Esa edad de las definiciones complejas e íntimas, ese momento vital elusivo, que no resiste descripción categórica acerca de uno mismo, es por donde transitan Leo y Rémi. Pero a sus 13 años, en medio del campo y los cultivos de sus respectivas familias, juegan y corretean alegres y felices. Ellos han crecido como los amigos inseparables que son y la vida es divertida y hermosa bajo el sol del verano que cae sobre las grandes extensiones de flores, plantaciones y bosques que separan una casa de la otra. Así arranca Close.
Hasta que llega el momento de entrar al colegio. En bicicleta recorren juntos la distancia hacia el pueblo. Una vez allí, el encuentro con sus compañeros —chicas y chicos— y las relaciones cruzadas que se establecen, “resetean” esta amistad que parecía indestructible hasta cruzar límites impensados.
Desde la mirada algo desconcertada y las frágiles intuiciones de Leo, el director Lukas Dhont narra con una delicadeza exquisita una historia que desgarra el alma.
No hay nada explicitado porque Leo no es capaz de verbalizar ni lo que ha ocurrido ni porqué, ni tampoco cómo es exactamente que sucedieron los hechos que de golpe trastocaron todo. Sus sentimientos son un amasijo de desconcierto, dolor y culpa, esa atenazante pulsión que nos declara responsables de algo impreciso, sin serlos.
La dramática película de Dhont es en sí un acto de empatía hacia esos preadolescentes. Y también de respeto al espectador sensible, que sentirá cercana y real esta historia por esa sutil complejidad y ambigüedad, que se parece a la vida misma. Un drama que se irá develando en toda su profundidad a medida que pasa el metraje hasta llegar a esas electrizantes últimas secuencias. Bellísima y emocionante.
Close
Esta potente película de Sarah Polley (Lejos de ella, con Julie Christie) es una adaptación de la novela de la canadiense Miriam Toews, quien, a su vez, se inspiró en un hecho ocurrido en una colonia religiosa menonita de Bolivia, entre 2005 y 2009.
En el filme, los hechos se trasladan a una zona rural de EE.UU. en 2010. Durante años, un grupo de mujeres y niñas han sido dopadas y luego salvajemente violadas por unos hombres de la comunidad.
Al ser descubiertos, se instala un debate ético-religioso entre las víctimas —reunidas en un galpón— sobre qué corresponde hacer con estos sujetos, que han sido llevados a la justicia. Un hombre de la colonia, un joven y bondadoso profesor, las ayuda a resumir sus ideas: ninguna de ellas sabe leer ni escribir; la educación les estaba vedada.
La película es muy cuidadosa en cuanto a mostrar la brutalidad que genera la historia. En cambio se concentra en las profundas reflexiones que surgen entre estas mujeres de las más diversas edades y también en deconstruir qué hay tras las fuertes y diversas reacciones emocionales de este variado grupo.
¡Potentísimo reparto! Brillante y necesaria.
Women Talking
Tras un auspicioso pre estreno, este finde llega definitivamente a salas chilenas la película que tiene a Brendan Fraser a punto de llevarse un Oscar. Tras ganar Mejor Actor en los Critic’s Choice, se impuso en los SAG (Sindicato de Actores), lo que le allana el camino al premio mayor.
Basada en una obra de teatro, y aunque tiene potentes y relevantes secundarios, esta dolorosa tragedia cae sobre el deforme cuerpo (una hazaña de maquillaje) y los ojos desorbitados de Brendan Fraser. Charlie (B. Fraser), profesor de literatura, hace sus clases desde su departamento por vía remota, desde su computador: él no enciende su cámara. El hombre sufre de obesidad mórbida en extremo.
Liz, su amiga, enfermera y hermana de su amor fallecido en trágicas circunstancias, entra y sale, lo revisa, lo cuida, lo reta. Pero Charlie es un hombre que camina consciente hacia su autodestrucción. Su única esperanza es la súbita aparición de su hija, una adolescente (Sadie Sink) a la que no ve desde que se separó de su mujer hace 9 años.
Charlie es un ser humano cruzado por dolorosas experiencias vitales, pero capaz de sentir e irradiar ternura. Filmada en pantalla “cuadrada” y con varios primeros planos, le exige y le permite a Fraser una actuación “interna” que se proyecta en toda su estremecedora intensidad.
La Ballena es un estremecedor drama familiar, que involucra relaciones filiales dañadas y tragedias amorosas devastadoras.
