La segunda vuelta de este domingo equivale al tiempo de alargue del partido electoral ganado por la oposición con cierta holgura el 26-27 de octubre, tanto en términos de votos como de alcaldes, concejales y consejeros regionales. La primera vuelta de gobernadores fue la única elección en la que tuvo éxito el oficialismo, pues se reeligieron de manera directa los gobernadores oficialistas de Tarapacá, Ñuble, Los Ríos y Magallanes, mientras que sólo en Aysén venció un candidato de la oposición.
Recordemos que la derecha en 2021 ganó solamente una gobernación regional, La Araucanía, los partidos de gobierno y la DC sumaron 13 gobernaciones (Arica, Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Valparaíso, RM, O’Higgins, Maule, Ñuble, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes), mientras en segunda vuelta un independiente fuera de pacto le ganó al candidato DC en Biobío y la candidata ecologista venció al de la UDI en Coquimbo. Este es el punto de partida de oficialistas y opositores. Trece de los dieciséis gobernadores se presentaron a la reelección, sólo no lo hicieron los de Coquimbo, Biobío y Los Lagos.
Éstas son las cosas que voy a mirar el domingo con mucha atención y los invito a hacer lo mismo.
1.- La participación
Concurrió a votar en octubre pasado 84,9% del padrón nacional con pocas variaciones regionales, salvo las 4 regiones extremas del Norte y del Sur, donde votó menos del 80%, seguramente por un padrón abultado históricamente por varias generaciones de conscriptos. La primera vez que se realizó una segunda vuelta de gobernadores la participación descendió abruptamente, pero regía la voluntariedad del voto.
Ahora se puede esperar una concurrencia similar a los 4 comicios realizados bajo el régimen de obligatoriedad, quizás levemente inferior por tratarse de una elección solitaria para un cargo todavía menos reconocido que el de alcalde. Un eventual descenso de la participación beneficiaría a los incumbentes que van a la reelección, pues el electorado que se restaría proviene de la franja menos informada que tiende mayoritariamente a votar contra quienes ejercen el poder.
2.- Los votos nulos y blancos
Los votos nulos y blancos ascendieron al 17,8% en la primera vuelta de gobernadores. Podrían disminuir significativamente ahora que la elección es binaria, mucho más simple que cuando se trataba de elegir entre 6 a 8 candidaturas. Por supuesto, podrían aumentar allí donde la oposición o el gobierno se quedaron sin candidato propio, como es el caso de Antofagasta y Los Lagos.
La esperanza de la oposición en las regiones Metropolitana y Valparaíso es justamente el número de personas que habiendo anulado o dejado en blanco la papeleta en primera vuelta, ahora tome partido y lo haga, como indica la tendencia, contra quienes detentan el cargo en la actualidad. Son 776 mil personas en la RM (15,4%) y 280 mil en la región de Valparaíso (19,6%). La opción opositora en estas dos regiones depende de ello, porque la suma de la totalidad de candidaturas de oposición está por debajo del 50%& de los votos.
3.- La trilogía desequilibrante
El resultado en las 11 regiones donde se realiza segunda vuelta es importante, por cierto, pero será desequilibrante lo que ocurra en las tres regiones más pobladas, pues la RM, Valparaíso y Biobío sumaron 7,6 millones de votantes en primera vuelta, que representan 58,4% del total nacional de votos emitidos.
En Biobío hay poca duda sobre el triunfo del candidato de la oposición, mientras que en la RM y Valparaíso la incertidumbre es mayor, aunque el oficialismo parte favorito, por la distancia en votos que separa a incumbentes de desafiantes y porque el total de votos opositores en primera vuelta está por debajo del 50%.
Será un batatazo si la oposición logra ganar 2 a 1 en esta trilogía y un verdadero knockout al oficialismo si le arrebata la Región Metropolitana. Porque los resultados tienen tanto más impacto cuanto más lejos están de las expectativas y porque quien vence en la capital, que concentra 38% de los electores, tiene garantizado gobernar más de la mitad de la población nacional.
