje significativo de los decepcionados por el “entreguismo” de Piñera.