La Ballena (The Whale)
La favorita del Oscar. Indescriptible y muy sorprendente película que mezcla el drama familiar, la comedia física y el humor surreal, con lo fantástico y lo onírico. Todo para introducirnos, de una originalísima manera, en la agobiante vida de una mujer de mediana edad sobrepasada por sus circunstancias cotidianas.
Evelyn Wang (la gran Michelle Yeoh), inmigrante china en EE.UU., maneja una lavandería junto a su casa, intenta mantener la contabilidad del negocio en un escritorio repleto de papeles desordenados, mientras resiste a una hija adolescente y a un padre ya algo ido, pero demandante y que no habla más que chino. Su marido hace lo que puede, pero es sobre ella que, finalmente, recae todo.
En familia se dirigen a lo que sería Impuestos Internos, en una secuencia en la que se luce ¡gloriosamente! Jamie Lee Curtis, como una intimídate y a la vez displicente funcionaria pública. Justo allí, empiezan a manifestarse en Evelyn unos poderes que no conoce ni menos sabe controlar.
En este singular multiverso, todo y todos se transforman, y de paso resitúa a nuestra heroína en instantes del pasado enfrentándola a cómo sería su vida si hubiese tomado otras opciones.
Delirante, con escenas muy (muy) “bizarras”, todo es un desborde de acción, peligros, emociones y escenarios impensados. Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo: nunca un título había sido tan exacto y elocuente. Y sin embargo, es, a fin de cuentas, una historia de amor.
Una película cuyo mayor recurso es la imaginación desbordante.
Everything Everywhere All at Once
La crítica se ha mostrado algo dividida. Pero tiene una fanaticada que fue capaz de repetírsela una y otra vez. Esta vibrante película del australiano Baz Luhrman (El Gran Gatsby, Moulin Rouge) necesita ser vista en pantalla grande.
Es este un carrusel de emociones que va desde la euforia y la épica a la oscuridad; de la alegría de la música entre amigos a las turbias trampas en que se enreda el chico nacido en Tupelo (Misisipi) en 1935. Uno criado entre la música negra, el erotismo escudriñado entre rendijas en barrios muy pobres y la Iglesia que está un poco más allá de las casuchas de madera, por los mismos senderos polvorientos, donde se canta con esa misma intensidad.
Elvis no es ni un musical standard (donde casi todo se canta) ni una biopic clásica: es un drama, obviamente cruzado por la música, que se enfoca en unos 20 años de la vida de Elvis Presley (más unos cuantos flashbacks a su infancia). Ese bombardeo visual, el montaje rápido, las pantallas divididas, luces, colores, brillos, involucran al espectador en una atmósfera de urgencia, de una vida fuera de lo común, el rockero de alma, ese que va contra la corriente porque aquello le nace del fondo de su ser y lo impulsa su talento artístico.
Elvis está principalmente relatada desde el punto de vista de su controvertido manager, el opaco personaje que se hacía llamar coronel Tom Parker (Tom Hanks de villano, apoyado con un excelente trabajo de maquillaje, vestuario y peluquería).
Las canciones y los shows se entrelazan magistralmente con el relato. Hay secuencias de narraciones alternadas que se cargan dramáticamente de significado. “Suspicious Minds”, “Unchained Melody” (de The Righteous Brothers, canción central de la película Ghost) se introducen en secuencias en las que la música sustenta la narración y las imágenes precisas la complementan.
La celebrada elección de Austin Butler para el rol de Elvis (ganador en los Bafta) ha sido opacada por Brendan Fraser, sobre todo tras su “derrota” en los SAG.
Elvis
La película retoma a este muy premiado y audaz piloto de la US Navy que lleva 30 años de servicio y no ha querido ser ascendido para poder hacer lo que le apasiona: peligrosas maniobras experimentales en el aire.
El Capitán Pete “Maverick” Mitchel se ve obligado a aceptar el trabajo de elegir y entrenar a un grupo de jóvenes pilotos de guerra que deberán cumplir una muy complicada (casi imposible) misión.
La película entonces se abre a enfrentar heridas e historias inconclusas del pasado: una, la que será el hilo que cruce la historia, la tragedia que ocurrió con su amigo “Goose”: y ahí está el hijo para machacársela, el Teniente Bradley Bradshaw.
La otra historia es la de un romance inconcluso: Penny. Este regreso —más que aprovechar la nostalgia (canciones incluidas)— es, al fin de cuentas, una muy vibrante y lograda película, que se despliega en extasiantes escenarios en cielo, mar y tierra y que aprovecha el innegable carisma de su estrella.
A ello se suman unas bien esparcidas gotas de humor, momentos emotivos y grandiosas secuencias de tensión y suspenso.
Top Gun: Maverick
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