Carolina Tohá y Paula Vodanovic pretenden representar algo cualitativamente distinto al actual gobierno, pero no hay autocrítica ni un reconocimiento de responsabilidades, solo relato. No dicen “fallamos”, sino “fallaron”. Pero no les será fácil -sobre todo a Tohá- convencer a una ciudadanía que quiere un cambio de verdad y no piruetas electorales.
El “desmarque”. Carolina Tohá y Paulina Vodanovic intentan desmarcarse del gobierno que ayudaron a construir. Pero su permanencia en la alianza oficialista y el control que mantiene el PS sobre los ministerios clave revelan que su ruptura es más narrativa que real. ¿Será creíble este viraje ante el electorado?
- Pocas escenas en la historia reciente del progresismo chileno resultan tan reveladoras como las campañas de Carolina Tohá y Paulina Vodanovic, cuya candidatura no se sabe si llegará hasta el final, en las primarias del oficialismo.
- Es un tanto esquizofrénico ver a dos destacadas exponentes del socialismo democrático, militantes del PPD y del PS, que según Carolina Tohá “son lo mismo” tratando desesperadamente de encontrar diferencias, de competir por quién es menos “gobiernista”.
- Ambas han sido pilares fundamentales del gobierno de Gabriel Boric desde distintas trincheras: Tohá nada menos que como ministra del Interior y figura central del orden público; Vodanovic, como presidenta del Partido Socialista, el partido eje.
- Ambas defendieron con entusiasmo el proyecto de cambio de la constitución rechazado por la ciudadanía y que consagraba un proyecto político refundacional y contrario a los valores de la democracia liberal representativa que nos rige. Hoy, sin embargo, buscan liderar una nueva etapa política distanciándose del mismo gobierno que ayudaron a parir y sostener.
- Se presentan como renovadoras, como voces sensatas que vienen a corregir los errores del pasado reciente.
- La estrategia del distanciamiento no ha pasado desapercibida. Álvaro Elizalde, actual ministro del Interior y también socialista, se dio el trabajo de recordarlo públicamente: “fueron parte del diseño político del gobierno”. Lo dijo sin ánimo de polémica, pero con una claridad que desarma cualquier intento, según él, de “reinvención oportunista”.
Un giro sin cambiar de rumbo. Para quienes han sido grandes protagonistas de la coalición gobernante no resultará fácil convencer a los electores de que no representan más de lo mismo. Sobre todo, para Carolina Tohá que ocupó uno de los cargos más relevantes del gobierno que la convirtió en la segunda persona más poderosa del Ejecutivo durante casi dos años.
- Desde un punto de vista estrictamente electoral se entiende lo que están haciendo. Es muy difícil ser candidata de un gobierno mal evaluado. Si no, pregúntele a Kamala Harris.
- La vicepresidenta estadounidense decidió mantenerse leal a Joe Biden. No se desmarcó ni buscó instalar una narrativa paralela. Recorrió el país defendiendo el legado común, con un resultado desastroso para ella, su partido y el país.
- Sin embargo, hay un problema de fondo que hace que el “distanciamiento” hasta ahora sea más bien retórico, pues ambas candidatas ratifican la continuidad del mismo pacto político. Prometen un giro, pero sin cambiar de rumbo; un nuevo gobierno, pero con los mismos aliados, las mismas lógicas y, muy probablemente, las mismas limitaciones.
- La única promesa real es que lo gestionarían “mejor”, con más pericia técnica, menos errores no forzados. Así lo ha demostrado Carolina Tohá que, con su ingreso al gabinete en un momento aciago, contribuyo a detener la deriva en la que se encontraba el gobierno. Su experiencia y talento son innegables. ¿Basta con eso para satisfacer el anhelo de cambio de la ciudadanía?
- Pretenden representar algo cualitativamente distinto, pero no hay autocrítica ni un reconocimiento de responsabilidades, solo relato. No dicen “fallamos”, sino “fallaron”.
¿Donde está el proyecto alternativo? En un país cada vez más escéptico, con un votante progresista exigente y atento, la apuesta no es menor. Hay sectores del socialismo democrático que valoran la consecuencia por sobre la astucia táctica. La falta de autenticidad, cuando se hace evidente, puede ser letal.
- El progresismo chileno, que durante años hizo bandera de la honestidad intelectual y la responsabilidad política, parece hoy entregado a las narrativas volátiles. Se desprecia el peso de la historia personal y colectiva en nombre de la viabilidad electoral. La política se vuelve performance, y el poder, un maquillaje que se quita y se pone según convenga.
- Tohá y Vodanovic podrían —y probablemente quieran— liderar el próximo ciclo progresista. Pero si ese ciclo se construye con las mismas alianzas, las mismas estructuras y sin asumir ninguna responsabilidad por los fracasos del presente, lo que viene no será algo nuevo. Será más de lo mismo, quizás mejor gestionado, pero sin un cambio sustantivo.
- Para complicar aún más las cosas todo este drama se desarrolla en medio de una profunda crisis identitaria del denominado socialismo democrático; ¡Nada nada menos que el secretario general del Partido Socialista, que preside la candidata Vodanovic, lo ha declarado difunto!
- Entonces surge la pregunta obvia; ¿cuál sería la inspiración del proyecto político alternativo que Tohá y Vodanovic aspiran a representar? Como se gobierna en coalición con partidos como el Frente Amplio y el Comunista que se dicen orgullosos del gobierno encabezado por el presidente Boric, una frase que ninguna de las dos está dispuesta a pronunciar.
- Una situación muy diferente a la que existía en tiempos de la Concertación, donde también había primarias y diferencias, como la de Lagos con Zaldívar; pero ambos candidatos se sentían orgullosos del gobierno del que habían formado parte.
No basta con piruetas. El próximo gobierno enfrentará desafíos estructurales que exigen más que buenos gestores: requiere una dirección clara, una visión coherente del país y la capacidad de reconstruir confianzas perdidas. Enfrentar la seguridad pública, la crisis migratoria, el estancamiento económico.
- Chile necesita volver a crecer sostenidamente, atraer inversión y generar empleo de calidad. Pero eso no será posible si persiste una relación adversarial con el sector privado, como la que ha caracterizado a sectores duros de la izquierda que siguen siendo parte de la coalición oficialista.
- La desconfianza ideológica hacia la empresa y la lógica punitiva frente al emprendimiento han frenado la recuperación y amenazan con enquistar la mediocridad económica.
- Por eso es lamentable que el progresismo democrático no haya tenido la capacidad ni visión de construir una nueva coalición política capaz de conquistar la confianza de la mayoría del país; y haya quedado atrapado en el experimento fallido que representa el gobierno actual.
- Como lo reflejan todas las encuestas, la ciudadanía quiere un cambio de verdad. Tanto es así que hoy no se puede descartar que en segunda vuelta se enfrente dos candidatos de la derecha.
- Para revertir esta tendencia no basta con piruetas de reposicionamiento a título personal; una administración maquillada de lo mismo. La ciudadanía exigirá algo más que distancia retórica, algo que al parecer la alianza de toda la izuqierda sin exclusiones no está en condiciones de ofrecer.
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