–Arturo, ¿cuán preocupante es lo que está pasando en el ambiente político y económico-financiero de los EE.UU.?
-Es muy alarmante para los que vivimos en este país, pero también para los principales socios comerciales como Canadá, China, Europa y México. También es preocupante para el resto del mundo, no solo por los vínculos comerciales que nos unen a todos y se están arruinando, sino por los vasos comunicantes que operan en los mercados financieros. Por ende, el impacto de lo que está pasando en los EE.UU. tiene repercusiones en las bolsas y los mercados de bonos, materias primas y monedas de muchas naciones, afectando decisiones de ahorro e inversión, políticas públicas, y los ciclos económicos en países cercanos y lejanos.
-Estamos viviendo grandes cambios a la forma en que se vive el comercio.
-Así es. Estamos en presencia de dos grandes cambios de paradigma. El primero es que EE.UU., la nación con la más larga tradición democrática, se está transformando en un país con un gobierno autoritario y desestabilizante que no respeta a las instituciones básicas, socava los derechos individuales, e intenta administrar el comercio exterior para fines estratégicos. Por ejemplo, se gobierna a través de la emisión de cientos de decretos de legalidad cuestionable; se está politizando el servicio civil y afectando a los servicios públicos; se están incumpliendo las órdenes judiciales; se está atacando la autonomía de las mejores universidades y centros de investigación; y se cuestiona la independencia y el liderazgo de la Reserva Federal y de otras agencias y entidades claves.
El segundo es que, por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la política exterior de los EE.UU. se lleva a cabo en forma unilateral, nacionalista y prepotente. Hay un abandono evidente de los procesos de búsqueda de consensos, cooperación multilateral, soluciones diplomáticas, y respeto por normas acordadas en diversos tratados. El gobierno ataca los intereses de sus aliados más cercanos, coquetea con Rusia, y aumenta la confrontación con China. Por ende, el mundo se ha vuelto más impredecible y peligroso, y pareciera que el imperio de la ley está siendo sustituido por la ley de la selva.
¿Quién hubiera dicho que, en el Siglo XXI, los EE.UU. adoptaría un proyecto de desarrollo industrial impulsado por la sustitución de importaciones? Los huesos del estructuralista Raúl Prebisch deben estar muy agitados.
-¿Cómo describiría el entorno actual de los mercados financieros en comparación con las crisis que usted vivió en Wall Street desde los 1970s hasta los 2000s?
-Como un shock que tendrá repercusiones mundiales porque estará perturbando el clima de negocios e inversiones, y el comercio y las finanzas internacionales, como mínimo por un par de años. El shock al que más se asemeja es el que tuvo lugar en 1973, cuando los países de la OPEP recortaron sus exportaciones de petróleo, el precio de los combustibles se cuadruplicó, y la mayoría de los gobiernos no tomaron medidas fiscales y monetarias restrictivas. Ello derivó en recesiones y estancamientos económicos, y en desplomes de acciones y bonos, combinados con aceleraciones inflacionarias – el fenómeno bautizado como “estanflación”.
-¿En qué se diferencian las dinámicas actuales disparadas por la guerra comercial declarada por el gobierno del presidente Donald Trump?
-Estamos siendo impactados por el comportamiento heterodoxo, radicalizado y autoritario de un Trump versión 2.0. Él está gobernando a base de decretos que supone no van a ser revertidos ni por el Congreso, adonde tiene mayorías leves, ni por la Corte Suprema, cuya mayoría le simpatiza. Lo que más olas está causando a nivel global es la rotura de alianzas internacionales, la violación de tratados de libre comercio, y las infracciones de las reglas de la Organización Mundial de Comercio -todo eso en aras de equilibrar las balanzas comerciales bilaterales y repatriar puestos de trabajo industriales que la globalización se llevó. Como el caso de China lo demuestra, las retaliaciones a los EE.UU. tienen el potencial de espiralizar el daño original causado por Trump, ocasionando estragos mayores por doquier.
-¿Cuáles son los principales riesgos que enfrentan las economías latinoamericanas ante la incertidumbre comercial global?
-La incertidumbre paraliza a los espíritus empresariales, de manera que creo que como mínimo vamos hacia una recesión en los EE.UU. por causa de la confusión y el desánimo de la inversión y el consumo, más el recrudecimiento de la inflación inducida por el aumento de los aranceles a la importación. Y pienso que veremos el eco dañino de esa estanflación especialmente en los países más globalizados de Asia, Europa y Norteamérica (Canadá y México). Además, habrá impactos a través de los mercados financieros: por ejemplo, en el último mes han caído prácticamente todas las bolsas del mundo, aunque entre las pocas excepciones están las de Chile, India y Sudáfrica. Hay nexos similarmente dañinos en los mercados de bonos, monedas y materias primas.
-¿Qué sectores productivos en Sudamérica podrían verse más afectados por las tensiones entre EE.UU. y China?
-Por un lado, América del Sur, exportador neto de materias primas, probablemente se beneficie porque China está desviando la fuente de sus importaciones agrícolas, minerales e hidrocarburos desde los EE.UU. hacia esta región. Eso favorecerá a nuestros productores de materias primas, aunque incrementando su dependencia de ventas a China. Por otro, bajando sus precios de venta, China también estará desviando el destino de sus exportaciones de manufacturas desde los EE.UU. hacia Sudamérica. Eso beneficiará a los consumidores de nuestros países, pero pudiera arrasar con lo que queda de nuestras industrias manufactureras.
-¿Qué deberían hacer los gobiernos de la región, y particularmente Chile, para mitigar el impacto de las medidas arancelarias y proteger su estabilidad financiera?
-En ocasiones como ésta, las empresas deben comportarse con agilidad, adaptándose a las nuevas circunstancias, y los gobiernos deben mantener su calma y adoptar un perfil muy bajo para no figurar en el radar de la agitada Casa Blanca. Si los EE.UU. comienzan a aplicar un arancel de 10% a las importaciones de Sudamérica, y a de los países que compiten con los nuestros en el mercado estadounidense, lo aconsejable es no tomar represalias. Además de retaliar como lo hizo con China, Trump es capaz de cancelar de un plumazo los tratados de libre comercio que tiene con países como Chile, Colombia y Perú.
-¿Ve necesario que los bancos centrales de la región adopten políticas monetarias más expansivas o restrictivas en este contexto de alta volatilidad?
-Las políticas monetarias restrictivas adoptadas por la gran mayoría de los bancos centrales de Sudamérica en 2021-22 fueron muy acertadas y alabadas, ya que respondieron adecuadamente a la ola inflacionaria que se había generado. Es difícil decir si los impulsos recesivos o las consecuencias inflacionarias de la guerra comercial desatada van a llegar simultáneamente o no, y cuál de ellos será más impactante. Por ende, el Banco Central de Chile y sus pares en los otros países de la región deberán estar atentos a cómo y cuándo esos impulsos “estanflacionarios” aterrizan, para poder tomar las medidas expansivas o restrictivas que sean adecuadas.
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