Si bien es usual reírse de las proyecciones de este humilde grupo de expertos en finanzas y economía con chistes típicos como “le pedí su número de teléfono a un economista… y me dio una estimación” o “¿Por qué Dios creó a los economistas? Para que el reporte del tiempo pareciera exacto.” ¡En fin, igual nos necesitan! Así que, aquí voy con las proyecciones a 12 meses.
Ad portas de las nuevas cifras de inflación de noviembre y diciembre, nuestros cálculos apuntan a nulos crecimientos en términos mensuales en los precios, lo que permitiría al Banco Central mantener la tasa en diciembre y comenzar lentamente a rebajar la TPM en enero. ¿Por qué tan pronto? Porque después de enero, la próxima reunión de política monetaria es en abril de 2023, por lo que mantener la tasa de instancia en 11,25% por cuatro meses más, puede enfriar de sobremanera la economía. En consecuencia, proyectamos una rebaja de 50 pbs en enero, mientras que en abril un recorte de 125pbs, siempre y cuando la inflación continúe cediendo.
La desaceleración económica de este trimestre –y del próximo semestre– no sólo reducirá los altos niveles inflacionarios observados, sino también ayudará a reparar el déficit en cuenta corriente. Con todo, esperamos un decrecimiento económico para el 2023 en torno al 1% anual y una caída en el consumo por sobre el 4%, una formación bruta de capital fijo levemente mayor al 24% del PIB para el 2023, así como una inflación a diciembre del próximo año en torno al 4% YoY y una TPM ligeramente menor a esa cifra.
Estas cifras no tan malas, lógicamente estarán acompañadas de difíciles realidades: Mayores niveles de desempleo; trasvasijes desde el empleo formal al informal y, en consecuencia, incrementos en los índices de pobreza y aumentos en el riesgo de caer en ella. Las duras condiciones que viven y vivirán muchas familias requerirán de políticas públicas oportunas y tremendamente focalizadas para ir en su ayuda (la universalidad en las ayudas no solo causaría más inflación, sino que deterioraría aún más las alicaídas finanzas públicas) y, de esta forma, evitar a los infaltables genios con ideas como un sexto retiro. Esto último enterraría cualquier proyección para el 2023 –así como todo posible brote verde de la economía–, puesto que impulsaría la inflación nuevamente y terminaría de matar un mercado de capitales en sequía.
¿El dólar? En nuestro escenario base, en torno 900 pesos para este 2023.
¿Una última proyección? Creo que los expertos en finanzas y economía de la vieja escuela podemos dejar de ser el blanco de las ironías gracias al mundo cripto. Probablemente el humor se mueva hacia esos parajes… solo hagamos un refresh del chiste del New Yorker en los 90: Al final, un millennial se toma una cerveza en un bar y dice, con tristeza: “Quiero que me devuelvan mi burbuja”.
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