Mayo 16, 2025

Desafíos en la implementación de fondos generacionales. Por Christian Larraín

Consultor Asociado CLGroup

Los Fondos Generacionales enfrentan grandes desafíos de implementación. La complejidad aconseja un trabajo estrecho y mancomunado entre las autoridades, académicos y la industria para contribuir a una implementación exitosa.


Uno de los cambios más relevantes que trae aparejada la reforma de pensiones, dice relación con el reemplazo de los multifondos por los Fondos Generacionales (FG). El sistema de multifondos transfería toda la responsabilidad por la gestión de fondos a los afiliados, los que debían escoger entre distintos fondos (del A al E), cual experimentados inversionistas.

Considerando que la gran mayoría de los afiliados no distingue entre un bono y una acción, esto trajo aparejadas consecuencias negativas en los ahorros para la jubilación, en la medida que las personas sistemáticamente optaban por cambios inadecuados a las circunstancias del mercado y a su perfil etáreo.

A diferencia de los multifondos, la persona entra en el Fondo Generacional que le corresponde por perfil etáreo, y se mantiene en el mismo hasta que se jubila. A medida que la persona avanza en edad, el fondo se va rebalanceando en su estructura de activos (trayectoria de deslizamiento o glide path), para reflejar los cambios en las necesidades de pensión del afiliado (personas jóvenes tendrán un portafolio más cargado a activos riesgosos y personas de mayor edad a activos más conservadores). Así, en los FG el fondo se adapta a la persona y no a la inversa como ocurre en la actualidad.

Dicho lo anterior, los FG enfrentan grandes desafíos de implementación.

Siempre que los profesionales dedicados a las políticas públicas enfrentan este tipo de desafíos, suelen recurrir a la experiencia acumulada en distintas latitudes, evitando partir de cero. Acá, sin embargo, surge el primer desafío, dado que internacionalmente existen pocos países que han avanzado en esto.

México utiliza los FG, pero con un modelo distinto al que se piensa implementar en el caso chileno, dado que las carteras de referencia son definidas por las propias administradoras privadas. Reino Unido  (fondo público NEST) y Australia utilizan FG para sus trayectorias por defecto si las personas no deciden. En EE.UU. los fondos 401k también cuentan con FG. En este sentido, es escasa y diferenciada la experiencia comparada para que automáticamente queden resueltas todas las decisiones de cómo implementar el tema en Chile.

En este marco, quisiera relevar tres desafíos que a mi juicio parecen significativos:

  • El primero dice relación con la transición. Tal como señaló en una reciente columna Paulina Yazigi, un elevado porcentaje de las personas actualmente están en multifondos (A, B o E), que no corresponden a su perfil etáreo, con lo cual la composición de su cartera está alejada a la que tendría en función del FG que le correspondería a su edad. En esta línea, es recomendable que exista un plazo adecuado para que los cambios se puedan ir haciendo con gradualidad (eventualmente pasando por distintos FG antes de llegar al que le corresponde a las personas en régimen), siempre en función del interés de las personas.
  • El segundo gran desafío corresponde a las carteras de referencia (benchmark). Los benchmarks son esenciales en la gestión y evaluación de los FG, ya que definen su estrategia de inversión, miden su desempeño y aseguran transparencia. A diferencia del caso mexicano, en Chile los benchmarks son definidos por la autoridad (Superintendencia de Pensiones y Consejo Técnico de Inversiones). De este modo, la ley establece que en la medida que las AFP, le ganen a su benchmark, recibirán un premio en rentabilidad a cargo del fondo de pensiones; y si, por el contrario, están por debajo del desempeño del benchmark, tendrán que aportar de su patrimonio para el fondo de pensiones.
    • Acá surge la primera tarea. Mientras menos grados de libertad permita el sistema, lo esperable es que las AFP terminen apegándose más estrictamente al benchmark en sus decisiones de inversión. Dado que los benchmarks serán definidos por las autoridades, el riesgo es que en caso de malos desempeños de los FG, se produzca un traslado de responsabilidad desde las AFP a las autoridades. En este sentido es recomendable que exista suficiente flexibilidad en el diseño del sistema para reducir el riesgo de traslado de responsabilidad (aunque este riesgo nunca será cero), y transparencia acerca de cómo se escoge el benchmark y una discusión pública sobre su razonabilidad.
    • La segunda tarea para la autoridad dice relación con cuán cargado a activos de alto/bajo riesgo estará el benchmark. En principio, esto debiera resolverse definiendo un benchmark para cada FG. Por ejemplo, el FG 2055, que se aplicaría para una persona que está entrando al mercado laboral, debería tener un portafolio más cargado hacia activos alternativos y/o acciones. Y el FG 2035, para alguien que le toca poco tiempo para jubilar, debería estar más cargado a la renta fija. Pero de nuevo, igual debe existir cierta flexibilidad para cada FG que ofrezcan las distintas AFP. Se trata de una tarea compleja que, implícitamente, deberá simular con tasas de reemplazo para definir objetivos de pensión. En efecto, la composición de un portafolio de inversiones será distinta dependiendo del objetivo de tasa de reemplazo buscado (de hecho, la primera letra de la sigla en inglés de TDF, es la T de target u objetivo de pensión).
  • Tercero, hay un gran desafío de comunicación hacia los afiliados que deben comprender su  rol en el nuevo modelo y qué decisiones seguirá tomando y cuáles no. Aunque el modelo se simplificará en la medida que ya no deberá tomar decisiones de cambio entre multifondos, si deberá escoger la AFP. Por ejemplo, si un afiliado está en el fondo 2040, habrá varias AFP ofreciendo ese fondo, y  que mostrarán un diferente desempeño en función de su comparación con el benchmark. Esto será un insumo fundamental a la hora de la toma de decisiones de los afiliados.

La complejidad de estos desafíos aconseja un trabajo estrecho y mancomunado entre las autoridades, académicos y la industria para contribuir a una implementación exitosa de los FG.

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