El gobierno asegura un resultado más que razonable, por lo mismo, si logra ganar la Metropolitana y Valparaíso, porque ya tiene las 4 regiones que ganó en primera vuelta, además de alta probabilidad de vencer en Atacama y una razonable opción en O’Higgins, además del favoritismo del candidato independiente René Saffirio que compite con el único gobernador de derecha, en La Araucanía, con apoyo oficialista.
4.- Bolivarianos vs Centroderecha
Hay que poner atención a lo que ocurrirá en las regiones de Coquimbo y Biobío, donde personeros de centroderecha compiten con candidaturas del sector más radical del oficialismo. La magnitud de la ventaja de los candidatos de Chile Vamos sobre las candidaturas identificadas como del socialismo bolivariano puede entregar algunas luces de lo que ocurriría en una presidencial de ser representado el gobierno por una candidatura de la punta izquierda de sus coaliciones, lo que perfectamente podría ocurrir como resultado de una primaria fragmentada como la que se avizora en el horizonte. En ambas regiones el favoritismo lo tienen las candidaturas opositoras, pero la lectura es distinta si el resultado está más cerca del 55/45 que del 65/35.
5.- Republicano vs Socialista
En la región de O’Higgins se pone a prueba la capacidad de Republicanos de representar a toda la oposición, ello después de haber hecho una campaña de nicho en primera vuelta, orientada al voto duro, que le permitió llegar segundo detrás del gobernador socialista. Si pierde, a pesar de que las candidaturas opositoras sumaron 53,1% en primera vuelta, también nos entregará luces de lo que podría ocurrir con una candidatura republicana en segunda vuelta presidencial contra una candidatura de centroizquierda.
6.- Simulación de una segunda vuelta germano-alemana
Estuvo muy cerca de ocurrir también en la región del Biobío pero sólo en Los Lagos la candidatura republicana logró superar a la candidatura oficialista y pasar a segunda vuelta detrás del candidato de Chile Vamos. Hay que mirar con mucha atención el comportamiento electoral del 36% que votó por las dos candidaturas oficialistas (21,2% la del FA y 14,8% la del Partido Liberal), cuántos se quedan en la casa, cuántos dejan la papeleta en blanco o la anulan, y cuántos optan por votar contra la derecha más radical respaldando al candidato de Chile Vamos.
Aunque ni el exdiputado Santana es Matthei ni la exseremi Claudia Reyes se parece a Kast, esta contienda nos entregará algunas luces de lo que ocurriría en una eventual segunda vuelta entre las dos candidaturas que lideran hoy las encuestas presidenciales.
7.- Plebiscito al gobierno de Boric
Sin duda que la dimensión de evaluación al gobierno actual estará mucho más presente en esta segunda vuelta de lo que estuvo en la fragmentada elección de alcaldes y primera vuelta de gobernadores. Son sólo dos candidaturas y en la mayoría de los casos una es nítidamente identificada con el gobierno y otra con la oposición.
Claro que para bailar tango se necesitan dos, y mientras los candidatos opositores se la juegan para politizar la elección y darle carácter nacional, convirtiéndola en un plebiscito al presidente Boric, los incumbentes oficialistas intentan mantener la disyuntiva en el eje de la gestión de los problemas regionales y los atributos para resolverlos, rehuyendo toda identificación con un gobierno que tiene el doble de rechazo que de aprobación. Si la dimensión dominante el domingo termina siendo el juicio al gobierno y al presidente, el resultado será muy favorable a la oposición. El grado de éxito del gobierno, paradojalmente, depende de cuán ausente está su evaluación entre las razones de los ciudadanos a la hora de definir su voto.
8.- Los candidatos de Matthei vs los huérfanos
La decisión de Evelyn Matthei de poner todo su capital político en movimiento y asumir un rol protagónico en la segunda vuelta de gobernadores la obligará, sin duda, a asumir sus resultados.
