El fanatismo consiste en redoblar el esfuerzo cuando has olvidado el fin. La frase pertenece al filósofo y escritor americano de origen español George Santayana y data de principios del siglo XX. La reflexión emerge varias veces mientras leo el proyecto de ley (PdL) que crea un nuevo sistema de pensiones. Juzgar el texto en una sola columna es imposible, es un documento amplio, profundo y excesivamente largo; por esta vez, solo comentaré algunos puntos que carecen de razonamiento lógico.
El fin mayor de todo sistema de pensiones es que los adultos mayores, personas con invalidez o que sufran el fallecimiento de la fuente de ingresos del hogar, gocen de una jubilación que les permita tener condiciones de vida lo más similares posibles a los tiempos en que ellos (o su sostenedor) mantenían una vida laboral activa. Este objetivo debe tener algunas características que ya se mencionaban en las comisiones Marcel (2006) y Bravo (2014): buscar de forma sostenible y eficiente universalizar el derecho a la protección social y, de esta forma, minimizar el riesgo de la pobreza en la vejez. Actualmente, el sistema de pensiones no logra alcanzar este fin por innumerables razones esgrimidas en investigaciones académicas y centros de estudios, así como en las nombradas comisiones Marcel y Bravo.
El reciente PdL se hace cargo de algunos de estos problemas, por ejemplo, aumentando el porcentaje de cotización, incrementando el tope imponible, incorporando un pilar contributivo mixto y haciendo solidaridad intergeneracional con un 1,8% de la cotización (30% del 6%), lo cual es mucho más rápido y eficiente que a través de una recaudación ficticia de impuestos generales o con un delirante concepto de “Estado eficiente”. Aparte de estas tres medidas, el PdL tiene omisiones incomprensibles (como no aumentar la edad de jubilación de las mujeres) y un olor a fanatismo religioso de NO+AFP y es justamente en este punto donde quiero profundizar.
Quitarles el front y back office a las AFP para que sea realizado por un ente estatal es surrealista y obedece a la misma lógica del diseño e implementación del Transantiago. Las distintas Administradoras de Fondos de Pensiones exhiben una adecuada eficiencia y eficacia en la gestión de tareas, call center que si esperas 15 minutos en el teléfono igual te contesta alguien, páginas web que no se caen, sucursales en todas las regiones de Chile, entre otros servicios e infraestructuras que no salen de los arbolitos, como para ser levantadas en dos años. El Administrador Previsional “Autónomo” (esta palabra merece una columna completa) propuesto, ¿cómo funcionaría? Fácil, recuerde la última vez que fue al Compín, INP, Registro Civil o a realizar cualquier trámite en la oficina de atención de algún servicio público.
Dado el recuerdo anterior, vale la pena cuestionarse lo siguiente: ¿Las AFP realizan limpiamente la recaudación? Sí. ¿Pagan a tiempo y sagradamente las jubilaciones? Sí. ¿Abonaron de forma impecable los retiros del 10% a sus afiliados pese a la inmediatez de la medida? Sí ¿Tienen sistemas tecnológicos seguros y avanzados? Sí… así con un largo etcétera.
Entonces, desmembrar las AFP no responde al objetivo de entregar mejores y universales pensiones, ni siquiera se ocupa de las características anexas que debe tener el sistema. La migración del front y back office desde lo privado a lo público sólo obedece a la doctrina política que gobierna hoy en día. Así, no solo se le entrega al Administrador Previsional “Autónomo” la administración de los recursos del 1,8% de la cotización para solidaridad, sino que también se le otorgará de forma monopólica el 4,2% de la recaudación adicional (70% del 6%) con un NUEVO régimen de inversiones que registrará todo en cuentas nocionales (o virtuales). Esta política anticompetitiva es un llamado a la ineficiencia operativa y financiera, y también es una invitación a regalar cargos a cambio de favores políticos o a llenarlos con amigos sin credenciales.
Las pensiones son demasiado críticas para practicar el “contigo aprendo”. Dado que descuartizar las AFP no llevará a más y mejores pensiones, pero sí a más burocracia, es importante poner en el Congreso un foco e iluminar esas decenas de páginas del PdL que olvidan el verdadero fin de este urgente y necesario cambio legal.
El índice S&P IPSA de la Bolsa de Comercio de Santiago se alineó con las caídas de los mercados globales, retrocediendo un 1,83% en la jornada de este viernes, alcanzando los 6.245,42 puntos.
Antes de decidir cómo financiar las pensiones actuales, debemos diseñar un plan detallado y realista, focalizar bien las personas y grupos que necesitan de este apoyo, y no quedarnos con el 3% como un mantra. Solo luego podremos analizar el mecanismo de financiamiento más eficiente.
Es de esperar que en la discusión en el Congreso se corrija el rumbo de este mal diseño de política pública que genera distorsiones al mercado eléctrico. Para lograr esto, es necesario que el ministro encargado de la billetera fiscal salga de su silencio y tome el liderazgo en esta discusión.
Cuando mencionan que la inflación tendrá un descenso más rápido que lo previsto en junio producto de la demanda interna. Nos está diciendo que, en vista que la economía continuará muy fría y sin indicios de mejoras en el empleo, no existirá consumo ni inversión que presionen los precios al alza.
La bolsa chilena cayó 0,44%, siguiendo la tendencia internacional tras datos mixtos en EE.UU. El dólar cerró a $942,38, bajando levemente tras la fuerte subida del día anterior. Nasdaq logró recuperar un 0,25%.