Un descubrimiento chino. Neil Gaiman –un inglés demasiado plagiado acá– cuenta en uno de sus ensayos que en 2007 visitó China, en lo que dice debió haber sido el primer congreso de ciencia ficción en ese país, y que un funcionario del Partido Comunista le explicó que se habían propuesto promover el género porque habían investigado que los ingenieros de Silicon Valley y otros lados de niños habían leído esos libros.
El problema de los tres cuerpos, El bosque oscuro y El fin de la muerte cuentan la confrontación de la humanidad con Trisolaris, una civilización que envía una flota para enfrentar a La Tierra. La Revolución Cultural; las consecuencias de enviar mensajes a las estrellas y sobre todo el rol de la ciencia y de China en el mundo del futuro es el que está en el corazón de la historia.
Recientemente llegó a las librerías La era de la supernova, que cuenta las inquietantes posibilidades que la exposición a una supernova podría provocar a la humanidad. Liu Cixin imagina que todos los adultos terminan muertos pero con tiempo suficiente para entrenar a los niños de la tierra para que ellos se hagan cargo de hospitales, centrales de energía, gobiernos, ejércitos y bombarderos. Visto desde China, claro.
Desde hace más de 5 años, Enrique Correa inició una autobiografía en coautoría con el periodista Luis Álvarez, quien lo entrevistó más de 80 horas. En “Mi vida mi historia” (Editorial Planeta, 376 páginas), entre otros capítulos, defiende la obra de su generación (“la de vigencia más duradera de la historia de Chile”), ante el […]
Guillermo Parvex ha vendido más de 150 mil ejemplares de Un veterano de tres guerras, publicado en 2014. Sumando otros títulos suyos sobrepasa los 200 mil volúmenes, que lo posicionan como uno de los escritores chilenos más exitosos. Ahora presenta La sombra de Patricio Lynch, sobre la red de espionaje que le permitió a Chile […]
García Márquez podrá tener una prosa más brillante y una imaginación con más fuegos de artificio, pero en términos de credibilidad, de mano a mano con la fatalidad y con la ironía artera de la vida, Vargas Llosa está en otra escala. Su superioridad es comprobable.
Como intelectual público, como ensayista, era posiblemente lo menos fanático que quepa imaginar. Pero sería miope negar que como novelista tenía una clara predilección por personajes desequilibrados y extremos.
Mario Vargas Llosa -cuya muerte fue anunciada por sus hijos Álvaro y Morgana- fue un escritor formidable. Es verdad que en los últimos años fue, más que un novelista, un intelectual público y un polemista. Es verdad también que sus mejores ficciones pertenecen a los años 60, 70 y 80. Nada de esto, sin embargo, […]