Aunque sabemos que la transferencia de popularidad y adhesión electoral desde arriba hacia abajo ha venido debilitándose progresivamente y pocos votan por alguien por el solo hecho de tener el apoyo de la candidatura presidencial de su preferencia, además que a esta altura de la carrera presidencial incluso la adhesión a quien la lidera está muy por debajo de lo que requiere un candidato para ganar la gobernación regional en segunda vuelta. Puede terminar siendo un mal negocio para algunos candidaturas su instalación como candidaturas de Matthei compitiendo contra candidatos huérfanos de una figura nacional que los apadrine, basados principalmente en la fortaleza de sus propios atributos.
El resultado, particularmente si le es desfavorable a la oposición en la Región Metropolitana y Valparaíso, puede erosionar en algo la percepción de triunfo futuro que se proyectó para Evelyn Matthei con el resultado en la elección de alcaldes.
Es evidente, sin embargo, que el impacto del resultado es más bien simbólico y su efecto repercutirá más bien sobre el ejercicio del próximo gobierno. Porque el apoyo de los gobernadores regionales a una u otra candidatura tiene mucho menos incidencia en la elección presidencial futura que el de los alcaldes, pues constituye una ventaja práctica mucho más relevante hacer campaña presidencial -también parlamentaria- en un territorio de la mano de un alcalde recién legitimado en su cercanía a la gente por el voto popular.
Sabemos, por supuesto, que el resultado de la segunda vuelta de gobernadores dirá poco sobre un eventual resultado de segunda vuelta presidencial. Es obvio, por ejemplo, que el resultado ampliamente favorable a la derecha en la elección presidencial en La Araucanía no variará según si el gobernador actual de Chile Vamos logra reelegirse o, como es previsible, triunfa el candidato independiente de centroizquierda que recibió el apoyo del oficialismo en segunda vuelta.
9.- ¿Cómo determinar si ganó el gobierno o la oposición?
La victoria electoral nunca es sólo un número, siempre es un estado de ánimo, un balance entre las penas y las alegrías. Cuánto tenías y cuánto pasas a tener, en primer lugar: en esa dimensión Chile Vamos tiene el éxito garantizado. Luego, cuán cerca o lejos están tus resultados de las expectativas: aquí no está para nada garantizado quién gana. Porque si el gobierno agrega la Metropolitana, Valparaíso, Atacama y La Araucanía por interpósita persona, a las 4 regiones que ganó en primera vuelta, podrá celebrar lo conseguido en medio de la peor crisis política y con niveles de adhesión bajo 30%.
Un criterio más objetivo para determinar ganador por puntos en este combate es mirar el número de gobernaciones regionales que a partir del 6 de diciembre estarán con las candidaturas presidenciales de derecha y el que presumiblemente se alineará con la candidatura oficialista. La centroizquierda parte con 5 y la oposición con dos, hay que ver cómo se distribuyen los 9 restantes.
Otro criterio a considerar es el de la población gobernada que cubrirán las autoridades regionales de uno y otro sector. Y tendrá gobierno sobre más chilenos quien gane la Región Metropolitana, que concentra 38% de los electores del país.
Colofón
De cualquier modo, el resultado del tiempo de alargue no cambiará el resultado del partido, sólo puede amortiguarlo o amplificarlo. Porque la oposición ya ganó en 7 de los 10 puntos en juego. Superó al oficialismo en votos, tanto para alcaldes y gobernadores, como para concejales y cores; también le ganó con claridad en número de alcaldes, de concejales y de cores.
El oficialismo sólo logró mantener una leve ventaja sobre la oposición en materia de población gobernada por sus alcaldes. Este 7 a 1, siguiendo el proceder de un legendario vocero del pasado, podría terminar 7 a 3 o 9 a 1, dependiendo de quien obtiene finalmente mayor número de gobernaciones y quien tenga superioridad en población gobernada, dependiendo de quien gane en la región Metropolitana.
Lo que ocurra este domingo, a mi juicio, no modificará entonces de manera relevante la fuerza con que el oficialismo y la oposición enfrentarán en los próximos meses la proyección presidencial. A lo más, puede hacer variar el estado de ánimo de las tropas respectivas, aunque ese factor no es irrelevante en las batallas electorales.
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