-En su campaña Orsi dijo que no subirá los impuestos y no eliminará las AFP uruguayas. ¿Qué tipo de izquierda representa Orsi y que tan distinto es respecto a Boric?
-En los ’90 el Frente Amplio uruguayo estaba a la izquierda de la Concertación. Después converge con ella cuando llegó al gobierno en 2005. En este último quinquenio fue una oposición intransigente, pero no se corrió a la izquierda como la Nueva Mayoría o el FA chileno. No planteó refundación, ni se movilizó en las calles. En contraste con las últimas elecciones en Chile, Brasil y Argentina, la de Uruguay se jugó “en la mitad de la cancha”, en el centro político. Los extremos, por derecha e izquierda, no salieron bien parados.
-Orsi afirmó que “no somos más que nadie ni menos que nadie”. ¿Eso marca una diferencia con el FA chileno que planteaba una superioridad moral?
-No faltaron algunos mensajes de superioridad moral, pero no fue el eje de la campaña electoral. Ni una razón determinante para el triunfo. Más bien, el FA uruguayo corrigió los problemas detrás de su derrota de 2019. Tuvo un mejor candidato. El Presidente Lacalle Pou no pudo transferir la elevada aprobación con la que termina su mandato, en parte por las mismas razones por las cuales perdió el FA en 2019. Si bien hubo mejoras en la economía y la seguridad, estuvieron por debajo de las expectativas.
-Se ha presentado como delfín de Pepe Mujica. ¿Orsi es más liberal o un pragmático?
-Justamente hasta ahora Orsi no ha sido un político interesado en el debate filosófico de grandes ideas. Se asocia más a “caudillo” que a un “doctor”. Viene, además, del interior del país, del departamento de Canelones, donde fue intendente durante 10 años. Desde ese ámbito ha emergido con perfil pragmático y socialdemócrata. Ahora tendrá que demostrarlo a nivel nacional. Así como también su capacidad de liderazgo, sobre todo en la heterogénea interna del FA.
-Prometió dar incentivos para las actividades esenciales del país como la agricultura, la industria, el turismo y las pymes. ¿Un discurso más amigable hacia los mercados que el de Boric?
-Algo de inflación de promesas ha habido. Se está consumando el riesgo de deterioro del entorno económico global y regional que podrían llevar la economía uruguaya de “más a menos” durante los próximos 24 meses. El viento se está poniendo en contra desde fuera de la región y desde Brasil. En el corto plazo, solo habría cierto impulso desde Argentina, pero con dudas sobre su sostenibilidad. En ese contexto la aspiración de crecer a 3% anual en el próximo quinquenio parece utópica. Y también para cumplir las promesas de aumentar el gasto, sin aumentar los impuestos y reducir el déficit.
-¿Su apuesta por la seguridad lo diferencia de la izquierda chilena?
-En algún sentido el Frente Amplio uruguayo parece haber asumido que una de las causas de la derrota en 2019 fue el aumento de la delincuencia. Hay algo de lección aprendida como quizás al presidente Boric le pasó ejerciendo la presidencia. En esta campaña tuvo un discurso más balanceado entre soluciones basadas en políticas sociales y mayor represión. Pero, como en muchos temas, es más fácil prometerlo que cumplirlo. Al igual que en la economía, la línea de crédito ciudadana en este tema es chica. Y nuevamente podría haber cierta decepción de expectativas que podría llevar a una rápida baja en la aprobación de la gestión presidencial.
-Orsi aseguró lanzó un programa pro crecimiento que mezcla las posiciones de centro derecha con las de la izquierda. ¿Tiene un programa económico más consistente que el impulsado por Mario Marcel en Chile?
-No necesariamente. Quizás las mayores diferencias hoy entre Uruguay y Chile no pasen por los programas económicos, sino por temas políticos. No hubo en la izquierda uruguaya planteos refundacionales, ni cambios de modelo económico. El gobierno de Boric ha lidiado con su propio ‘archivo’ de discursos y acciones cuando estaba en la oposición. Alternativamente en Uruguay los últimos años han reflejado cierta madurez política con alternancia natural en el poder, partidos históricos consolidados, canalización de las demandas sociales vía ellos y varios consensos transversales básicos. Uruguay ha sido más continuidad que cambio.
-¿Uruguay es un país más avanzado que Chile en calidad de políticas públicas?
-En general en los ránkings internacionales de políticas públicas ambos países aparecen en posiciones similares. En algunas como inserción externa, estabilidad macro, educación y desarrollo financiero, Chile aparece mejor. En otras, sobre todo relacionadas con protección social e igualitarismo, Uruguay se ha percibido históricamente superior. En seguridad hoy tienen los mismos problemas. Justamente, quizás, para los próximos 5 años haya cierto énfasis en políticas antidelincuencia, primera infancia, algunos temas previsionales y mayor presión por otros gastos sociales. Pero con un contexto externo adverso y otras restricciones, todo eso podría ser más aspiración que realidad.
-¿Qué lecciones podría aprender Chile de los desafíos de Uruguay?
-En lo esencial el desafío de Uruguay se parece al de Chile. Ambas economías han completado una década de mediocre crecimiento del PIB per cápita, tras el superciclo de commodities. Ambos países enfrentan mayores demandas sociales difíciles de canalizar. El desafío clave es elevar el crecimiento económico en forma sostenible. En el caso de Uruguay debería parecerse más a Chile en apertura, inserción externa y tasa de inversión (24% del PIB). Chile debería mirar la experiencia de la coalición de izquierda uruguaya y el liderazgo de Lacalle Pou para mantener una coalición de centroderecha unida durante todo su período de gobierno.
-¿Cómo se ve al gobierno de Boric en Uruguay?
-Uruguay ha estado muy concentrado en su ciclo electoral. Y los temas internacionales han pasado más por Trump, Milei y Lula. A Boric se lo ha observado en transición desde ‘la rebeldía juvenil’ y el discurso refundacional hacia la reconciliación adulta y el pragmatismo gubernamental. Claramente no se lo ve en una corriente populista, sino en un giro socialdemócrata. Validando el modelo económico de Chile, más que desmantelando el sistema.
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